Venus Negra
¿Cuál es el límite al que debe
llegar una actriz para interpretar a su personaje tal como se lo dice el
director? Recuerdo que esto pensaba en Morelia 2011, mientras veía a la muy profesional Arcelia
Ramírez realizar abyección tras abyección en Las Razones del Corazón (2011), la más reciente cinta de Ripstein.
Pero, bueno, en ese momento no había visto La
Venus Negra (Francia-Bélgica, 2010) ni había sufrido con las humillaciones
que le infligen a su personaje central y, por ende, a su actriz, la valerosa
debutante Yahima Torres.
El cuarto
largometraje del cineasta tunecino Abdellatif Kechiche cuenta en repetitivos y
extenuantes 162 minutos la verdadera historia de una joven mujer sudafricana,
Saartjie Baartman (la cubana Torres), “la Venus Hottentot”, una pobre mujer convertida en vil espectáculo
circense a inicios del siglo XIX, tanto en la moralina y civilizada Londres como
en la desatada y libertina París.
Sobre un guión
basado en hechos reales escrito por el propio cineasta en colaboración con
Ghalia Lacroix, Kechiche nos castiga con la crónica directa y brutal de los
abusos sufridos por la Venus negra del título, quien era mostrada enjaulada y
encadenada frente al populacho inglés o la aristocracia francesa que, por el
mismo boleto, tenían la oportunidad de tocarle su descomunal trasero o los
enormes labios de su vagina, que eran parte de su “atractivo”.
¿Cuál es el
objetivo de Kechiche? Supongo que mostrar los vicios del colonialismo, el
racismo y el racionalismo de los civilizados europeos –sean los decadentes
aristócratas, los palurdos obreros o los inhumanos científicos-, pero ¿no
termina refocilándose en eso mismo que denuncia? Creo que sí.
Después de
todo, los momentos más cinematográficos de este filme son aquéllos en los que Kechiche
nos ubica a nosotros como una suerte de cómplices pasivos de los sufrimientos
de Saartjie. Así, la cámara inestable de Lubomir Bakchev, siempre en encuadres
cerrados, sucios y sudorosos, nos convierte en testigos mudos y morbosos de la
degradación más profunda de todos los involucrados, empezando por los
“civilizados” europeos, es cierto, pero continuando con la propia mujer
brutalizada, ahogada en el alcohol que toma en cantidades industriales.
Al final, el
espectador termina vapuleado por la experiencia, habiendo aprendido que sí, la
mujer sufrió mucho; que sí, esos explotadores no tenían progenitora; que sí, el
colonialismo es malo. Qué novedad. Pero con qué fruición malsana subraya estos lugares comunes
Kechiche. Yo terminé de ver esta película sintiéndome sucio.
PostScriptum: "La Venus Hottentot" nació en
Sudáfrica en 1790 y murió en París en 1815, aparentemente de pulmonía,
complicada por una enfermedad venérea mal tratada. Los restos de esta mujer –su
esqueleto, su cerebro, sus genitales- fueron exhibidos en el Museo del Hombre
en París hasta 1974. En 1999 el gobierno sudafricano pidió lo que quedaba de su cuerpo para
enterrarlo en el lugar en el que nació. Esto sucedió hasta el 2002. En la
secuencia de créditos finales se pueden ver escenas reales de esta ceremonia. Hasta
después de muerta, "La Venus Hottentot" sirvió de espectáculo.
Comentarios
Alejandro Gracida
Adalberto
Leo
Leo: Por lo que veo, vimos la misma película. Lo único que es distinto es las reacciones a la misma que cada uno de nosotros tenemos. Y eso está bien.