En línea: Ciertas mujeres
A inicios del año, cuando se dieron a conocer las
cinco nominaciones al Oscar de Lady Bird
(2017), incluyendo la de Mejor Directora a la actriz convertida en cineasta
Greta Gerwig, expresé mi desencanto por tantas y tan poco merecidas nominaciones,
tomando en cuenta que si la academia de cine gringa quería expresar una clara
acción afirmativa a favor de las cineastas mujeres –en el año de la caída de Harvey Weinstein,
por supuesto-, podían haber elegido a directoras de auténtico talento y con
mucho mejores películas, como la Kathryn Bigelow de Detroit (2017), la Elizabeth Hittman de Beach
Rats: Ratas de playa (2017) o, claro está, la legendaria Agnès Varda y su Rostros y lugares (2017), su más
reciente cinta que, aunque sí fue nominada, fue derrotada en la categoría de
Mejor Largometraje Documental en la entrega del Oscar 2018.
En
fin, quejarse de quién merece o no una nominación al Oscar es ociosidad pura,
pero para eso sirven las redes sociales –y para intercambiar vídeos de perritos
y gatitos, claro está. Pero, bueno, todo esto viene a cuento porque en la lista
de grandes directoras contemporáneas que merecen más nominaciones y premios de
Academia gringa habría que agregar a Kelly Reichardt, cuya más reciente película,
Ciertas mujeres (Certain Women, EU,
2016), nunca se estrenó comercialmente en México, aunque está disponible desde
hace meses en el sitio web de Cinepolis Klic (www.cinepolisklic.com).
Sobre
tres relatos de la escritora americana Maile Meloy adaptados por la propia
cineasta, he aquí tres vidas femeninas apenas entrecruzadas en algún pueblito
rabón de Montana. La abogada Laura (Laura Dern), que tiene como amante a un hombre
casado (James Le Gros), lucha para hacerle entender a uno de sus clientes
(Jared Harris) que está imposibilitado para demandar a sus antiguos patrones
por haber firmado una injusta indemnización. Gina (la habitual actriz de
Reichardt, Michelle Williams), esposa del tipo con el que se acuesta Laura,
arrastra a su inútil marido para tratar de convencer a un solitario anciano (el veterano reaparecido
Rene Auberjonois) que le venda unas piedras areniscas para con ellas construir
una añorada casa de verano. Y en el tercer –y mejor- relato, una joven indígena
ranchera (Lily Gladstone, el descubrimiento del filme) toma por azar una clase
nocturna con Elizabeth (Kristen Stewart), una abogada recién graduada que,
luego descubriremos, trabaja en el mismo bufete de Laura. Entre las dos
muchachas, Elizabeth y la tímida ranchera sin nombre, irán apareciendo curiosos
rasgos de afinidad, por más que las dos sean, aparentemente, tan distintas.
Como
en su notable obra anterior casi desconocida en México (Old Joy/2006, Wendy y Lucy/2008, Meek’s Cutoff/2010, Radicales/2013), Reichardt desafía los
límites del género –en este caso, el women’s
film- para entregarnos un sereno melodrama sobre tres mujeres que viven en
el límite de sus posibilidades existenciales, económicas y sociales. La abogada
que no es tomada en serio por ser mujer, la esposa que no tiene otro afán que
conseguir unas rocas para hacer chica casota campirana o la marginal y
marginada ranchera indígena que entrevé otra forma de vida nunca antes imaginada,
son personajes muy similares a los anteriores protagonistas de Reichardt: criaturas
dramáticas que sobreviven en los márgenes, que han perdido sus sueños o,
incluso, su capacidad de soñar pero que, aun así, insisten en echar para
adelante.
El cine de Reichardt no es dado a las grandes escenas
climáticas: sus personajes toman decisiones de vida mientras hablan quietamente
por teléfono, discuten sobre cómo levantar una casa, comen una hamburguesa en
algún cafetín nocturno. Pero, acaso por eso mismo, resultan personajes más
cercanos, más entrañables. Pero también, acaso por eso mismo, su cine no es tan
galardonado: la sutileza no cae bien en el mainstream. Pues peor para el mainstream.
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