Cuéntamela otra vez/XXX
Ante el inminente estreno de Antes de la Medianoche -cuya crítica podrá usted leer este viernes en el Primera Fila de Reforma-, me di a la tarea de volver a ver las dos anteriores cintas de la trilogía y a rescatar lo que escribí, en el momento del estreno, hace ya casi 20 años, de Antes del Amanecer. Mi crítica de Antes del Atardecer, por cierto, ya la había rescatado por acá.
Antes del Amanecer (Before Sunrise, EU, 1995), tercer largometraje del joven cineasta tejano
Richard Linklater (Slacker/1991, Rebeldes y Confundidos/1993)
es de ese tipo de cintas que caminan por el filo de la navaja. Jesse (Ethan
Hawke) es un joven americano viajando por Europa. Céline (Julie Delpy) es una
muchacha francesa que se dirige a París. Los dos se encuentran en un tren, se
caen bien y deciden bajarse en Viena, pasar esa tarde y esa noche juntos
paseando por la ciudad, platicando, bebiendo, jugando, pues al día siguiente
Jesse volará hacia Estados Unidos y Céline continuará su camino hacia París.
Por
supuesto, estamos ante una comedia romántica más cercana a la sensibilidad y
cinematografía europeas (cf. Rohmer, Rivette) que a la comedia americana
clásica (cf. Hawks, Capra, Stevens). Es decir, lo que se dice y lo que se
piensa importa más que lo que se hace. Predomina, pues, la razón sobre la
acción. Durante toda la película Jesse y Céline hablan, hablan, hablan y
vuelven a hablar, desnudándose verbalmente frente al otro, confesando sus
amores, fracasos, miedos, fobias, sueños... Los dos parecen estar convencidos
que lo que importa es lo que están compartiendo en esos instantes, "antes
del amanecer", pues al día siguiente se irá cada quien por su lado. No son dos enamorados ingenuos; están
conscientes -tal vez demasiado- de las dificultades del amor y de sus trampas.
Una
película así puede resultar fascinante o insoportable dependiendo de dos cosas:
de la calidad de los diálogos y de la química existente entre los actores. En
todo caso, depende también de la sensibilidad del director, que debe saber
cuándo cortar un diálogo, cuándo alargarlo, cuándo hacer que los personajes se
besen, cuándo que bailen, cuándo que hagan el amor... En este sentido, Antes del Amanecer no tiene un solo momento irritante. Los
diálogos -del mismo Linklater escritos al alimón con la colaboradora habitual
Kim Krizan- son ingeniosos y divertidos. Por su parte, Hawke y Delpy son un magnífico par de protagonistas: naturales, agradables, verosímiles. La
larguísima escena en donde ellos intercambian ideas sin descanso frente a la
cámara estática (y sin corte alguno), sentados en el interior de un camión
urbano vienés, es un momento privilegiado del filme y de sus actores. El
esfuerzo por agradarnos no se nota por ninguna parte: Hawke y Delpy nos caen bien
desde el inicio y, antes que nos demos cuenta, ya nos atraparon en su
interminable verborrea mitad romántica, mitad cínica.
El
mayor logro de Linklater se encuentra precisamente en lo anterior. En volver
verosímil la relación entre sus dos protagonistas, con todo y su repetición de
temas, sus pasos en falso, sus lagunas. Es el formato del filme lo que hace
real la interacción de los personajes. Si al público ha gustado tanto de esta
singular comedia romántica no es solamente porque le recuerda los primeros
pasos dados en cualquier relación amorosa; también porque al público le
gustaría haber dado esos primeros pasos como los dieron Jesse y Céline.
Comentarios
:)
Miguel
Te invito a visitar el mío en:
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Y sigo siendo virgen de esta serie de Linklater.
Espero que puedas publicar por acá tu reseña de Midnight.
A lo mejor si hay secuela de Pacific Rim
WOOHOOOOOOOOOOOOOO!!!
Miguel: Y lo tiene. Mucho.
Christian: Se...