El evangelio del 2017... según Naief Yehya/VIII
Como en años anteriores, el escritor (crítico, ensayista, novelista) nos comparte su lista de lo mejor del año.
Diez de lo mejor del cine que sí vi en 2017:
- Blade Runner 2049, de Denis Villeneuve. Un absoluto prodigio fílmico que extiende
la mitología y leyenda de su antecesora, sin duda el mejor filme de
ciencia ficción de la historia. Villeneuve tenía una dificilísima tarea,
no sólo de justificar la necesidad de una secuela, sino también de hacerla
relevante. El resultado es un portento estético, una historia compleja y
filosóficamente maravillosa. Valió la pena la espera de más de tres
décadas. Mi intuición me llevaría a terminar la lista aquí, pero por
respeto al oficio sigo con las otras nueve.
- Dunkirk, de Christopher Nolan. Una obra bélica fascinante contada desde
tres perspectivas y tres tiempos: tierra, mar y cielo. Una propuesta
devastadora del terror, el valor, la cobardía y el caos de un conflicto.
La premisa central es el sacrificio ciudadano ante la adversidad y la
derrota. No hay triunfalismo ni celebración del mito de la guerra sino de
la supervivencia del espíritu.
- Happy End, de Michael Haneke. Una oscurísima reflexión sobre la burguesía,
la culpa social, la disfuncionalidad familiar y uno de los temas favoritos
de este genial autor: la venganza intergeneracional. Este filme viene en
cierta forma a conectarse con su anterior Amour, en un tono de discreta comedia negra. Pero así como Funny games tenía muy poco o nada
de “funny”, el final feliz aquí es tan sólo un guiño sórdido y brutalmente
cruel.
- Zama, de Lucrecia Martell. Esta impresionante adaptación de la novela
de Antonio Benedetto ofrece una prodigiosa reinvención del mundo a través
de los ojos de un funcionario de la corona española olvidado en Paraguay,
donde sueña con reconocimiento y tan sólo es objeto de desprecio. Una obra
visualmente apabullante y genial que cuestiona la manera en que entendemos
la historia de la colonia.
- Alien Covenant, de Ridley Scott. El eslabón entre Alien y Prometheus
es una de las cintas más oscuras y pesimistas jamás filmadas. Una visión
negrísima que entrelaza el thriller de horror íntimo con la épica
expansiva de los xenomorfos para pintar una muy apropiada instantánea de
una época de grotesco nihilismo suicida como la que vivimos.
- The Killing of the
Sacred Deer, de Yorgos Lanthimos, es una
inquietante e hilarante alegoría con toques de historia de hadas y
resonancias bíblicas en la que se explora la naturaleza de la culpa y la
redención. Una brillante continuación a la anterior La langosta, en donde una vez más este fenomenal director
griego crea un extraño universo regido por leyes peculiares.
- Get Out, de Jordan Peele, es una espléndida historia de horror que da un
giro hacia la paranoia racial, la tensión social en la era de Obama y
desde ahí revisa las convenciones genéricas. Con su espléndido reparto, un
guión repleto de frases memorables y destellos de valiente comedia social,
este es un filme condenado a volverse un clásico.
- Hermia y Helena, de Matías Piñeiro. Una brillante celebración shakespeariana que
salta entre Buenos Aires y Nueva York para entrelazar una serie de
historias de encuentros y desencuentros, de relaciones siempre al borde de
la ruptura. Piñeiro emplea una estructura que rompe la linearidad con
humor e ingenio para revelar los motivos y pintar un entrañable retrato
generacional.
- Atomic Blonde, de David Leitch. Un demencial y frenético filme de espías,
intrigas de la guerra fría, tecnopop de los 80 y Charlize Theron como
agente bisexual. Como suele suceder en estas obras, un guión abigarrado,
confuso y delirante es pretexto para una serie de coreografías de acción y
secuencias violentas de un calibre incomparable que se toma el tiempo de
rendir homenaje a Stalker, de
Tarkovsky. Un verdadero deleite fílmico.
- Twin Peaks: The Return, de David Lynch. Imposible sintetizar las emociones encontradas
que produce este ambicioso caleidoscopio seudo-anti metafísico de mundos
paralelos, visiones infernales, cursilería, doppelgängers y frustrantes
delirios sin aparente sentido. Un largo y fascinante experimento que no es
tele ni cine sino Lynch explorando con indulgencia su subconsciente. Y
nada podría ser más agradecible.
Y sí, omití Lady Bird, Star Wars, Call Me By Your Name
y The Square, entre muchas otras que
no pude ver o que simplemente no me parecieron tan memorables.
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