En línea: Zulú



Una de las menos conocidas víctimas del macarthysmo en el Hollywood de los años cincuenta, fue el escritor, dramaturgo y cineasta sudafricano avecindado en Estados Unidos Cy Endfield, quien inició su carrera como guionista para luego trabajar como director de cortometrajes en la Metro-Goldwyn-Mayer.
Realizador inclinado en un inicio hacia el film-noir, Enfield dirigió a inicios de los cincuentas dos cintas claves del género, Un grito ahogado (1950) y El grito de la furia (1951). Sin embargo, identificado por el Comité de Asuntos Antinorteamericanos como simpatizante comunista, se vio obligado a huir de América. Durante los años 50 Endfield trabajó en la Gran Bretaña como guionista y cineasta, aunque en proyectos muy menores y siempre firmando con diferentes seudónimos (C. Raker, C. Raker Enfield, Hugh Baker) o de plano retirando su nombre de los créditos.
            Sin embargo, pasada la histeria anticomunista, Endfield logró volver a trabajar en proyectos personales y con más libertad, de hecho, que la que llegó a tener en Hollywood. Junto al actor británico Sir Stanley Baker –uno de los intérpretes favoritos de Joseph Losey, otro realizador estadounidense obligado a huir a la Gran Bretaña por las mismas razones-, Endfield fundó su propia compañía productora con la que levantó dos filmes muy exitosos de los 60: el trepidante filme bélico Zulú (Ídem, GB, 1964) y la excelente cinta de aventuras Las arenas del Kalahari (1965). Zulú, disponible insólitamente desde hace unos días en Netflix es, con mucho, la mejor de las dos cintas y, acaso, la obra maestra de Endfield.
1879: Natal, Sudafrica. Un grupo de soldados británicos –más exactamente, galeses- resguarda un hospital en una misión llamada Rourke’s Drift. Estos soldados, que no pasan de cien, tendrán que enfrentarse a cinco mil guerreros zulúes que pretenden arrasar con la misión y toda presencia europea.
            Zulú es uno de los mejores filmes bélicos que he visto. Más que una versión maniquea del asunto –nada de que los británicos son los buenos civilizados y los zulúes unos bárbaros malosos-, Endfield se da a la tarea de analizar con acuciosidad los dos frentes de batalla y las acciones y estrategias de los dos bandos, tan dignos de respeto uno como el otro. Endfield tiene tiempo, incluso, de detenerse en los soldados británicos para escudriñar en sus ideas, sentimientos, caracteres y pensamientos; en sus conceptos de heroísmo, de responsabilidad, de vida y de muerte.
            Dirigida con precisión milimétrica, Zulú es, acaso, la cinta bélica que cuenta con la mejor y más larga batalla en la historia del cine. La batalla en cuestión se extiende durante hora y media y, sin embargo, nunca deja de emocionar, conmover, asombrar. Oportunidad de oro de (re)descubrir este clásico desde la pantalla casera.

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