A los maestros con cariño/VI
**Los Tales por Cuales (1964), de Gilberto Martínez Solares. Al convertirse en su propio argumentista, el Piporro entona un himno a su mayor gloria y está a punto de realizar un film cómico cercano a la inteligencia. Lástima que la parodia de las comedias de cantina, los juegos de palabra y la oposición de dos bravucones independientes, a la I. Rodríguez, nunca llegan a superar por completo las concesiones a la facilidad populachera. 2 de mayo de 1965.
**Buenas Noches, Año Nuevo (1964), de Julián Soler. En nuestro recuento de las peores películas mexicanas estrenadas durante el año pasado, omitimos delictuosamente este bodrio gelatinoso. Reparamos tardíamente esta injusticia haciendo hincapié en las ridículas ambiciones de comedia musical a la norteamericana que posee Buenas Noches, Año Nuevo. 10 de enero de 1965.
**Marcelo y María (1964), de Gilberto Martínez Solares. Se trata nada menos que de la adaptación libérrima de una de las obras maestras de la literatura erótica. En vista de los resultados, rosas y enfáticos hasta lo viscoso, consideramos que no hay nada más deprimente que un viejo director mexicano en plan de culto y exquisito. Noviembre de 1966.
**Cada Voz Lleva su Angustia (1964), de Julio Bracho. El caótico y amargo novelón de un sub-Rulfo sudamericano ofrece a los técnicos mexicanos la oportunidad de compartir el dramatismo enfático, la tierra seca, los personajes erosionados en vías de descomposición y el seudotema social. 6 de marzo de 1966.
**El Dengue del Amor (1965), de Roberto Rodríguez. La infalible vulgaridad aposentada en el cine mexicano domina por ejemplo lo que hubiera podido ser una aceptable aproximación de comedia musical. Buenos cómicos (Lechuga, Pompín), presencias femeninas agradables (Julissa) y la personalidad de Pérez Prado merecían participar en una película menos ramplona e inepta. 24 de octubre de 1965.
Mini-reseñas publicadas por un Jorge Ayala Blanco de 22-23 años en el suplemento México en la Cultura de Novedades.
Comentarios
Puros churros jeje. La decadencia de la Época de Oro. Sniff.
¿Cómo? ¿Ayer fue cumpleaños? Pues muchas felicidades aunque sean atrasadas.