Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCV
Los hambrientos (Les affamés, 2017), de Robin Aubert. Ganadora al premio de la mejor cinta canadiense en Toronto 2017 y Mejor Filme en el festival especializado Fantasporto 2018, el quinto largometraje de Aubert es una película de zombis que le apuesta a la mínima novedad a través de un estilo que alterna la violencia más gráfica con el escamoteo de la misma a través de un montaje alusivo y elíptico. Además, presume algunas extrañas escenas que bien podrían provenir de alguna novela de Stephen King, pues a estos zombis canadienses les da por levantar estructuras conformadas por sillas, juguetes y otros objetos, por alguna razón desconocida.
La estructura narrativa es muy convencional: conocemos a los personajes protagónicos cuando el apocalipsis ya tiene tiempo de haber iniciado y la campiña quebequense está plagada de zombis -o más bien, de infectados, pues estos "hambrientos" corren y gritan como auténticos endemoniados. Como suele suceder en estos casos, hay un pequeño grupo de sobrevivientes que permanecerá unido hasta que sus miembros vayan cayendo, uno tras otro, como pasa en este tipo de cintas desde La noche de los muertos vivientes (Romero, 1968). Nada realmente novedoso, a decir verdad, pero la película aguanta el palomazo. (*)
La gran promesa (México, 2017), de Jorge Ramírez Suárez. Estamos ante un melodrama familiar centrado en un fotógrafo de guerra (Juan Manuel Bernal) que, después de enviudar, se ve obligado a abandonar a su hijita para protegerla de los gringos y de un malévolo militar (Sam Trammell) que reclama la paternidad de la recién nacida. Pasan más de veinte años y la crecidita muchacha (Ilithya Manzanilla) va en busca de su padre biológico hasta Sarajevo, mientras él regresa a Durango a buscarla, acompañado de una simpática sinaloense solovina y desmadrosa (Sofía Espinosa).
El quinto largometraje de Ramírez Suárez (Conejo en la luna/2004, Guten Tag, Ramón/2013) empieza con los mejores augurios, con una espléndida secuencia de acción, bien fotografiada por Martín Boege y bien montada por el propio cineasta en colaboración con Adriana Martínez. También es de aplaudirse el diseño de producción de Florent Vitse y la insumergible presencia de Sofía Espinosa, quien es una natural en eso de robarse escenas -o incluso películas enteras.
El problema es el guion, escrito por Ramírez Suárez y Klaas Bense, que está repleto de elementos inverosímiles, digresiones absurdas y una última parte en donde hay balazos, corretizas y hasta ridículos abrazos entre los dos rivales, encarnados por un justo Bernal y un sobreactuado Trammell. (-)
El problema es el guion, escrito por Ramírez Suárez y Klaas Bense, que está repleto de elementos inverosímiles, digresiones absurdas y una última parte en donde hay balazos, corretizas y hasta ridículos abrazos entre los dos rivales, encarnados por un justo Bernal y un sobreactuado Trammell. (-)
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