En línea: Mi vida a los diecisiete
La escena inicial de Mi vida a los diecisiete (The Edge of Seventeen, EU, 2016), opera prima de la cineasta Kelly Fremon
Craig, nos ubica en un escenario bien conocido: en alguna preparatoria gringa,
una jovencita camina por los pasillos de la escuela a toda velocidad para luego
entrar a un salón de clases y avisarle a su profesor de historia –que está
tranquilamente comiendo su almuerzo- que ha decidido quitarse la vida. La
reacción lacónicamente sarcástica del profesor, perfectamente interpretado por
Woody Harrelson, es la primera grata sorpresa de esta película.
Estamos
en terrenos muy conocidos, ya lo dije antes: en el escenario de la comedia
romántica y/o de crecimiento adolescente, que tuvo sus mejores momentos de
fines del siglo pasado con el cine de John Hughes (El club de los cinco, 1985), hasta inicios de este –con Chicas pesadas (Waters, 2004)-, pasando
por algunos insólitos ejercicios shakespearianos, algunos muy sólidos (10 cosas que odio de ti/Junger/1999),
otros no tanto (Anímate/O’Haver/2001).
Mi vida a los diecisiete recupera
esta fórmula no para subvertirla sino para mejorarla con una lectura más madura
y compleja.
La
protagonista adolescente –y, por añadidura, narradora en off- es Nadine (Hailee
Steinfeld), la muchachita de 17 años del título que, en la escena inicial,
acaba de cometer un error de tal magnitud que podría dañar su vida social en la
preparatoria para siempre jamás. En realidad, cuando llegamos a saber qué hizo,
el problema no es para tanto, pero al mismo tiempo, es perfectamente entendible
el horror que siente la jovencita.
Nadine
ha vivido en la infelicidad desde que era una niña y la muerte prematura de su
adorado papá no mejoró su perspectiva oscura de la vida. Ahora, en la
adolescencia, con una madre con la que no congenia (Kyra Sedgwick) y un hermano
mayor, Darian (Blake Jenner), ofensivamente popular, el único solaz que
conserva es la amistad de la simpática Krista (Haley Lu Richardson) y las
oportunidades que tiene para hacerle la vida difícil a su profesor de historia
(Harrelson, robándose cada escena). El problema es que este precario equilibrio
se rompe cuando Krista se enamora de Darian, y Nadine interpreta esto
–adolescente al fin de cuentas- como una imperdonable traición.
El
escenario es común y la progresión cómico-dramática bastante convencional, pero
el guion escrito por la propia cineasta debutante se permite varias vueltas de
tuerca imprevisibles –cierto encuentro romántico/sexual que (no) termina (tan)
mal- y una construcción de personajes mucho más inteligente de lo que se
acostumbra en este tipo de cintas.
Así pues, como si la guionista/cineasta Craig siguiera
algún escondido impulso humanista/renoiriano (“Cada quien tiene sus razones”),
todos los personajes demostrarán, hacia el desenlace, que son mucho más
complejos de lo que Nadine (y nosotros) pensábamos. Al final de cuntas, Nadine
ha empezado a madurar y la formulita de la comedia adolescente ha madurado,
aunque sea un poco, con ella.
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Mi vida a los diecisiete se encuentra disponible en Cinepolis Clik (www.cinepolisclik.com).
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