Cuéntamela otra vez.../I
Juegos Sádicos (Funny Games U.S., EU-Francia-Italia-Austria-Alemania-GB, 2007), el más reciente largometraje del provocador por vocación Michael Haneke, es un fidelísimo remake de su propia cinta Juegos Divertidos (Funny Games, Austria, 1997), que no mereció estreno comercial en México, pero sí fue exhibida en el Festival de Verano de la UNAM de 1998.
En la espléndida reseña de Juegos Divertidos que Mark Kemode publicó en la revista británica Sight and Sound en diciembre de 1998 (volumen 8, número 12, pp. 44-45), el cinecrítico inglés plantea nítidamente la enorme contradicción de aquella película dirigida por el discutido cineasta austriaco: como se trata de una brutal pastelazo moralista en la cara de los cinéfilos que entran a ver una “torture-movie” por diversión, la paradoja es que el público “natural” al que está dirigida esa película –o sea, los admiradores de la saga Saw, por ejemplo- nunca pagaría un boleto por ver un filme austriaco “de arte” y sin un solo actor conocido. Por lo mismo, si una cinta tenía que ser refriteada por Haneke en Hollywood y con alguna refulgente estrella consolidada, esa era, precisamente, Juegos Divertidos.
La cinta original no ha perdido un ápice de su fuerza. Dos jóvenes psicópatas enguantados de blanco, cual personajes de dibujos animados, y que se hacen llamar Paul y Peter (Arno Frisch y Frank Giering) -o Beavis y Butthead, o Tom y Jerry- llegan a un lujoso caserón que se encuentra a la orilla de un bellísimo lago y toman como prisioneros a la ricachona pareja matrimonial de los Schober, Anna y Georg (Susanne Lothar y Ulrich Mühe), quienes han llegado con su hijito “Schorschi” (Stefan Clapczynski) a pasar unos días de vacaciones.
¿Qué persiguen, qué quieren, qué buscan, ese par de psicópatas de modales ejemplares? Muy sencillo: hacer sufrir a sus prisioneros, mientras nosotros, desde nuestra butaca, somos cómplices pasivos, simples voyeurs, de humillaciones, golpes y sadismo al pasto. Esto no tiene nada de original: lo provocadoramente discutible de la propuesta de Haneke es que, al romper en más de una ocasión la “cuarta pared” fílmica, el cineasta nos hace cómplices involuntarios de lo que está pasando. En alguna ocasión, Paul se dirige hacia la cámara –hacia el público, pues- y le guiña el ojo; en otra, trata de explicarle a sus torturados que no puede matarlos rápidamente por respeto a todos nosotros –“no alcanzaría el tiempo para un largometraje”-; y, al final, cuando todo ha terminado, nos sonríe mientras inicia otro demencial juego sádico con otra incauta familia acaudalada.
No hay, en realidad, tanta violencia explícita. Dos de las muertes que suceden en el filme ocurren, de hecho, fuera de cuadro. La provocación se erige no en la puesta en imágenes –ascética y elíptica, como es común en la obra de Haneke- sino en el cuestionamiento directo hacia el público: ¿has entrado a ver cómo se tortura a una familia? ¿Eso te divierte? ¿Eso te entretiene? Pues eso te daré, dice desde su discutida/discutible altura moralista Haneke.
¿Qué persiguen, qué quieren, qué buscan, ese par de psicópatas de modales ejemplares? Muy sencillo: hacer sufrir a sus prisioneros, mientras nosotros, desde nuestra butaca, somos cómplices pasivos, simples voyeurs, de humillaciones, golpes y sadismo al pasto. Esto no tiene nada de original: lo provocadoramente discutible de la propuesta de Haneke es que, al romper en más de una ocasión la “cuarta pared” fílmica, el cineasta nos hace cómplices involuntarios de lo que está pasando. En alguna ocasión, Paul se dirige hacia la cámara –hacia el público, pues- y le guiña el ojo; en otra, trata de explicarle a sus torturados que no puede matarlos rápidamente por respeto a todos nosotros –“no alcanzaría el tiempo para un largometraje”-; y, al final, cuando todo ha terminado, nos sonríe mientras inicia otro demencial juego sádico con otra incauta familia acaudalada.
