Bedlam


¿Quién es el autor de una película: el director, el guionista, el cinefotógrafo, la estrella todopoderosa, el jefe del estudio, el productor? Para quienes la teoría del cine de autor sigue teniendo algo de sentido, como quien esto escribe y con todos los asegunes habidos y por haber (...que el cine es un arte colaborativo por excelencia, que no se puede hablar de individualidad cuando todos dependen de todos...), la respuesta es clara: el responsable último del resultado es el director. Y, sin embargo, afirmar lo anterior, sin matiz alguno, es inexacto cuando no francamente tramposo. En casi todos los casos que uno pueda mencionar, no toda la fuerza intelectual/creativa está en manos del director de cine, quien comparte responsabilidades con el guionista, el fotógrafo, sus actores, su editor... y, claro, en muchas ocasiones, con el productor o la propia casa productora.
Célebres productoras como la casa Ealing británica, la Warner hollywoodense de los años 30/40 o la Hammer inglesa de los 50 nos remiten a un tipo de cine en específico, con temas, estilos, actores o géneros, fácilmente identificables. Y si nos remitimos a nombres, más aún: ¿no es cierto que hablamos del cine de Val Lewton sin darnos cuenta que, en realidad, el productor nacido en Ucrania no dirigió una sola cinta, pero de todas formas es la fuerza creativa detrás de una decena de filmes de horror realidados en la RKO de los años 40?
Valga todo este preámbulo para concentrarnos en Bedlam (Ídem, EU, 1946), cinta producida por Lewton y dirigida por el buen artesano Mark Robson, quien antes de hacer el cine de estrellas y gran presupuesto con el que se le le reconocería en los años 50/60/70, hizo varias modestas películas de horror para la RKO y bajo la égida de Lewton. De entre los cinco filmes que Robson dirigió teniendo a Lewton como productor, acaso el más interesante -aunque no sea de horror, propiamente dicho- es, precisamente, Bedlam.
Inspirado en el octavo grabado de una serie realizada por William Hogarth y conocida como The Rake Progress, el guión escrito por el propio Robson y Lewton -bajo el seudónimo de Carlos Keith-, Bedlam nos ubica en la Inglaterra de fines del siglo XVIII, en el manicomio St. Mary's of Bethlehem -popularmente conocido como Bedlam-, manejado con sádica y torcida crueldad por Master George Sims (Boris Karloff, nada menos). Cuando la proto-feminista e intelectual Nell Bowen (Anna Lee) atestigua el trato que Sims le da a los pobres diablos que caen en sus garras, la mujer se convierte en una amenaza para la continuidad de Sims en esa institución. El siniestro tipo encontrará el perfecto pretexto para castigar a Bowen cuando ella caiga de la gracia del rídículo aristócrata Lord Mortimer (Bill House), quien usará todas sus influencias para que la mujer termina precisamente en Bedlam, acusada de haber perdido la razón.
Temáticamente hablando, el discurso ideológico de Bedlam, la película, es clarísimo. Dos visiones del ser humano se contraponen: la idealista de, digamos, Rouseeau, que defiende Bowen; y la pesimista de, digamos, Hobbes, que apoya Sims. Sin embargo, lo mejor del filme, más allá de esta pedante digresión académica, es la puesta en imágenes de Robson en los oscuros, tenebrosos, interiores de Bedlam, con su inolvidable galería de locos-no-tan-locos (como el abogado interpretado por Ian Wolfe) y sus locos-inofensivos-pero-peligrosos (como la inesperada vengadora que hace justicia por propia mano).
El final es digno de la B-movie que es Bedlam: un desenlace superficialmente feliz pero, en realidad, desafiante, amoral, pues justifica no sólo el asesinato sino el emparedamiento del horrendo y, ese sí, enfermo villano inolvidable.

Comentarios

Anónimo dijo…
Digamos, una película escrita y dirigida por Almodóvar siempre será igual en su tono y estilo, aunque cambie de fotógrafo, de actores, de utileros, etc. Porque en el fondo, lo que se mantiene son las órdenes de Almodovar. Si él quiere un teléfono rojo carmesí, los demás sólo tienen derecho a obedecer. Si él quiere tal o cual color en la imagen, al fotógrafo sólo le queda obedecer. El cine es, en mi punto de vista, un arte individual, pero un trabajo (trabajo) colectivo. El utilero no es artista. El director sí. Y por más talento que tenga un fotógrafo o un actor, si el director quiere este o aquello, al actor y al fotógrafo no les queda más remedio que obedecer.
Anónimo S.
Ah, Bedlam, qué ganas de volver a verla. Hay, o mejor dicho, hubo una secuela bastarda llamada Beyond Bedlam. Inglesa, derivativa, pasable.
Órale. Esa no la conozco, para que vea.
Rimekim dijo…
Sorry por el comentario off-topic, pero sólo paso para presumir que ayer se me hizo ver Cantando bajo la lluvia en la pantalla grande. Y el viernes que entra no me pierdo Psycho y The Shining.

Bueno, alguna ventaja tenía que tener vivir aquí en Juárez...
Rimekin: El día que la vi por vez primera, en mi lejana adolescencia, lo hice en tres ocasiones: en la función de las 4, de las 6 y de las 8 (en aquel tiempo no había funciones a las 10, que si no...).
Me refiero a Psicosis en pantalla grande. Ninguna otra cinta ha merecido ese tratamiento de mi parte ni antes ni después.
En cuanto a Singing in the Rain es la cinta, junto con El Ciudadano Kane, que he visto en más ocasiones. Probablemente.
Rimekim dijo…
Por cierto, la presentación estuvo precedida por una divertida plática entre Nick Clooney y Debbie Reynolds ahí mismo en la sala de cine.

Para los que no estamos en grandes ciudades, las oportunidades de ver clásicos como estos no son muy comunes, así que hay que aprovecharlas cuando se presentan.

Por otra parte, y sin querer entrar en detalles de fechas, ¿cuando viste Psycho fue en su estreno?
Épale... Nací el 66. Ya sé que escribo como viejo, pero no lo estoy. Tanto, digo.

No recuerdo la fecha, pero debí haberla visto a inicios de los 80 por vez primera en pantalla grande tal y como lo escribí: tres veces el mismo día.
Rimekim dijo…
Jaja... Creo que estuvo muy mal formulada la pregunta. La razón era porque no me cuadraba que la hubieras visto en su estreno pero... Bueno, ni como defenderme. Pero la verdad es que siempre te había calculado entre 40 y 50.
Joel Meza dijo…
Estoy seguro de haber visto alguna película dos veces seguidas alguna vez, pero en este momento no recuerdo cuál. Eso sí, debe haber sido a principios de los 80s, cuando sólo tenía que estudiar, comer y dormir. E ir al cine.

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