Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCLXXIV
Una mujer fantástica (Chile-Alemania-España-Estados Unidos, 2017), de Sebastián Lelio. La recién ganadora del Oscar 2018 a Mejor Película en Idioma Extranjero no era la mejor opción entre las nominadas -ni siquiera creo que es la mejor cinta de Lelio- pero sí es la más necesaria de todas. Estamos ante una convencional woman's film que tiene su mayor audacia en el carisma de su protagonista trans, Daniela Vega. Mi crítica en la sección Primera Fila del Reforma del viernes pasado. (** 1/2)
Recuerdos desde Fukushima (GrüBe aus Fukushima, Alemania, 2016), de Doris Dörrie. La cineasta alemana Dörrie reaparece en la cartelera mexicana -en el circuito cultural, en todo caso- con este woman's film por partida doble. La payasa alemana Marie (guapa y grandotota Rosalie Thomass) llega a la Fukushima del título para tratar de alegrarle la vida a los sobrevivientes del terremoto, tsunami y accidente nuclear en la citada ciudad.
El problema es que Marie no está en el mejor momento para levantarle el ánimo a nadie (eso lo descubriremos en su momento), aunque termina haciendo migas y compartiendo los días con Satomi (Kaori Momoi), una madura sobreviviente, antigua geisha, que regresa a su casa destruida para reconstruir no solo su hogar, sino su propia vida.
Como en toda buddy-movie que se precie de serlo, la diferencia de temperamentos, culturas y hasta tamaños (Thomass es una tosca "elefante", Satomi es elegante y pequeñita) será el centro argumental de la película y, al final de cuentas, una y otra terminarán sanando gracias a esa relación.
La película, previsible a leguas, tiene todas las buenas intenciones del mundo y muy poco más. Eso sí, por lo menos hizo que descubriera la existencia de Rosalie Thomass. (-)
De las muertas (México, 2016), de José Luis Gutiérrez. El quinto largometraje del especialista en thrillers Gutiérrez -con una curiosa incursión en el cine religioso con el remake de Marcelino (2010)- está ubicado en un municipio ficticio mexicano, Malagua, en el que abundan las violaciones y feminicidos -o sea, pudo haber estado ambientado en cualquier parte del país.
El asunto es que hay un asesino serial suelto, un profesor llamado Ángel (Tomás Rojas) que es detenido y acusado de los crímenes -incluyendo el de su propia hija adolescente Ángela (Arantza Ruiz); un periodista, Julio (Héctor Kotsifiakis), que investiga por su parte el caso (Héctor Kotsifiakis); y un tal comandante Navarro (Enrique Arreola, siempre bienvenido) que acaso esté más interesado en tener a alguien en la cárcel que en resolver los horrendos crímenes de esas jovencitas. Al final, la película se resolverá con una vuelta de tuerca inesperada que se quiere -y que resulta, la verdad sea dicha- shocking.
Un thriller entretenido con un regusto de serie B a la mexicana. No más, pero tampoco menos. No es una virtud desechable en un género tan poco transitado y tan poco logrado como el thriller, en el contexto de un cine comercial nacional plagado de tantas (y tan malas) comedias. (*)
Roman J. Israel, Esq.: Un hombre de principios (Roman J. Israel, Esq. EU, 2017), de Dan Gilroy. El segundo largometraje como director del guionista metido a cineasta Gilroy es, después de su extraordinaria opera prima Primicia mortal (2014), un previsible pago de piso hollywoodense. Es decir, después de llamar la atención con ese ya mencionado sólido thriller periodístico-carroñero, Gilroy sirve aquí como mero yes-sir-man de una gran estrella que funge como su propio productor ejecutivo y que, en el camino, se ganó su octava nominación al Oscar como mejor actor: Denzel Washington.