No hay, en realidad, tanta violencia explícita. Dos de las muertes que suceden en el filme ocurren, de hecho, fuera de cuadro. La provocación se erige no en la puesta en imágenes –ascética y elíptica, como es común en la obra de Haneke- sino en el cuestionamiento directo hacia el público: ¿has entrado a ver cómo se tortura a una familia? ¿Eso te divierte? ¿Eso te entretiene? Pues eso te daré, dice desde su discutida/discutible altura moralista Haneke.
Diez años después de Juegos Divertidos, Haneke realizó pues, Juegos Sádicos, el remake casi cuadro por cuadro y diálogo por diálogo, sólo que en inglés y con un reparto hollywoodense encabezado por Naomi Watts. Por lo demás, estamos exactamente ante el mismo filme, la misma provocación, la misma táctica. Por eso, vistas una después de la otra –como yo lo hice, de hecho- Juegos Sádicos pierde buena parte de su impacto. Y, para ser honestos, no estoy muy seguro que esta versión americana cumpla con su cometido: ¿realmente el público estadounidense se habrá sentido ofendido porque Haneke les restregara su gusto por la violencia? ¿O se habrá encogido de hombros, diciendo: “no hubo la suficiente sangre”? Tengo la sensación que la reacción fue, más bien, la segunda.
Comentarios
Sólo que con Haneke parece más un ensayo grabado de la obra teatral.
Leo
Lo que si se es que en el estreno de la película original (Cannes 1997) varios espectadores abandonaron la sala porque, al parecer, esperaban otro tipo de violencia. Curiosamente Haneke mencionó tiempo después que si la cinta era un éxito, sería porque la gente no entendería el mensaje original...
Si han visto las películas, notarán que no hay violencia física explícita, pero la psicológica creo que sí funciona. En especial me parece exasperante -y enfermizo, de hecho- la rutina de los huevos que es lo que desata el pretexto para la invasión del hogar. Y, bueno, a fines de los 90 el tema de la codificación de la violencia a través de los medios masivos estaba muy de moda. Benny's Video, de Haneke, trataría un tema similar, aunque aquí lo importante es el rompimiento directo de la cuarta pared.
En resumen: de flojera y pena ajena.
Rackve: Creo que podrías ver la primera, si la consigues. Está en DVD de Región 1. Y si ves la primera, creo que te puedes ahorrar el remake.
En cuanto a Psicosis... Bueno, puedes leer mi reseña (positiva, por cierto) del remake en este mismo blog.
Acaban de nominar a Tom Cruise como Mejor Actor de Reparto, por su papel en Tropic Thunder; dicho sea de paso va a estar en mis propios finalistas del blog.
Y VIVA el torture horror, su morbo y la diversión que encuentro a ellos. Y Haneke apesta.
Informamos que ha sido publicado el número 7 de la revista de cine y literatura:
SHANGRI-LA.
DERIVAS Y FICCIONES APARTE.
Contiene un monográfico titulado:
MEMORIA/S DE AUSCHWITZ.
Se puede descargar en
http://shangrilatextosaparte.blogspot.com/
Un saludo.
Shangri-La
www.shangrilaediciones.com
Saludos!
MALDITOS.
¿Trabajaste hoy? ¿Qué no es "el día del trabajador bancario" o algo sí?
Por otro lado, parece que si, quitaron esa de 'Nick y Norah'. Lástima porque estaba bastante bien la pelicula. Tiene muy buenos momentos, buena música, buena química entre los protagonistas y Nueva York de noche como telón de fondo, con esos elementos a la mano solo se necesita un director mas o menos competente y listo.