La Culpa la Tiene Fidel


Anna (extraordinaria Nina Kervel) está confundida y no es para menos. De repente, su vida ha dado vuelco tras vuelco y apenas si ha podido recuperarse de un cambio cuando ha llegado otro más y luego otro y después otro... Ella no lo sabe, pero está recibiendo un apresurado y muy adelantado curso acerca de las complejidades de la vida.

Estamos en París, en 1970. Anna tiene nueve años, una casa espaciosa con todo y jardín, un papá abogado (Stefano Accorsi) de origen español, una guapa mamá (Julie Depardieu) de familia francesa adinerada, un inquieto hermanito menor, unos abuelos maternos con propiedades en la campiña, y estudia con seriedad y dedicación en un estricto y conservador colegio católico... El catecismo es, por cierto, su clase predilecta.

Sin embargo, la visita familiar de una tía desconocida, hermana de su papá, que ha llegado de España en donde su marido fue asesinado por órdenes de Franco, cambiará la vida de ella, de su hermanito, de sus padres... Fernando, su alegre y aún joven papá, ha encontrado su propio camino a Damasco: deja su bien remunerado trabajo, viaja a Chile a colaborar en el inminente triunfo de Allende, muda a toda la familia a un pequeño departamento en donde apenas caben y la feroz nana anticomunista que decía pestes de los "barbones" que la habían obligado a salir de Cuba, es cambiada por una traumatizada refugiada griega y después por una refugiada jovencita vietnamí, al mismo tiempo que el piso familiar se retaca de barbones chilenos de morralito en ristre, que tratarán de convencer a la obstinada Anna que todos esos cambios son para bien, que hay que repartir la riqueza, que hay explotados y explotadores, que el pueblo unido jamás será vencido...

Sobre una novela autobiográfica de Domitilla Calamai, La Culpa la Tiene Fidel (La Faute à Fidel, Francia-Italia, 2006), segundo largometraje -primero de ficción- de Julie (hija de Costa-) Gavras, es una divertida y capciosa comedia de crecimiento infantil, que nos muestra con humor y lucidez los efectos que tiene en la precoz y observadora Anna los efectos del súbito compromiso político del papá, hermanado a su conservador suegro adinerado en cierta toma en la que los dos hombres se paran, idénticos, frente a una ventana, mirando hacia el horizonte, uno lamentando el fin de una época (la muerte de De Gaulle), el otro abatido por el golpe de Estado en contra de Salvador Allende...

La niña, por supuesto, observa, asimila, se adapta (¿no hacen esto, mejor que nadie, los niños?), y pasa del catecismo católico a saber de mitos griegos y de ahí a escuchar, embebida, cuentos infantiles vietnamitas, de la misma forma en la que se da cuenta de las debilidades de su padre o del trabajo feminista de su madre. Así, al final, confusa e insegura, pero con mayor conocimiento del mundo real, Anna podrá unirse a otros niños que juegan, desordenados, en el patio de su nueva escuela. La visión última de la cinta es caótica, pero también irreflenablemente vital.

Comentarios

Champy dijo…
Oye y en tu encuesta de la semana que comienza........como anulo mi voto?

2046
Jajajajajajaaja... Bueno, la de Mann no debe estar tan mal, quiero creer. Espero...
Champy dijo…
Mann me cayó gacho cuando Sus patrones le prohibieron llevar a Gong Lí en Heat, con Miami Vice cumplió su sueño, pero haber estado entre De Niro y Pacino quizá la hubiera ayudado 15 años antes. Aunque ella no necesita ayuda.

No aquí si exijo poder anular mi voto.

2046

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