El baúl: Dawn of the Dead
Ante la exhibición de Dawn of the Dead hoy en la Cineteca Nacional, me di a la tarea de rescatar del baúl de mis archivos este viejo texto publicado hace... ufff... no sé. Hace mucho tiempo.
Diez años después de su histórica opera
prima La noche de los muertos vivientes (1968), George A. Romero volvió al tema
de los zombies con la secuela Dawn of the Dead (EU-Italia, 1978) que, inexplicablemente,
nunca encontró distribución comercial en nuestro país. La historia, escrita por el
propio Romero, es básicamente la misma (un pequeño grupo de seres humanos se
protegen del ataque de una multitud de muertos vivientes que quieren
comérselos), pero esta vez el tono ha dejado de ser dramático para inclinarse
más hacia la sátira.
Si el primer filme exigía una
lectura alegórica que nos mostraba a un microcosmos estadounidense dividido y
enfrentado entre sí, cual réplica de los problemas sociales que vivió la Unión
Americana durante los años sesenta, en la secuela vemos a un centenar de zombies
deambular por un emblemático mall típicamente gringo pues, como dice uno de
los seres humanos sobrevivientes “eso es lo que acostumbraban hacer cuando
estaban vivos”.
Así, la tardía continuación se instala rápidamente en los
terrenos de la sátira social, con decenas de muertos vivientes caminando por
los pasillos del centro comercial, con cuatro humanos encerrados en una enorme
tienda y consumiendo todo lo que quieren (caviar, embutidos, licores, armas)
sin que nadie se los impida y, finalmente, con una banda de motociclistas que
entran a la fuerza al mall, provocando una orgía de sangre, balazos y
canibalismo.
La película, filmada a colores
–a diferencia de La noche..., que fue realizada en blanco y negro-, tiene el mismo
aire semidocumental de la primera, con la cámara siempre en mano, con
movimientos bruscos y poco elegantes, con los encuadres desordenados de
un reportaje in situ, no de una película de
ficción. En el terreno de los efectos especiales y el maquillaje, el maestro
Tom Savini se hizo cargo de ese departamento, así que no faltan mutilaciones varias y momentos de gore desbocados (para la trivia,
Savini participó en el filme como uno de los brutales motociclistas que toman
por asalto el centro comercial).
Como de costumbre en el cine de
Romero, en este, su sexto largometraje, no hay un solo actor reconocible entre los
cuatro humanos y las decenas de zombies caníbales pues lo
que le importa a Romero es contar su historia sin que nos estorbe la presencia
de alguna estrella –por supuesto, otro motivo por el cual (casi) nunca aparece nadie
importante en las cintas de este director es que Romero siempre ha trabajado
con presupuestos relativamente modestos.
¿Dawn of the Dead
es mejor que La noche de los muertos vivientes? Probablemente sí. Por supuesto, el impacto del primer filme es irrepetible, pero Dawn... muestra un cineasta más seguro, tanto en lo que quiere decir como en de qué manera decirlo. Acaso no solo sea la mejor película de la saga zombiesca de Romero sino es, seguramente, uno de sus filmes más logrados.
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