Los vicios de la crítica
Enrique Krauze, al llamar la atención, el día de hoy en REFORMA, sobre el libro Luz Espejeante: Octavio Paz ante la Crítica (compilado por Enrico Mario Santi) se conduele con razón del lamentable estado de la crítica literaria en México. En esta columna ennumera, de hecho, cinco vicios de la crítica literaria que, de hecho, mutatis mutandi, puede aplicarse a la perfección a la crítica de cine en México que se encuentra, sospecho, en un estado peor que la crítica literaria. Los cinco vicios, según Krauze y Rafael Lemus son:
"La ausencia de placer y/o aversión. En la academia rara vez se lee para comunicar un placer o para acercarse a una obra con entusiasmo o irritación. Se lee, supuestamente, con neutralidad, como si la crítica fuera una más de las ciencias sociales.
La omnipresencia de la teoría. La teoría literaria es provechosa cuando ayuda a leer mejor una obra, no cuando pretende sustituirla. Sin embargo, los académicos suelen partir en sus lecturas de un "modelo teórico", no de la obra misma, y se empeñan en acomodar el libro dentro de ese marco ya predeterminado.
La inmovilidad. Una de las funciones de la crítica debería ser la de poner en movimiento los libros: relacionarlos unos con otros, y unir la literatura a procesos culturales, políticos e históricos más amplios. La academia hace habitualmente lo contrario: aísla las obras, estudiándolas en el vacío, al margen de la sociedad en que aparecieron.
La especialización excesiva. Los genuinos críticos literarios aspiran a una visión amplia, generosa, humanista. En el mundo académico, no obstante, se estila lo contrario: desdeñar la pluralidad y complejidad del mundo para concentrarse en un solo autor, en un solo periodo de un autor, en una única obra de un autor.
La endogamia. La academia -esto es fundamental- no necesita del aval del público: produce para sí misma y se consume a sí misma. La literatura, por el contrario, es impensable sin la colaboración de los lectores; es, de hecho, un diálogo polémico entre los lectores y los autores. Su único aval es el aval del público".
PS. La columna completa se encuentra, insisto, en el REFORMA del día de hoy.
"La ausencia de placer y/o aversión. En la academia rara vez se lee para comunicar un placer o para acercarse a una obra con entusiasmo o irritación. Se lee, supuestamente, con neutralidad, como si la crítica fuera una más de las ciencias sociales.
La omnipresencia de la teoría. La teoría literaria es provechosa cuando ayuda a leer mejor una obra, no cuando pretende sustituirla. Sin embargo, los académicos suelen partir en sus lecturas de un "modelo teórico", no de la obra misma, y se empeñan en acomodar el libro dentro de ese marco ya predeterminado.
La inmovilidad. Una de las funciones de la crítica debería ser la de poner en movimiento los libros: relacionarlos unos con otros, y unir la literatura a procesos culturales, políticos e históricos más amplios. La academia hace habitualmente lo contrario: aísla las obras, estudiándolas en el vacío, al margen de la sociedad en que aparecieron.
La especialización excesiva. Los genuinos críticos literarios aspiran a una visión amplia, generosa, humanista. En el mundo académico, no obstante, se estila lo contrario: desdeñar la pluralidad y complejidad del mundo para concentrarse en un solo autor, en un solo periodo de un autor, en una única obra de un autor.
La endogamia. La academia -esto es fundamental- no necesita del aval del público: produce para sí misma y se consume a sí misma. La literatura, por el contrario, es impensable sin la colaboración de los lectores; es, de hecho, un diálogo polémico entre los lectores y los autores. Su único aval es el aval del público".
PS. La columna completa se encuentra, insisto, en el REFORMA del día de hoy.
Comentarios
De casualidad reseñaste (o piensas reseñar) la pelicula noruega de recién estreno titulada Reprise (titulo en Mexico: Vivir de Nuevo)? Me lo preguntaba pues está bien calificada y a mi en particular me gustó bastante. Por cierto que el director de apellido Trier es de hecho pariente de Lars von Trier, ese sí conocido por todos.
"Se lee, supuestamente, con neutralidad, como si la crítica fuera una más de las ciencias sociales."
Y me aventuro: ya no sólo se lee... Se produce, supuestamente, con neutralidad... Pero claro que se toma partido, pero oh delito si se reconoce ¿Cuándo ha sido malo eso? De hecho, sería lo mejor. Y hablo en todos los niveles ¿Qué hay de malo que como comunicador, por ejemplo, sea no sólo señalado sino que se identifique con cierta corriente política o ideológica? Es más, así hasta ayudaría al público: a quién ver, a quién escuchar, por qué... A quién sacarle la vuelta... Por qué... Pero noooo... Claro que no.... Todos son unos objetivos de alcurnia... Ellos no están ni casados con nadie ni con nada...
Y ahí anda el público como pelota... Y enojándose a veces o dando la razón cuando les conviene.
Saludos.
Aquí en este blog ya sé que no ocurre (lamentablemente para uno que como lector se quiere reir un rato y polemizar otro poco) pero, ¿te ha tocado, Ernesto, que te acusen pública o privadamente de algo por tus críticas de cine y por tu visión de las cosas? (Digo, además de la consabida "cineasta frustrado" o la poquito más creativa "intelectualoide de cafetín coyoacanense con todo y morral de yute...")
A) que no tiene ni idea de quién es la persona a la que insulta y
B) TODOS sus complejos."
Así que... Vengan los insultos. Jo.
¿Ah, Joel, fuiste tú el anónimo que me insultó así?
(Y, por cierto, nunca he cargado morral y menos de yute...).
Duende: Ah, yo tengo algunas anécdotas al respecto. Algún día las cuento.