32 Foro de la Cineteca/IV



Amnistía (Amnistia, Albania-Grecia-Francia, 2010), opera prima del cineasta albano avecindado en Grecia Buyar Alimani, muestra cómo la sociedad albanesa contemporánea está adaptándose a la próxima -aunque sin fecha- entrada del país a la Unión Europea.
Elsa (Luli Bitri), una joven mujer con dos hijitos en ristre, viaja de Pogradec a la capital albanesa, Tirana, a visitar a su marido, condenado a tres años de prisión por problemas derivados de su adicción al juego. Un oficial aburrido le lee, casi literalmente, una cartilla: a partir de ese momento, cada día cinco de cada mes, Elsa tendrá derecho a una visita conyugal. "Se trata de un requisito de la Unión Europea, por eso de los Derechos Humanos", le dice el empleado de la cárcel. Ese mismo día visita la cárcel Sheptim (Karafil Shena), un hombre que trabaja en los talleres de un periódico. El tipo tiene a su esposa también en la cárcel, con una condena similar, aunque el delito de la mujer fue la falsificación de documentos oficiales.
Elsa y Sheptim se cruzan a la entrada y salida de la cárcel, fungen como testigos de una boda juvenil contraída en el fresco-bote, comparten unas cuantas palabras, un trago en un café y, previsiblemente -digo, algo tiene que suceder en este filme- en amantes efímeros. Cuando el gobierno albanés decreta la amnistía del título y las respectivas medias naranjas -cuyos rostros, al modo de Wong en Deseando Amar (2000), nunca logramos ver- están a punto de salir de la prisión, Elsa y Sheptim se dan cuenta que su recuperada pasión mutua -por ellos, por la vida- está a puntor de irse al caño.
Alimani privilegia una puesta en imágenes funcional aunque estática y los diálogos son escasos. Nadie parece particularmente entusiasmado por el momento que está viviendo -con excepción de la joven pareja que contrae matrimonio dentro de la cárcel- y todos sobreviven en una suerte de sopor existencial, Elsa vigilada por su suegro de pocas pulgas (Todi Llupi); Sheptim, matando el tiempo viendo películas porno o tratando, infructuosamente, de arregar la lavadora. Por lo mismo, el desenlace tremendista, escrito por el propio cineasta, pertenece a otra película. Y a otra película no necesariamente mejor.

Comentarios

Abraham dijo…
Termina onda Haneke o como alguno de esos hijos de Reygadas. Yo digo que el final en esta era para despertar a los que se quedaron dormidos.
Abraham: Completamente innecesario. Sería mejor película sin ese desenlace.

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