Guanajuato 2013/II



El Festival Internacional de Cine de Guanajuato se conoció durante mucho tiempo como "Expresión en Corto" y estaba destinado a la divulgación del cortometraje. Y aunque ahora hay distintas secciones competitivas destinadas al largometraje -de ficción, documental-, el cortometraje sigue siendo la razón de ser del Festival. En este sentido, va mis revisión de los cortos que he podido ver, en competencia y fuera de ella, gracias a esa maravilla que es Festival Scope.
Dentro (México, 2012, 15 minutos, blanco y negro), dirigido/producido/editado/escrito por Emiliano Rocha Minter, en competencia en la Sección de Cortometraje de Ficción, nos muestra a dos hombres que, en medio del bosque, trabajan afanosamente construyendo un objeto que servirá para ejecutar una suerte de extraña ceremonia ritual. Vale como ejercicio y muy poco más.
Los Retratos (Colombia, 2012, 14 minutos), de Iván Gaona, en la sección del país invitado, Colombia, es mucho menos ambicioso que Dentro pero, a su muy modesta manera, más logrado. En algún lugar de la sierra colombiana, una anciana va al mercado a comprar comida, pero no le alcanza para casi nada. Ilusionada porque cree que puede ganar una gallina, entra a una rifa pero, en lugar de ganarse el plumífero, se saca una cámara fotográfica instantánea Polaroid. Pero eso no se puede convertir en comida... ¿o sí? La película se deja ver como lo que es: un amable y hasta ingenua fábula gerontofílica sobre el poder casi fetichista de la imagen fotográfica.
La Hija del Invierno Silencioso (Hiljaisen talven lapsi, Finlandia, 2012, 21 minutos), de Iiris Härmä, en competencia en la Sección de Cortometraje Documental, tiene la virtud de mostrarle al espectador un mundo inquietante y desconocido.
Katja es una muchacha de veintitantos años que ha vivido "retirada" desde la adolescencia. Maltratada en la escuela, con una madre inestable y un padre esquizofrénico, Katja vive en una especie de comuna con hombres y mujeres que, por una u otra razón, viven "retirados" de la sociedad. El único refugio de la muchacha es la pintura y los coloridos dibujos que elabora frente a la cámara. Una información final en pantalla nos aclara que en Finlandia viven 50 mil jóvenes "marginalizados" -este es el adjetivo que se usa en el filme- y que, diriamente, 5 jóvenes menores de 30 años deciden "retirarse". Pareciera una epidemia social, si es que podemos llamarla de esa manera. 
El mejor corto de esta cuarteta -e, infiero, uno de los mejores que se presentarán en Guanajuato 2013- es Una Historia para los Modlin (España, 2013, 26 minutos), cortometraje documental en competencia dirigido por el especialista brasileño avecindado en España Sergio Oksman (espléndido largometraje documental Goodbye America/2006), filme nombrado Mejor Documental de menos de 30 minutos en Karlovy Vary 2012, Mejor Corto de Vanguardia y Género en el BAFICI 2013 y ganador del Goya 2013 a Mejor Corto Documental, entre otros premios que ha ido obteniendo en el último año.
Los premios antes mencionados -mejor corto de vanguardia, mejor corto documental- indican lo elusivo que resulta etiquetar Una Historia para los Modlin, un documental sobre gente muy real que parece salida de la fición, narrado con una clara voluntad de experimentación y juego. La voz en off nos explica que la historia que vamos a ver en estos apretados 26 minutos surgió de una mera casualidad: el hallazgo de fotos, cartas y diversos objetos tirados como basura en alguna calle de Madrid. 
El flujo narrativo inicia a partir de la re-visión de la obra maestra de Polanski El Bebé de Rosemary (1968). Como si se estuviera aplastando el botón "FF" en el DVD-Player, vemos una parte de la película a alta velocidad, hasta que la imagen se detiene en la escena final, en la que Mia Farrow conocé a su diabólico bebé. Ahí, entre el emocionado público presente, se encuentra como extra Elmer Modlin quien, se nos informa a través de la voz en off narrativa, fue uno de tantos actores fracasados que intentó infructuosamente tener una carrera en Hollywood. Esa aparición de unos cuantos segundos en El Bebé de Rosemary -que ni siquiera mereció una mención en los créditos- sería su único logro real en el mundo del cine. 
Poco después de esto, Modlin, su artística esposa Margaret (actriz también fracasada, prolífica pintora y fotógrafa, escultora ocasional) y el hijo de ambos, Elmer Nelson, se irían a Madrid, en donde vivirían recluidos en un pequeño departamento convertido en taller/museo de Margaret, quien se pasaría el resto de su vida pintando al marido, hijo y a ella misma en una serie interminable de cuadros alegóricos/apolípticos/religiosos más bien naives. 
El propio título del cortometraje nos indica una voluntad de ficción o, si se quiere, de reconstrucción de una realidad atisbada, inferida, a través de fotos, cartas, recuerdos y algún video: estamos ante "una historia para los Modlin", no "de los Modlin". Así pues, en un fondo blanco, se van apilando, una sobre otra, fotos familiares y/o "artísticas" -pero, ¿cuándo son una cosa u otra?-, comentadas por la voz narrativa fuera de cuadro, mientras a través del preciso montaje del propio Oksman y Fernando Franco, se nos muestra la obra de Margaret, alguna entrevista grabada en video, además de diarios, cartas, borradores...
Oksman, su equipo creativo y, al final de cuentas, nosotros mismos como espectadores, terminamos siendo una especie de fascinados pepenadores de este cúmulo de restos que dejó atrás una familia ya desaparecida y olvidada. ¿Desaparecida y olvidada?: ya no. Oksman la ha rescatado, la ha interpretado, la ha re-inventado. La ha convertido, acabemos, en parte de una notable pieza cinematográfica.

Comentarios

Hard Pop dijo…
Hola Ernesto

¿y para ver esos cortos, cómo le hago? ¿me tengo que inscribir a la página o qué onda?

¡Saludos!
Hard Pop: Pues sí, está en Festival Scope, aunque lo malo es que la página sólo está disponible para críticos y gente de la industria. Igual, algunos de los cortos de seguro los suben a youtube o Vimeo.

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