MICGénero 2012/III



Los niños y la guerra: el tema ha sido tratado una y otra vez en el cine y las buenas películas sobre un asunto tan horrendo -el crecer en tiempos de guerra- son legión, algunas de ellas de la estatura artística/moral de, digamos, Juegos Prohibidos (Clément, 1952) o La Infancia de Iván (Tarkovski, 1962), para mencionar sólo dos clásicos irrefutables. He agregado el adjetivo moral a "la estatura" de las dos cintas mencionadas porque creo que colocar niños en una guerra es una vía relativamente fácil para echar choros sobre la crueldad de los adultos, la inocencia de la infancia y la estupidez de la violencia, etcétera, etcétera, etcétera. Vaya, es un tema que se presta para la explotación más chabacana, por lo que se necesita, además de talento, cierto nivel de inteligencia moral para evadir el sermoneo más obvio. Por esto mismo, porque evita caer en este tipo de cine tan predecible, Los Colores de la Montaña (Colombia-Panamá, 2010), opera prima de Carlos César Arbeláez, me pareció  una película tan valiosa. 
La premisa no es, para nada, nueva. A lo mucho, lo original está en el escenario: estamos en algún lugar de las montañas de Colombia, en una zona remota, asolada lo mismo por la guerrilla que por el ejército y/o los paramilitares. Para los que viven en este lugar tan naturalmente bello, no hay manera de ganar: si estás con un bando, te conviertes en enemigo del otro. Y si te niegas a estar con alguno de ellos, los dos te catalogan como sospechoso. 
Manuel (formidable Hernán Mauricio Ocampo) tiene nueve años y todas estas broncas entre el gobierno y la guerrilla no le podrían interesar menos. A él lo que le preocupa es que su balón de fútbol que le dio su papá (Hernán Méndez) en su cumpleaños, terminó en una zona que presumiblemente está llena de minas, colocadas ahí para hacer volar guerrilleros. Él y sus amiguitos, el grandote Julián (Nolberto Sánchez) y el albino anteojudo "Poca Luz" (inolvidable Genaro Ariztizábal), buscarán recuperar el susodicho balón para iniciar el ansiado torneo de fut que vienen planeando desde hace tiempo.
La cinta, escrita por el propio cineasta, está realizada desde la perspectiva de los niños, especialmente de Manuel. Aunque sabemos de los problemas de los adultos -la frustración de la guapa maestra de escuela (Natalia Cuéllar) ante la violencia que la rodea; las broncas maritales entre los padres de Manuel, quienes no terminan de ponerse de acuerdo en lo que tienen que hacer; el miedo creciente de la población ante las amenazas de la guerrilla y los abusos de los (para)militares-, la cámara de Óscar Jiménez se queda a la altura de los escuincles, de sus pláticas -a ratos a veces incomprensibles por el acento colombiano-, de sus travesuras -el espectáculo que montan para ellos mismos con un par de conejos-, de sus confidencias -Julián le habla a Manuel de su hermano guerrillero y presume su conocimiento de los calibres de las balas- y de sus talentos y aficiones -a Manuel, además del fut, le gusta dibujar. 
Arbeláez no permite ningún tipo de ñoñerías. Es cierto, los niños son simpáticos, pero también pueden ser impertinentes, abusivos, groseros, tercos y, qué remedio, infantiles. Es decir, se comportan como cualquier niño normal, incluso en una situación tan terrible como la que están viviendo. Con este mismo tono se muestran los personajes adultos, sin idealizaciones ni brutalizaciones de ningún tipo. No hay explotación morbosa de la violencia, no hay sermoneo moralino de ninguna especie y, en el desenlace, no hay solución simple a la vista. Y es que, como dice el clásico colombiano que se escucha en los créditos finales, "los caminos de la vida/son muy dificil de andarlos...". Si lo sabrá esta gente, en especial estos niños.

Los Colores de la Montaña se exhibe hoy sábado 1 de septiembre a las 20 horas en el CCU.

Comentarios

Anónimo dijo…
Hola Ernesto, la premisa pareciera directitamente sacada de un evento de la película Turtles can fly, de Ghobadi. Si mal no recuerdo también había un personaje llamado pocaluz, o era ese inolvidable niño de ojos cruzados.
Habrá que verla.
Saludos
Así es, anónimo. No hay muchas novedades en esta cinta colombiana, sólo el escenario. Pero está muy bien realizada.

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