Cuéntamela otra vez.../II

Hay un momento en Todo sobre las Mujeres (The Women, EU, 2008), la nefasta opera prima de la guionista televisiva Diane English, en el que la cuarentona esposa cornuda Meg Ryan, al platicar con su experimentada mamá sesentona Candice Bergen, le contesta, exasperada: “Mamá, no estamos en una película de años treinta”. No, en efecto, no lo están. Están en una mucho peor: en un torpe refrito de una cinta de los años treinta.



El filme original, Mujeres (The Women, EU, 1939), basado en una exitosa comedia teatral de la época, fue dirigido por el especialista en cine femenino George Cukor quien, en definitiva, hizo antes y después, películas mucho mejores (por dar algunos ejemplos: Camille/1936, The Philadelphia Story/1940, Nace una Estrella/1954, Mi Bella Dama/1964). Sin embargo, revisando la cinta de hace siete décadas, como lo acaba de hacer un servidor, Mujeres resulta ser una pieza fílmica genuinamente disfrutable. Además de la proverbial realización siempre elegante de Cukor -¿alguna vez hizo una toma, un movimiento de cámara, un corte, innecesarios?-, el filme presume la magnética presencia de Joan Crawford como la cínica “otra mujer” y, por último, una saludable ausencia de corrección política: buena parte del viejerío retratado en esa cinta disfruta del chisme, clava puñales por la espalda y no conoce de solidaridad de género. Algo más: en la película de Cukor el tema de la clase social está claramente establecido. La molestia de la esposa engañada (una afectada Norma Shearer en el papel que interpreta Meg Ryan en la versión 2008) y, sobre todo, la indignación de sus amigas y enemigas, es que el marido de la Ryan está viéndose con alguien (Miss Crawford, por supuesto) que no está a “su altura”.
En el descafeinado remake no hay nada de todo lo anterior. La realización de Diane English es televisivamente plana, las actuaciones son insufribles y los cambios realizados en la trama no la hicieron más inteligente. Es cierto, la historia original es inocultablemente conservadora pero, por lo menos, es sincera. En la versión 2008, en contraste, todo se siente torpemente calculado: por ejemplo, las amigas de la cornuda Meg Ryan (Annette Bening, Debra Messing y la negra y lesbiana Jada Pinkett Smith, por aquello de la diversidad sexual y racial) son más bien un amor y, como han visto las seis temporadas de Sex and the City, saben eso del “empoderamiento” femenino (¿así lo decía Martita Sahagún?). Por lo tanto, en Mujeres 2008 las féminas son bien solidarias, están ahí siempre una para las otras y, cuando hay una pequeña traición, todo se arreglará con un irritante duelo de gritos y llantos entre Ryan y Bening, sin duda la escena más insoportable que vi este año. Ah, claro, y tampoco hay prejuicios de clase, faltaba más: la “quita-maridos” de este remake es malvada no por ser una arribista empleaducha que vive del “lado equivocado” de la acera, como Miss Crawford en 1939, sino por ser una sexy perra con exceso de curvas (Eva Mendes).

La directora English cumple, eso sí, con la misma regla del filme número 18 de George Cukor: en los 114 minutos de duración de la cinta, no aparece nadie que no sea mujer. Tanta rudeza era innecesaria: necesito, de urgencia, ver a Clint Eastwood musitar, entre dientes: “Go ahead, Make my day”.




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