Ted
En los años 80, un solitario niño de 8
años llamado John Bennet (Bretton Manley) pide como deseo de Nochebuena que su
osito de peluche que acaba de recibir como regalo cobre vida. No anda por ahí
ningún ángel distraído del tipo de Clarence (Henry Travers) de ¡Qué Bella es la Vida! (Capra, 1946)
pero el resultado es el mismo: el deseo es concedido y el Oso de Peluche –que
fue bautizado por John como “Teddy”- cobra vida propia, cual Pinocho de nuestra
época.
El
tiempo pasa y John ha crecido para convertirse en Mark Wahlberg. Ted, por su
parte, sigue igual –los osos de peluche no crecen-, pero ahora tiene una voz
barriobajera, fuma mota como si se fuera a acabar, no hace otra cosa más que
ver televisión (sea Bob Esponja o la cult-movie
ochentera Flash Gordon/Hodges/1980,
de tantos recuerdos para mi generación) y le da por invitar prostitutas
cochinotas –en más de un sentido- al departamento. Ted es, pues, el perfecto
amigo desmadroso y desobligado que todos tenemos/tuvimos o que todos deseamos
ser en algún momento. El problema para John es que esa amistad indisoluble con
Ted por casi tres décadas lo tiene estancado existencialmente, pues se ha convertido en una suerte de ni-ni (ni estudia ni –casi- trabaja) que no tiene una sola
ambición, ni siquiera la de casarse con Lori (Mila Kunis), su dulce,
comprensiva y despampanante novia
ejecutiva.
Ted (Ídem, EU, 2012), primer
largometraje del creador/escritor de series televisivas cómicas/animadas Seth
MacFarlane (de “El Laboratorio de Dexter” a “Padre de Familia”, pasando por
“Johnny Bravo” o “American Dad”) es, por supuesto, una fantasía. Pero no porque
tenga como personaje co-protagónico (¿o copro-tagónico?) a un oso de peluche
parlante, sino porque representa el sueño perfecto de toda una generación ya
madurita que se niega a crecer, tener ambiciones ni, mucho menos,
responsabilidades.
Así,
el treintañero John es un empleado bolsón y desobligado de una empresa de renta de
automóviles, se intoxica un día sí y otro también con su amigo de toda la vida,
tiene discusiones interminables sobre las virtudes de, digamos, Flash Gordon, y este comportamiento
inmaduro y adolescente no evita que el susodicho vaquetón tenga como novia a,
nada menos, Mila Kunis. Supongo que muchos espectadores de este filme –me
incluyo- estaríamos dispuesto a vivir, por lo menos, un fin de semana como lo
hace el John Bennett de Mark Wahlberg. He aquí la elemental fantasía masculina
que representa Ted y la explicación
de su éxito económico. (Al momento de escribir estas líneas, tiene una taquilla
mundial de más de 200 millones de dólares y el filme tuvo un presupuesto de 50 millones
de billetes verdes).
Hay
otro elemento adicional: la cinta funciona razonablemente bien en el terreno de
la comedia. Por supuesto, no todos los gags dan en el blanco –por ejemplo, el
escatológico sobre el excremento de la prostituta, no; la pelea entre Ted y un
pato ¿llamado James Franco?, sí-, las interminables referencias pop y/o
cinefílicas obligan a que el espectador tenga un nivel de información muy
particular, y muchos de los chistes verbales o visuales presumen una vulgaridad rampante, pero todo lo anterior es, por supuesto, un listado de
características, más que de defectos.
Como
cineasta, MacFarlane se muestra por lo menos competente –me queda la impresión
que con una edición más justa hubiera resultado una cinta más efectiva-, y
tiene su mejores momentos al dirigir a sus actores, especialmente a Mark
Wahlberg y a sí mismo, pues el propio MacFarlane le presta su voz al
ingobernable borrachales, lascivo, mariguano y entrañable Ted. De hecho, la interacción
entre estos Dos Tipos de Cuidado
(Rodríguez, 1953) llega a ser, al final, hasta conmovedora.
Por supuesto, es
obvio que MacFarlane quiere tanto a Ted que le resulta imposible hacerlo a un
lado: se trata del perfecto id freudiano, que estará ahí, para siempre, aunque
John Bennett se case con la señorita Kunis. Medio enfermizo el asunto, si uno
lo piensa un momento. O enfermizo y medio.
