Festival Cinema Europa 2010/I


Desde el jueves la Cineteca Nacional ha presentado la versión 2010 de su Festival Cinema Europa. Como sucedió el año pasado, ha preparado una interesante programación formada por una docena de títulos provenientes de todos los confines de la Unión Europea. Algunos de los títulos prometen. (La programación completa, aquí).
Por lo pronto, La Eslovena (Slovenka, Eslovenia-Alemania-Serbia-Croacia, 2009), octavo largometraje del veterano cineasta esloveno Damjan Kozole -prácticamente desconocido en nuestro país- resulta ser una leve decepción. La cinta está competentemente realizada y la actriz protagónica Nina Ivanisin es todo un descubrimiento, pero la trama, escrita por el propio cineasta con otros dos guionistas, no es más que un poco sutil melodrama femenino con aspiraciones de crítica social alegórica.
Cualquier lector de este blog sabe que no tengo nada en contra de los melodramas: el problema es que aquí Kozole y sus coguionistas recurren a una serie ininterrumpida de baratones recursos dramáticos que parecen haber salido de alguna mala -perdón por el pleonasmo- telenovela mexicana.
Vea si no: Sasha (Ivanisin) es una ambiciosa joven estudiante de 23 años que vive en la capital eslovena Ljubljana y que mantiene un privilegiado nivel de vida -ropa cara, departamento nuevo- gracias a que se prostituye por las noches, a 200 euros la cogida. La primera de las chambas de Sasha que vemos en pantalla es con un regordote tipo a quien le da un patatús por tomarse unas cuantas viagras de más. La muchacha toma de la cartera del hombre su paga, llama a la ambulancia y se va despavorida del hotel. El fallecido resulta ser un prominente diplomático alemán, así que la policía busca a la prostituta que estaba con el muertito. La muchacha, apodada "la chica eslovena", se convierte en noticia nacional. Pero, ¿cómo nos enteramos de todos estos detalles? Porque el papá de Sasha, un buenazo pero patético rockero anclado en los 60 (Peter Musevski) se lo comenta a su hija cuando ella viaja a su pueblo natal, Krsko, en donde no hay nada más que hacer que emborracharse en los bares e ir al cine a ver alguna vieja película hongkonesa.
Hay muchas otras gratuidades melodramáticas en la cinta: personajes que aparecen sin que vengan a cuento, coincidencias que hacen más dificil la vida de Sasha, situaciones que no llevan a ningún sitio. El discurso alegórico de la película peca, además, de obvio: desde el inicio se nos informa que estamos en 2008, cuando Ljubljana se ha convertido en la capital temporal de la Unión Europea. Durante toda la cinta, vemos caravanas de carros elegantes que paralizan el tráfico de la ciudad: son los grandes potentados que van y vienen por Ljubljana, demostrándole a los eslovenos que ya son ricos, que ya son importantes. Y ahí, en la calle, una jovencita de 23 años busca precisamente eso: ser rica, ser importante.
La cinta se sostiene mínimamente por la novedad que representa -una película eslovena que muestra una parte de la realidad del este europeo-, por la muy profesional realización de Kozole y, sobre todo, por el personaje de Sasha y por la actriz que lo interpreta, la señorita Ivanisin. Hay en el rostro de esta muchacha un inagotado universo de posibilidades dramáticas: el cansancio de sus ojeras, el desafío de sus mirada penetrante, su decepción llorosa al constatar lo peor de la naturaleza humana... Tal vez La Eslovena no valga mucho la pena. Pero la señorita Ivanisin claro que sí.

La Eslovena se exhibe hoy sábado a las 18:30 y mañada domingo a las 16:15 y a las 20:45 horas.

Comentarios

Joel Meza dijo…
... el cansancio de sus ojeras, el desafío de sus mirada penetrante, su decepción llorosa al constatar lo peor de la naturaleza humana...

Estoy casi seguro que así terminaste también tu reseña de Rambo.
optimistic dijo…
pst... 200 euros la cogida?
mmm ha de ser un muy buen palo...

XD
Joel: ¿De la primera o de la última? (Ash... ¿para qué pregunto?).

Optimistic: Creo que sí. Uno de los clientes -un inglés, por el acento- en lugar de 200 euros le da 300. Ella le regresa un billete de 100 y le dice: "No, son 200". Y él: "Déjalos... Te lo mereces". O sea: Yommi.

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