FICUNAM 2011/I


Desde ayer inició en la Ciudad de México la primera emisión del Festival Internacional de Cine de la UNAM que, más allá de su sección competitiva -un albur, como en casi todo festival de cine-, su plato fuerte estará en las secciones paralelas -se exhibirán algunas películas que difícilmente se verán en estreno comercial en México- y en la retrospectiva completa -cortometrajes inlcuidos- de Apichatpong Weerasethakul, uno de los cineastas favoritos de los festivales fílmicos mundiales en la última década.
Ya lo escribí hace tiempo en este mismo blog acerca de mi relación con el cine de Weerasethakul -o Joe, como le gusta que le digan-, pero lo repito, faltaba más: su cine, ni modo, no termina de convencerme. O, si usted quiere, no logro conectarme con su obra. Aunque, por supuesto, esto es culpa mía y no de Joe: después de todo, el tailandés ya tiene una repisa de premios internacionales que avalan la adoración que muchos siente por él. Por mi parte, debo confesar que el único filme que justifica esa veneración que algunos sienten por su cine es, en mi opinión, Sud Pralad (2004) -programada en el FICUNAM con el nombre de Malestar Tropical-, una cinta cuyos juegos especulares/narrativos me han parecido los más logrados de toda su obra.
En contraste, su película más insoportable -insisto: desde mi perspectiva- es su opera prima Objeto Misterioso al Mediodía (Dokfa nai meuman, Tailandia, 2000). El primer largometraje de un Joe de 30 años de edad -cinta auspiciada por el Fondo Hubert Bals del Festival de Rotterdam- es uno de esos filmes que, contados, suenan fascinantes. Vistos, resultan una plasta.
Realizado en 16 mm. y en blanco y negro, Objeto Misterioso... inicia con una toma extendida de 4 minutos de duración, desde el interior de un automóvil. Joe y su reducido equipo de filmación salen de Bangkok a hacer su película. Que se trata de un cuento, lo sabemos desde el inicio -una leyenda nos anuncia "Érase una vez..."-; lo que no sabemos es de qué tratará, cómo sigue y de qué manera finalizará.
La primera escena de este viaje fuera de Bangkok en busca de una película,es la confesión llorosa de una vendedora ambulante, quien frente a la cámara relata cómo su padre la vendió a su tío por 17 mil baths. No termina de limpiarse el rostro la doñita, cuando alguien fuera de cuadro -Joe mismo, al parecer- le pregunta si no tiene alguna otra historia, "de verdad o de mentiras", que quiera contar. La mujer, desconcertada, piensa un momento y se suelta: pues resulta que érase una vez una maestra llamada Dogfahr, que cuida de un niño lisiado que no puede salir a la calle y entonces...
Así, el relato iniciado por la señora es continuado después por un grupo de pueblerinos -quienes hasta hacen su propia representación musical amateur- y después el cuento lo sigue una anciana que entre risa y risa se echa un alipús, y luego lo continúa una pareja de muchachitas sordomudas y le sigue un grupo de escolares relajientos y... Bueno, usted entiende: el chiste es que la premisa creada por la mujer es continuada por una serie de personajes comunes y corrientes del interior de Tailandia. Así, el documental se fusiona con la ficción: el guión -por llamarlo de alguna manera- es creado por todas estas personas, y en pantalla vemos la película que ellos han escrito, literalmente, sobre la marcha.
Joe declaró en su momento que este experimento nace de una evidente veta surrealista: el conocido juego creativo "cadáver exquisito", a través del cual André Breton y Tristan Tzara, entre otros, se daban a la tarea de escribir textos colectivos, improvisados. Después de haber visto el filme, me viene a la memoria, más que el genio de los surrealistas/dadaístas, cierto ejercicio preparatoriano en el cual un maestro de literatura les deja leer a sus alumnos, digamos, "Casa Tomada", de Cortázar, y les pide luego que imaginen otro final para montarlo en una obrita de teatro. Los resultados suelen ser eso: ejercicios escolares y nada más. Y eso me parece a mí Objeto Misterioso al Mediodía.
Al principio, acepto que el filme resulta prometedor: el melodrama femenino del inicio -una maestra sacrificada que trabaja con un niño lisiado y que, además, tiene un anciano padre enfermo- se transforma en un filme fantástico -una piedra que sale de entre las piernas de la maestra se convierte en un niño- que luego cambia hacia la ciencia ficción -aparecen extraterrestres y toda la cosa- hasta que, hacia el final, unos niños gritones traen a colación a un brujo que se convierte en tigre (¿o era un tigre que se convierte en brujo?: a estas alturas ya me valía madres) y así, hasta agotar la paciencia de quien esto escribe. Lo que podría haber resultado, en forma de cortometraje,un encantador juego de creación fílmica colectiva, se convierte en un insoportable espectáculo amateur cuando, hacia la hora de duración, un grupo de aldeanos hacen una representación teatral de la historia que han inventado. Es evidente que ellos, Joe y todos los que los rodean, se están divirtiendo de lo lindo. Bien por ellos. Porque de este lado, un servidor se aburrió como nunca.

Objeto Misterioso al Mediodía se exhibe hoy viernes a las 13:30 horas en la FES Acatlán.

Comentarios

Christian dijo…
orales se ve bien fumada!
Joel Meza dijo…
Más bien se ve como que podría estar bien fumada y por lo que dices, no lo fue.
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Por otro lado, acá en el rancho se estrenó, milagro de milagros, Presunto Culpable. Dios aprieta, pero no ahorca...
Tyler, Joel: En efecto. "Fumadas", lo que se llama "fumadas", las de Buñuel (Un Perro Andaluz, La Edad de Oro, El Fantasma de la Libertad...). Joe es nada más aburrido... Ah, pero cómo apantalla a los europeos.
Joel Meza dijo…
Entonces, si algún francés, italiano, suizo, etc. hiciera la misma película con doñitas, doñitos, niños e hijos de vecino güeritos y bien comidos, en paisajes occidentales, ¿no tendría el mismo efecto ante esos mismos europeos que premian a Joe?
Joel: No lo creo. El exotismo es el elemento adicional: "¡Vean esos primitivos jugar con el lenguaje fílmico!".
Joel Meza dijo…
"¡Vean esos primitivos jugar con el lenguaje!"
Joel Meza dijo…
En el verano de 2001 tuve la fortuna de acompañar a un amigo de Baja California a participar en un festival de teatro callejero en un pueblo de Francia (yo iba dizque de fotógrafo oficial). Mi amigo dirigía tres grupos teatrales: uno de Baja California, otro de Sinaloa y otro de Puebla. Los actores de Puebla, aprovechando sus rasgos físicos fuertemente indígenas, correspondientes al centro del país, presentaron un espectáculo sobre el descubrimiento y la conquista de Hispanoamérica, muy chistoso y muy reflexivo a la vez. La obra no tenía diálogos, excepto al final, en que decían unas líneas en Español y en Francés. Ese fin de semana me tocó verlo varias veces en distintos escenarios callejeros, ante público principalmente francés. Invariablemente el público pelaba chicos ojotes cuando los actores, vestidos como salidos de un códice, se soltaban hablando en Francés y prorrumpían en aplausos. Reconozco que cuando los ví la primera vez (no los conocía de antes y mi primera impresión de ellos fue precisamente en una de sus presentaciones allá), a mí me sorprendió cuando empezaron a hablar Español. En otras palabras, me dejé llevar por la propuesta. Ni hablar, lo étnico/exótico vende.

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