Los Juegos del Hambre: en Llamas
Primero lo obvio: Los Juegos del Hambre: en Llamas (The
Hunger Games: Catching Fire, EU, 2013), es una secuela más lograda que la cinta
inicial de la saga, Los Juegos del
Hambre (Ross, 2012). Aunque, para ser francos, no se necesitaba de mucho
para hacer algo mejor que la blandísima primera película de la tetralogía en
marcha.
Mejores
actores, mejor dirigidos, con mejores escenas de acción. Todo esto puede presumir
Los Juegos del Hambre 2. Nada
realmente sorprendente, pero se agradece el resultado de todas formas. Lo que
sí no esperaba era que, hacia el desenlace, terminara genuinamente interesado
-¡al fin!- en la protagonista, la confundida sobreviviente Katniss Everdeen
(Jennifer Lawrence) convertida, en la última imagen del filme, en una fiera
guerrera dispuesta a liderar la naciente revolución en contra del régimen
fascista que gobierna en la distópica sociedad futura de Panem y sus 12
–perdón: 13- distritos.
La
secuela inicia poco tiempo después de haber finalizado el primer filme. Como se
recordará, al malévolo Presidente Snow (Donald Sutherland) no le hizo gracia el
desafío final de Katniss y su (dizque) enamorado Peeta (Josh Hutcherson) con el
que los dos –y no solo uno de ellos- se convirtieron en los triunfadores de los
74tos. Juegos del Hambre. Temiendo que Katniss inyecte de esperanza a la
oprimida población de Panem, Snow y su nuevo director televisivo de los juegos,
Plutarch Heavensbee (Philip Seymour Hoffman), idean una forma de acabar con esa
heroína en ciernes: desprestigiándola. ¿Qué tal si se organizan otros juegos,
los número 75, con una selección de los ganadores de los 12 distritos? ¿Y qué
tal si vemos a la terca y decente Katniss finalmente asesinar a sangre fría,
complotar, engañar, con tal de salvar el pellejo?
Francis
Lawrence dirige con solvencia las extensas secuencias de acción –sin mucha
sangre, ya se sabe, pues hay que cuidar la clasificación PG13-, pero lo mejor
está en los detalles del guion escrito por los oscareados Simon Beaufoy y
Michael Arndt, que nos permite ver a los mismos personajes bajo otra
perspectiva, facilitándole el trabajo a sus actores, como los rasgos de
humanidad que demuestra la irritante publirrelacionista Effie Trinket
(Elizabeth Banks) o la noble heroicidad del bueno-para-nada Peeta.
Sin
embargo, la película le pertenece a Jennifer Lawrence y, por lo menos desde su
primer filme importante, Invierno Profundo (Granik, 2010), creo que la (injustamente) ganadora del Oscar 2013 merece, por fin, todos los elogios que se
le han dedicado. En esta ocasión, Lawrence tiene la oportunidad de darle
suficientes matices a su personaje: la temerosa heroína a la fuerza que no sabe
qué hacer, la jovencita de mirada sardónica que cuelga la armadura de un
guardia frente a los poderosos de Panem, el hilarante rostro desencajado cuando
cierta rival/aliada (reaparecida Jena Malone) se desnuda frente a ella en el
elevador y, por supuesto, la imagen final, en la que la confusión deja el paso
a la ira y la determinación. Ha nacido una lideresa implacable.
Un
último apunte: como recordará, el diseño de producción y de vestuario nos
presenta a Panem como una sociedad futura que parece mezcla del Imperio Romano
más decadente –de El Satiricón
(1969) fellinesco, por ejemplo-, con las pelucas y modales de la Francia de
Luis XVI y la cultura del espectáculo contemporánea, con todo y su conductor
apenas paródico (desatado Stanley Tucci). En medio de todos los excesos, hay un
momento clave en el que Miss Lawrence aparece, junto al tal Peeta,
imperturbable, imperiosa, desfilando en una cuadriga. En ese momento pude ver a
Miss Lawrence en el papel perfecto para su pose, su maquillaje, su mirada: el
de Cleopatra, el proyecto que, se supone, será estelarizado por Angelina Jolie y dirigido por Ang Lee.
Mensaje
urgente a los productores y a Mr. Lee: la señora de Pitt ya está vieja para ese personaje. Quien da el tipo es Jennifer Lawrence. Sería una formidable Reina de Egipto.
Comentarios
Hay películas que no quieren ni tocar ese tipo de temas como la desobediencia social y levantamientos por miedo a que el Big Brother los vete, y en los Juegos del Hambre se ve que utilizan muy bien el pretexto de una especie de "alegoría" o "mundo inventado" para hablar de estos temas y criticar a la sociedad. O las muvis pagadas para hacer brainwash como Zero-Dark-Bullshit. Al menos creo que los puberts que son fans de este tipo de libros se quedarán con más cosas que razonar que con Twilight.
Lo único que creo que no encaja ahi es el hermano de Thor, jaja. He dicho.
Team Agustín Galván.
Vilma: Lawrence da más el tipo que Angelina. Pero, igual, la Jolie tiene tiempo en ese proyecto.
Plus: Sí, el Thoritito está bastante mal. O, bueno, hasta el momento ni fu ni fa.