A 50 Años de la Nueva Ola Francesa/X y último

Alphaville (Alphaville, une Étrange Aventure de Lemmy Caution, Francia-Italia, 1965), de Jean Luc Godard. Nada hay más anacrónico que el futuro. Y en especial, el futuro imaginado en los años 50/60: sociedades alienadas y des-individualizadas, regidas por un stalinismo computarizado/deshumanizado. Por supuesto esta distopia era pertinente en 1965 –y, por desgracia, lo sigue siendo a fines de la primera década del siglo XXI- pero tengo la sensación que eso no le interesa demasiado al Godard de Alphaville.
Lo más cercano a una pop-movie que ha realizado Godard en toda su carrera, Alphaville nace de la fascinación del excinecrítico por las B-pictures americanas y los cómics de ciencia-ficción. De las primeras, toma el personaje principal –un solitario detective de pocas pulgas y palabras- y de los segundos toma el escenario futurista y una esquemática progresión narrativa.
Sobre un argumento escrito por el propio Godard, he aquí que estamos en algún momento del futuro, en Alphaville, una ciudad dominada por una computadora que ha convertido a todos los seres humanos en zombies que tienen prohibido cualquier actividad irracional, como llorar, amar o dudar. Ahí, a la tierra de los alienados, llegará en su Ford Galaxy el duro detective Lemmy Caution (un personaje que ya había aparecido en media docena de baratonas cintas detectivescas francesas, encarnado por Eddie Constatine), quien tendrá como misión eliminar al cerebro que maneja la citada computadora y vencer al mismo armatoste. Otros detectives antes que él –incluso un tal Dick Tracy- han fracasado, así que la misión no parece fácil para Caution, y menos cuando por ahí aparece Anna Karina, la musa de esos tiempos de monsieur Godard.
La cinta ha envejecido mal –cada vez que la veo me gusta menos: debo dejar de verla- y en su segunda parte se vuelve insufrible: los personajes dejan de actuar y empiezan a hablar en demasía. Lo que sigue siendo interesante son los esfuerzos de Godard, su fotógrafo Raoul Coutard y el diseñador de producción Pierre Guffroy por convertir al París de 1965 en esa domesticada metrópolis de ciudadanos adormecidos/tecnificados.
Lo más cercano a una pop-movie que ha realizado Godard en toda su carrera, Alphaville nace de la fascinación del excinecrítico por las B-pictures americanas y los cómics de ciencia-ficción. De las primeras, toma el personaje principal –un solitario detective de pocas pulgas y palabras- y de los segundos toma el escenario futurista y una esquemática progresión narrativa.
Sobre un argumento escrito por el propio Godard, he aquí que estamos en algún momento del futuro, en Alphaville, una ciudad dominada por una computadora que ha convertido a todos los seres humanos en zombies que tienen prohibido cualquier actividad irracional, como llorar, amar o dudar. Ahí, a la tierra de los alienados, llegará en su Ford Galaxy el duro detective Lemmy Caution (un personaje que ya había aparecido en media docena de baratonas cintas detectivescas francesas, encarnado por Eddie Constatine), quien tendrá como misión eliminar al cerebro que maneja la citada computadora y vencer al mismo armatoste. Otros detectives antes que él –incluso un tal Dick Tracy- han fracasado, así que la misión no parece fácil para Caution, y menos cuando por ahí aparece Anna Karina, la musa de esos tiempos de monsieur Godard.
La cinta ha envejecido mal –cada vez que la veo me gusta menos: debo dejar de verla- y en su segunda parte se vuelve insufrible: los personajes dejan de actuar y empiezan a hablar en demasía. Lo que sigue siendo interesante son los esfuerzos de Godard, su fotógrafo Raoul Coutard y el diseñador de producción Pierre Guffroy por convertir al París de 1965 en esa domesticada metrópolis de ciudadanos adormecidos/tecnificados.
Alphaville se exhibe hoy en la Cineteca Nacional.
Comentarios
De mis favoritas, aunque es cierto: como otras tantas cintas de ciencia ficción sesenteras-setenteras (y hasta cincuenteras y ochenteras), ha envejecido mal. Muy mal.
En eso la emparento con Jubilee de Jarman. Distopía pura.
Por eso la visión de antes de los 50's es más "centrada". Metropolis de Lang es como el Tokio de la Coppola ¿no?
Y a propósito de Dick. Yo sé que eres un especialista en él y sé que no quedaste muy conforme con la adaptación de A Scanner's Darkly, pero la adaptación que hizo Linklater de la novela me pareció muy justa y la visión de ese mundo de paranoia y drogadicción no lo vi nada ciencia-ficcional. Más bien, me pareció casi costumbrista.
Pero no deja de ser interesante. Y de acuerdísimo, qué mal ha envejecido.
Por cierto, hablando de sci fi de los 50s... ¿Qué opinión te merece The Day The Earth Stood Still, de Wise?
y listo... A sentir ese cosquilleo nervioso que Linklater, al ponernoslo con tan bonita envoltura, sólo jodió.
Mi opinión.
Admito, no estamos "dominados" por una computadora central que impide las actividades irracionales, pero creo que la apuesta de Godard no va hacia la predicción del futuro, es mas bien un discurso en contra del futuro que se estaba construyendo (que no en contra de la tecnología). ¿Qué destruye a la máquina en Alphaville? La poesía. Al fin y al cabo Godard no realizo construcciones de set o empleo efectos especiales, filmo con una película hipersensible (de hecho se desarrollo una asa especial para que Godard pudiera filmar de noche utilizando solo iluminación disponible), por lo que pienso, no le interesan ni los coches voladores, ni acertar en el "futuro". Desde aquí Alphaville sigue vigente.