Morelia 2012/V



Hay mucho que escribir sobre Post Tenebrax Lux (Idem, Alemania-Holanda, 2012), el más reciente largometraje de Carlos Reygadas con el cual ganó el premio a Mejor Director en Cannes 2012. Como la película se estrenará dentro de poco, ya habrá tiempo para profundizar al respecto. En todo caso, no es tan delirante como me la imaginaba -digamos que tiene un cierto hilo conductor más o menos claro-, pero la vitalidad e imaginación del abogado internacionalista vuelto cineasta están fuera de toda duda.
El filme sigue la vida de una pareja acomodada que vive en el campo con sus dos hijitos, sus perra y sus criados. Hay algunas escenas oníricas, hay por lo menos dos espacios temporales claramente definidos, hay algunos momentos enigmáticos -no sería Reygadas si fuera de otra manera- y una puesta en imágenes muy disciplinada en el tan de moda formato académico. No es mejor, ni con mucho, que Luz Silenciosa (2007), pero tampoco es esa cinta absurda e inexplicable que algunos han dicho.
Lo mejor que he visto en la competencia nacional hasta el momento es la opera prima Halley (México, 2012), opera prima del artista visual convertido en cineasta Sebastián Hoffmann. Con una clara influencia del  primer David Cronenberg -algo que aceptó el joven director a pregunta expresa mía en la conferencia de prensa-, he aquí a Beto (espléndido Alberto Trujillo), el apocado vigilante de un gimnasio quien, literalmente, se está pudriendo. Beto sufre de una enfermedad ficticia -o condición, más bien- por la cual le aparecen llagas terribles por todas partes, se le caen las uñas, le aparecen larvas de mosca en la piel, sangra cuando se lava los dientes, etc. No es un muerto viviente pero eso parece: de hecho, en una de las mejores escenas del filme, Beto termina siendo confundido con un cadáver.
Halley no es una película de horror, por cierto, aunque a veces sea difícil mantener la vista en la pantalla. Hoffmann se muestra como un cineasta hecho y derecho, seguro en sus recursos y con un equipo de producción impecable (foto de Matías Penachino, dirección de arte de Gabriela Garcíandia y espléndido maquillaje). Buscándole chichis a las culebras -digo, para ponernos sofisticados- tendría que decir que el final abierto -que me remitió al desenlace de Frankenstein o el Moderno Prometeo, la novela- no me convenció en lo absoluto. Por lo demás, se trata de una cinta arriesgada que, auguro, podría tener larga y fructífera vida en algunos festivales especializados. A Sitges, ¿no?
A propósito de otros países. El más reciente largometraje de Sang-soo Hong se llama, precisamente, En Otro País (Da-reun na-ra-e-suh, Corea del Sur, 2012) y su gran novedad se llama Isabelle Huppert. Por lo demás, es el mismo Hong de siempre: historias de encuentros/desencuentros, infidelidades, rompimientos, hay dos cineastas, un salvavidas, una mujer embarazada y la susodicha Madame Huppert que interpreta a tres personajes diferentes que se llaman Anne en tres historias que son una variación de la misma: una mujer francesa se encuentra de visita en la playa de Mohang y algo tiene que ver -o no- con alguno o algunos hombres coreanos. Algunos han dicho que Hong es el Woody Allen de Corea del Sur. Yo sé que hay quien piensa que esto es un insulto, pero para mí no hay mejor elogio posible. En lo personal, esta cinta me gustó mucho, con todo y sus repeticiones. O, mejor dicho, por esas mismas. Ya escribiremos de ella in extenso cuando se presente en la 54 Muestra.
Una orgía de trivia y juego cinéfilo resultó Final Cut - Ladies and Gentlemen (Final Cut -Holgyem és uraim, Hungría, 2012), de György Pálfi que, en 84 minutos de duración y a través de los fragmentos de 500 películas de todas las nacionalidades -aunque, claro, con el dominio de Hollywood y Europa- cuenta una historia de amor entre un hombre y una mujer. La linea argumental es simple: el hombre (que pueden ser Bogart, Stallone, Allen, Mifune, Cary Grant, Belmondo, Chaplin...) y la mujer (que puede ser Marilyn, Vivien, Salma, Scarlett, Meryl, la Moreau, la Loren...) se encuentran, se enamoran, hacen el amor, se casan, ella se embaraza, se pelean, se separan, él se va al ejercito, ella llora, él muere, el tiempo se regresa, él revive, se re-encuentran, se besan y... final feliz. 
La historia, por supuesto, es lo de menos: lo fascinante es que, como apuntaba, está formada por 500 fragmentos de distintas películas, de tal forma que el juego de identificar cada una de ellas es uno de los varios placeres del filme. El otro es el propio montaje, que permite, digamos, que la Garbo le diga algo a Stallone, que éste responda y que ahora quien conteste sea la Blancanieves de Disney. Algunos de los montajes fílmicos -de imágenes y sonidos- que se quedaron en mi memoria, a bote pronto, es el paseo por la calle de varios actores al ritmo del Stayin' Alive, la voz de Rita Hayworth cantando Put the Blame on Mame mientras vemos a varias diosas fílmicas bailando o innumerables escenas de sexo más o menos explícito mientras escuchamos a la Monroe cantando I Wanna Be Loved By You. Esta película es para tenerla en DVD con el fin de organizar una fiesta cinéfila para verla entre amigos entre risas, comentarios y palomitas. Invitan, ¿no?

Comentarios

J Luis Rivera dijo…
Wow, "Halley" suena bastante interesante!

Cuando dices formato académico te refieres al 1:33:1? Está de moda de nuevo?
Christian dijo…
wow Final Cut - Ladies & Gentlemen se oye delirante!
Unknown dijo…
Justo cuando veía Final Cut, pensaba que estaría increíble verla con un grupo de conocedores -como tú y Luis Tovar, que estaban adelante de mí-.
Si mal no recuerdo, otro momento que causó mucha emoción es cuando, tras hacer el amor, a la pareja le cae un tercero en discordia.
Quedé fascinada con la película, es de lo que más me ha gustado en Morelia.
J. Luis: Exacto. Y sí, ya he visto varias películas este año que rescata ese formato.

Christian: Así es.

No tan desconocida: Sí, encantadora película.

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