El actor interpreta al Roman J. Israel del título, un abogado que se quedó estancado, moral, profesional y hasta culturalmente hablando en los años 70. Con su aspecto desaliñado, su afro setentero y su selección de música de esa década, Israel es el socio/empleado de un pequeño bufete dedicado a atender casos de derechos civiles. Cuando el socio principal muere, Israel queda completamente desamparado y como tiene pocas o nulas habilidades sociales -es obvio que es autista, aunque altamente funcional-, el tipo entra en una crisis económica y existencial. Entra al rescate -más o menos- el joven abogado George Pierce (Colin Farrell, cada vez más confiable) -el encargado de liquidar el bufete en donde trabajaba Israel-, quien se lleva al anacrónico tipo a su propia compañía, que cobra miles de dólares la hora. Ahí, en ese nuevo entorno, Israel tendrá que demostrar si es o no el hombre de principios que anuncia el título en español o si es capaz de caer en las tentaciones del poder y, sobre todo, el dinero.
El guion escrito por el propio Gilroy está lleno de elementos si no inverosímiles, si por lo menos demasiado azarosos, sin mencionar que todo lo que sucede en la cinta pasa en unas cuantas semanas, lo que hace más difícil de creer el arco dramático por el que pasa el protagonista. De todas formas, la actuación de Washington, como de costumbre, es irreprochable, a tal grado que llega a ser no solo interesante sino hasta conmovedor a su personaje.
Logrado el objetivo del pago de piso hollywoodense -su estrella productora ganó su nominación al Oscar-, es de desear que Gilroy se acerque a proyectos más interesantes que esta muy decente cinta-de-papá. Después de todo, ya demostró que puede hacer mejores cosas con Primicial mortal. (**)
El actor interpreta al Roman J. Israel del título, un abogado que se quedó estancado, moral, profesional y hasta culturalmente hablando en los años 70. Con su aspecto desaliñado, su afro setentero y su selección de música de esa década, Israel es el socio/empleado de un pequeño bufete dedicado a atender casos de derechos civiles. Cuando el socio principal muere, Israel queda completamente desamparado y como tiene pocas o nulas habilidades sociales -es obvio que es autista, aunque altamente funcional-, el tipo entra en una crisis económica y existencial. Entra al rescate -más o menos- el joven abogado George Pierce (Colin Farrell, cada vez más confiable) -el encargado de liquidar el bufete en donde trabajaba Israel-, quien se lleva al anacrónico tipo a su propia compañía, que cobra miles de dólares la hora. Ahí, en ese nuevo entorno, Israel tendrá que demostrar si es o no el hombre de principios que anuncia el título en español o si es capaz de caer en las tentaciones del poder y, sobre todo, el dinero.
El guion escrito por el propio Gilroy está lleno de elementos si no inverosímiles, si por lo menos demasiado azarosos, sin mencionar que todo lo que sucede en la cinta pasa en unas cuantas semanas, lo que hace más difícil de creer el arco dramático por el que pasa el protagonista. De todas formas, la actuación de Washington, como de costumbre, es irreprochable, a tal grado que llega a ser no solo interesante sino hasta conmovedor a su personaje.
Logrado el objetivo del pago de piso hollywoodense -su estrella productora ganó su nominación al Oscar-, es de desear que Gilroy se acerque a proyectos más interesantes que esta muy decente cinta-de-papá. Después de todo, ya demostró que puede hacer mejores cosas con Primicial mortal. (**)
Comentarios
También vi la de Lelio. Como comenté por ahí, me gustó un poco más Gloria, sobre todo por el tono un poco más dinámico y ameno de aquella, sin embargo, esta es muy buena también. Esos momentos metafóricos como el del encuadre que elegiste para entrada, me gustaron mucho. Me desesperó un poco la impotencia del personaje principal, pero supongo esa es justo la intención.
Y bueno, qué presencia tan magnética la de Daniela Vega, wow.
Me pareció que pierde mucho ritmo hacia la mitad pero bueno, ver a Denzel siempre es un espectáculo así que no estuvo mal la cosa.