Cine en televisión para el martes 29 de enero
Todo Sobre Mi Madre (España-Francia, 1999), de Pedro Almodóvar. El décimotercer y oscareado largometraje de Almodóvar es otra muestra más de la irrefutable madurez que alcanzara el director manchego a fines del siglo pasado, el mismo cineasta que alguna vez dirigiera filmes tan desparpajados y rupestres como Pepi, Lucy y Bom y Otras Chicas del Montón (1980).
Hagamos historia. Almodóvar, después de salir de los sótanos de la "movida española" ochentera, asombraría al mundo del cine con filmes provocadores como Matador (1985) o La Ley del Deseo (1986), y conquistaría las taquillas de todo el orbe con las divertidas Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios (1987) y ¡Atame! (1989).
Sin embargo, cuando muchos lo dieron por cinematográficamente muerto después de las fallidas Tacones Lejanos (1991) y Kika (1993), Almodóvar volvió por sus fueros en una nueva etapa de su carrera, iniciada con la espléndida La Flor de mi Secreto (95) y continuada con Carne Trémula (1997) y, después, por Todo Sobre Mi Madre -y las cintas que siguieron posteriormente.
El cinecrítico Paul Julian Smith ha argüido (Sight and Sound, septiembre 99) que este momento en la carrera de Almodóvar podría identificarse como "la etapa azul", en contraste con la anterior, "la etapa rosa", más alegre, florida, desparpajada. En otras palabras, en esta nueva "etapa azul" el cine de Almodóvar ha sido más sobrio, más concentrado, mejor estructurado (formal y temáticamente hablando): más maduro.
Hagamos historia. Almodóvar, después de salir de los sótanos de la "movida española" ochentera, asombraría al mundo del cine con filmes provocadores como Matador (1985) o La Ley del Deseo (1986), y conquistaría las taquillas de todo el orbe con las divertidas Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios (1987) y ¡Atame! (1989).
Sin embargo, cuando muchos lo dieron por cinematográficamente muerto después de las fallidas Tacones Lejanos (1991) y Kika (1993), Almodóvar volvió por sus fueros en una nueva etapa de su carrera, iniciada con la espléndida La Flor de mi Secreto (95) y continuada con Carne Trémula (1997) y, después, por Todo Sobre Mi Madre -y las cintas que siguieron posteriormente.
El cinecrítico Paul Julian Smith ha argüido (Sight and Sound, septiembre 99) que este momento en la carrera de Almodóvar podría identificarse como "la etapa azul", en contraste con la anterior, "la etapa rosa", más alegre, florida, desparpajada. En otras palabras, en esta nueva "etapa azul" el cine de Almodóvar ha sido más sobrio, más concentrado, mejor estructurado (formal y temáticamente hablando): más maduro.
Difícil estar en desacuerdo. En las nuevas cintas de Almodóvar no hay personajes sobrantes, no hay subtramas accesorias que no sirven para nada, no hay caídas en el ritmo narrativo. Es cierto, los temas de siempre siguen ahí, los personajes extravagantes no se han ido de sus tramas, el sentimentalismo kitsch sigue a flor de piel, los colores chillantes no se han eliminado, la música popular se escucha todavía en las bandas sonoras de sus filmes, las referencias al cine hollywoodense y sus géneros sigue omnipresente; sin embargo, todos estos elementos "almodovarianos" están ahora, por fin, perfectamente entarimados en la historia y no son meros agregados que distraen del tema principal del filme. Es más: sin esos elementos antes descritos, la trama de sus cintas perdería buena parte de su fuerza.
En este contexto, Todo Sobre Mi Madre resultó una suerte de cinta-summa de obsesiones y temas presentes en el cine del manchego. Ahí está el personaje de Manuela (sublime Cecilia Roth), una enfermera que entrena a médicos para que éstos hablen con los familiares de alguien que acaba de morir, situación argumental idéntica a la de La Flor de Mi Secreto; ahí está el centro argumental del filme rodeando a personajes homo/bi/trans/sexuales como la maravillosa La Agrado (Antonia San Juan) y la patética Lola (Toni Cantó); ahí está la ausencia de figuras masculinas fuertes y centrales (el único hombre de la película es un anciano que padece Alzheimer, personaje magistralmente interpretado por Fernando Fernán Gómez); ahí está la vuelta al terruño y/o al pasado, en busca de equilibrio y tranquilidad, como la Marisa Paredes de La Flor de Mi Secreto; ahí están las referencias circulares al cine y cultura estadounidenses (La Malvada, Un Tranvía Llamado Deseo, Música para Camaleones...) perfectamente justificados en el contexto temático del filme.