Comentarios
La cosa es que este mundo no es, como aquel donde se desenvolvía Don Draper y sus cuates publicistas. Este mundo de hoy es uno con menos recursos, mas gente, con una competencia feroz, rampante y despiadada y donde las generaciones anteriores aun gozan de beneficios de sistemas anteriores y que no dejan espacio para las nuevas generaciones, por ejemplo, los paquetes de jubilacion de trabajadores de instituciones como Pemex, Banxico o el Seguro Social que le cuestan trillones de dolares a los gobiernos respectivos y que no dejan espacio para nuevo presupuesto para nuevos empleos para nuevas generaciones. A eso sumenle la crisis mas grave que le ha tocado vivir a este planeta y como consecuencia de ello, tenemos 8 millones de desempleados solo en Estados Unidos, quien sabe cuantos mas en España y no se diga en Mexico. Con eso tenemos el medio perfecto para tener muchos Ben Stones o John Bennets alrededor del mundo. De ahí tal vez, el exito de la película, mucho nini por todos lados...
Si me apresuran un poco, el John Bennet de Ted es un poco mas maduro, por lo menos no vive con sus papas y tiene un trabajo. Actualmente en Italia por ejemplo, hay millones de jovenes en edad productiva que viven con sus papas y que no trabajan, ni estudian ni nada. A que se dedican? sepa la bola, lo que ocurre en Ted es una buena aproximación seguramente ja!
Bueno, a eso agreguenle que el condenado Oso es un personaje muy carismático y por ahi se piede explicar también, el éxito de la cinta. Se trata de un oso adorable pero mal hablado, vulgar, junkie y desmadroso. Es facil decirlo a posteriori, pero la idea se me hace genial, por mas simple que parezca. No sé como no se les había ocurrido antes...
Saludos
Pero hey! el tema central es la inmadurez no? Sindrome de Peter Pan right? Pues lógico es esperar que el director se comporte igual!
En lo personal a mi se me hubiera hecho un toque de genialidad que Ted se apartara pero nos dejara unos lindos Tedcitos con la cajera del Seven-Eleven, al mas puro estilo de Turner & Hooch (aquella con Toma Hanks) jajajaja
Pero bueno, así como la dejaron me gustó bastante. Llémenme cursi adorador de finales felices, que remedio...
pd: por cierto, "id Freudiano" no bueno! Por detallitos como esos es usted mi crítico favorito Don Diezmartinez, pone usted la vara muy alta caray
pd2: bueno ya, adios a todos :)
¿Ted creció? ¡Claro que creció! Tiene deseos sexuales, se ha cogido a cuanta mujer tiene en frente, conoce autores, libros, tiene agallas; sin embargo no aprovecha ese potencial: no madura.
Dignos de su generación, ambos tienen el síndrome de Peter Pan pero es obvio por sus maneras de vivir: por un lado Jhon fue rechazada socialmente, tiene miedo de enfrentarse y convivir con el mundo; por otro Ted vivió de su fama (la cual sólo era ser un peluche con vida) por eso no tiene idea de cómo trabajar.
Lo que me parece rescatable es que la película cumple con la premisa: La amistad es más fuerte que el amor. La amistad entre Ted y Jhon (que prometieron siempre estar juntos) y la amistad entre los 3.
Lo que no tiene perdón son las subtramas. ¡Pésimas! Hay alrededor de 6 personajes que interactúan con los protagónicos, y de los cuales no sabemos nada.
Hasta aquí mi opinión.
La Mujer del Sombrero: Gracias y bienvenida a los comentarios.
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Yo no le tengo que buscar a la razon del exito de Ted: dura una hora cuarenta, a razon de un chiste por minuto mas o menos. En la funcion a la que fui, todos los chistes cuajaron y hubo risas toda la pelicula. Hace mucho que no veia eso en una comedia de este tipo.
Y, en efecto, como apuntabas hace unas semanas, Ernesto, ya se esta haciendo cliche el que el protagonista bueno para nada tenga una novia que en la vida real simplemente es como tener un unicornio en el patio.