Cine en televisión para el sábado 17 de noviembre


¿Dónde Estás Hermano? (O Brother, Where Art Thou EU-Francia, 2000), de Joel Coen. En los créditos iniciales de ¿Dónde Estás, Hermano?, de los hermanos Coen (Joel, director; Ethan, productor; los dos hermanos, guionistas), éstos nos informan, sin temor, cuál ha sido la fuente de inspiración de la cinta (La Odisea, nada menos), pero no confiesan la segunda influencia que tiene el filme: se trata de Por Meterse a Redentor (1941), una de las comedias más incisivas, divertidas y profundas que haya dirigido Preston Sturges.
En este filme, Sturges nos relata la historia de un cineasta especialmente dotado para la comedia (Joel McCrea) que un buen día decide hacer cine “serio”, es decir, dirigir una película sobre la pobreza, la insalubridad, el sufrimiento, la miseria. La cinta se llama, precisamente, O Brother, Where Art Thou -el título original del filme de los Coen-, y para conocer mejor su “tema”, el director de marras decide disfrazarse de vagabundo e irse por los caminos americanos con diez centavos en el bolsillo. Lo que sigue en sus apretados 90 minutos de duración, es una feroz sátira sobre el arte “comprometido” y una declaración de amor a la comicidad hollywoodense más ingenua.
De alguna manera, los Coen han hecho algo similar con ¿Dónde Estás Hermano? Es decir, a pesar de que los cineastas han tomado un punto de partida muy prestigiado, en realidad las intenciones de los Coen son otras, menos pretenciosas y más lúdicas. Y es que el hecho de que el filme esté basado muy libre y vagamente en La Odisea es más una puntada o un mero juego de distracción que cualquier otra cosa. Es cierto, tenemos a nuestro Ulises que regresa a casa y que se llama Everett Ulysses McGill (George Clooney); a una Penélope llamada Penny McGill (Holly Hunter), quien espera no muy pacientemente que digamos a su marido; a tres sirenas/prostitutas que distraen a Ulysses y a sus dos acompañantes; a un tuerto vendedor de biblias (John Goodman), tan terrible como el mítico cíclope de La Odisea; y hasta el profeta ciego Tiresias tiene su equivalente aquí en un ferrocarrilero (in)vidente que les informa a nuestros presidiarios en fuga de los peligros que se enfrentarán antes de encontrar “el tesoro”.
Sin embargo, la idea de adaptar el poema homérico a los terrenos del sur americano de la Depresión, en plenos años 30, es una idea más inteligente que plenamente lograda. De cualquier forma, esto les sirve a los Coen como pretexto perfecto para explorar -como lo habían hecho en Simplemente Sangre (1984), Educando a Arizona (1987) y Fargo (1997)- costumbres, lenguajes, modos de vivir y morir en un contexto cultural muy específico. Así, los dos cineastas nos entregan un delicioso retrato paródico del modo de hablar, los acentos, las costumbres, el racismo y hasta la cultura política del sur profundo americano, todo ello enmarcado en una maravillosa selección de música tradicional de esos lares (country, blues, gospel, bluegrass) interpretada por auténticos músicos de esos sitios (especialmente memorable es la interpretación de “I’m a Man of Constant Sorrow” por parte de Clooney y compañía haciendo perfecta fonomímica).
El único gran problema de la cinta es que, como película de viaje que es, la trama avanza a través de una serie de disparejas viñetas apenas enlazadas por el pretexto argumental de la vuelta a casa de Ulysses. El filme alcanza su clímax (no sólo dramático, sino narrativo y hasta visual) a partir del encuentro de los viajeros con el Ku-Klux-Klan, la huída de nuestros héroes y su inesperado concierto que los catapulta a la gloria, todo hasta llegar al surreal desenlace con un valle inundado de agua y una vaca descansando en el techo de una casa. Es en esta última media hora cuando el genio de los Coen, la verdad, nos terminaron conquistando por completo.
Cinema Golden Choice; sábado 17 de noviembre, 21 horas, tiempo del centro de México.

Comentarios

Entradas populares