Pero además de todo lo anterior, Almodóvar demostró que sus logros en La Flor de Mi Secreto y Carne Trémula no fueron casuales. Al igual que en estas cintas, en Todo Sobre Mi Madre el realizador probó que saber contar una historia con brillantez técnica inapelable: el filme es un rosario de elipsis imaginativas perfectamente ejecutadas y la cámara de Affonso Beato se mueve con una elegancia digna de los grandes maestros. Los cortes (edición del sempiterno colaborador José Salcedo) son justos, funcionales, y el ritmo general del filme, de principio a fin, es armonioso, sin cambios bruscos ni vueltas de tuerca sorpresivas.
Con este filme Almodóvar logró, además, si no la mejor de sus películas, por lo menos la más personal y querida por él, ya que se la dedicó a sus grandes actrices favoritas y, por supuesto, a su madre fallecida. No puedo imaginarme un mejor homenaje del cineasta hacia el sexo femenino en general y hacia las madres en particular que este espléndido filme programado hoy en la televisión de paga.
En este contexto, Todo Sobre Mi Madre resultó una suerte de cinta-summa de obsesiones y temas presentes en el cine del manchego. Ahí está el personaje de Manuela (sublime Cecilia Roth), una enfermera que entrena a médicos para que éstos hablen con los familiares de alguien que acaba de morir, situación argumental idéntica a la de La Flor de Mi Secreto; ahí está el centro argumental del filme rodeando a personajes homo/bi/trans/sexuales como la maravillosa La Agrado (Antonia San Juan) y la patética Lola (Toni Cantó); ahí está la ausencia de figuras masculinas fuertes y centrales (el único hombre de la película es un anciano que padece Alzheimer, personaje magistralmente interpretado por Fernando Fernán Gómez); ahí está la vuelta al terruño y/o al pasado, en busca de equilibrio y tranquilidad, como la Marisa Paredes de La Flor de Mi Secreto; ahí están las referencias circulares al cine y cultura estadounidenses (La Malvada, Un Tranvía Llamado Deseo, Música para Camaleones...) perfectamente justificados en el contexto temático del filme.
Pero además de todo lo anterior, Almodóvar demostró que sus logros en La Flor de Mi Secreto y Carne Trémula no fueron casuales. Al igual que en estas cintas, en Todo Sobre Mi Madre el realizador probó que saber contar una historia con brillantez técnica inapelable: el filme es un rosario de elipsis imaginativas perfectamente ejecutadas y la cámara de Affonso Beato se mueve con una elegancia digna de los grandes maestros. Los cortes (edición del sempiterno colaborador José Salcedo) son justos, funcionales, y el ritmo general del filme, de principio a fin, es armonioso, sin cambios bruscos ni vueltas de tuerca sorpresivas.
Con este filme Almodóvar logró, además, si no la mejor de sus películas, por lo menos la más personal y querida por él, ya que se la dedicó a sus grandes actrices favoritas y, por supuesto, a su madre fallecida. No puedo imaginarme un mejor homenaje del cineasta hacia el sexo femenino en general y hacia las madres en particular que este espléndido filme programado hoy en la televisión de paga.
Cinecanal; martes, 22 horas, tiempo del centro de México.
Comentarios
¿La Malvada es All about Eve?
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Tacones Lejanos a mí me gustó mucho, en particular el personaje de Bosé, una especie de Batman, pero trasvesti. A ver, déjame reescribirlo. Una especie de Batman (punto).
Josafat: en un descuido, yo también.
Y, digo, ya que están provocando, yo me quedo con Volver. Las relaciones entre madre e hijas en esta película me conmueven totalmente. Aunque, pensándolo bien, las relaciones con las madres en todas las películas de Almodóvar son muy conmovedoras. Snif, dijera Paxton.
La Volver no la he visto caray...
Difícilmente que Almodóvar supere ese díptico, ahora que cree que lo conmovedor tiene que ser como de culebrón (Volver).