A los maestros, con cariño/II


¡MUERE MIRÓN!


Por: G. Caín (pseudónimo de Guillermo Cabrera Infante).


La Venta Indiscreta es un divertido y excelente melodrama, en el que un rascabucheador profesional no se conforma con ver los toros desde la barrera, sino que también intenta ponerles banderillas -para verse acorralado por el toro más peligroso de la corrida, en un final de rescate de último minuto. Con el pretexto en un cuento de Cornell Woollrich (o William Irish, que es su seudónimo, más conocido por los amantes de la literatura policiaca que el nombre verdadero) utilizado por nuestra televisión hace algún tiempo, la cinta cuenta, con un lenguaje no por complejo menos cinematográfico, los apuros en los que se ve un fotógrafo profesional cuando, inmovilizado por una pierna enyesada, decide jugar a los detectives con un crimen y su autor, que se esconden al fondo de su casa. Introduciendo a la cañona en la trama a una masajista amanuense (Thelma Ritter) y una niña de sociedad (Grace Kelly) enamorada del envejecido héroe (James Stewart) y atisbando por las ventanas abiertas del vecindario mucho más tiempo que en el cuento (para presentar a los vecinos más anormales que se pueden reunir en una cuadra del Montmartre neoyorkino, Greenwich Village: una exhibicionista, una paranoica sexual, un frustrado, una zoofílica, un asesino y algunos artistas de traspatio, Alfred Hitchcock (La Llamada Fatal) ha logrado una cinta que es cine sin dejar de mostrar esa reciente inclinación del maestro del suspense de encerrar a sus personajes en un ámbito reducido y hacerlos hablar mucho y moverse poco. Para llevar su tendencia a la frontera del tour de force, Hitchcock ha inmovilizado al personaje central en una silla de ruedas y al final -con limpia prestidigitación cinematográfica- convierte su pierna enyesada en dos piernas enyesadas.


Reseña publicada en la revista cubana Carteles el 13 de febrero de 1955, rescatada en la antología Un Oficio del Siglo XX (Six Barral, 1982).

Comentarios

curiosísimo: en 1955 todavía los críticos sentían la necesidad de poner un título junto al nombre del bien hitch:

hitchcock (la llamada fatal)

jeje, se siente tan arcaico como si te dijeran:

james joyce (ulysses)...
Ya me volví fan de esta serie, Ernesto. Saludos!
Joel Meza dijo…
La entrada de Grace Kelly a cuadro en La Ventana Indiscreta es, en mi opinión, una de las visiones más hermosas del cine.
Y como dice Ruvalcaba, visitar estas cápsulas de tiempo es un ejercicio bastante curioso. De vez en cuando desempolvo mi "Cine o Sardina" y me río (con, por y a veces, hasta de) Cabrera Infante.

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