El cliché que yo ya vi/LXX
Un lector de este blog y corresponsal en twitter, Abraham Sánchez Espinoza, propone el siguiente cliché:
Escuchando en el trono: Un personaje se encuentra tan campante en el excusado haciendo sus santas necesidades cuando de pronto un par de tipos entran discutiendo. Instintivamente, el pobre diablo que anda defecando intuye que algo malo está por pasar y sube los pies para que no vean que anda alguien por ahí. Uno de los tipos que discuten es lo suficientemente paranoico como para asomarse por debajo para asegurarse de que ambos están solos en el baño, pero no tanto como para abrir cada puerta, evitando así que el chismoso sea descubierto, por lo que la discusión continúa, revelándose un secreto que el tipo en el excusado no debía oír.
Con distintas variaciones, este es el escenario más usual de ese viejo cliché del cine donde se escuchan secretos en los baños. ¿Qué pasa cuando el chismoso en cuestión se coloca en el baño de forma intencional para escuchar dichas conversaciones y descubrir dichos secretos? Sin duda que el cliché resulta al menos un poco más interesante. En la reciente Espíritus (My Soul to take) del oxidado maestro del horror Wes Craven, un par de adolescentes, luego de vomitar y defecarse en uno de sus compañeros en una presentación escolar, buscan descubrir si una de las chicas de la escuela siente atracción por uno de ellos, así que para variar un poco el cliché, deciden colocar un teléfono celular y escuchar a las chicas a control remoto desde fuera del baño.
Claro que esta no es la única versión reciente de este convencionalismo del cine, pues en la argentina La Mirada Invisible, la película gira en torno a una empleada escolar que se dedica a espiar a los alumnos dentro de los baños y, en mi favorita personal ¿Quién es Charlie? (Charlie Bartlett), un malcriado Anton Yelchin se descara de plano, pues en vez de esconderse, da sesiones de terapia dentro del baño escuchando los problemas secretos de sus compañeritos de la escuela y hasta recetándoles drogas.
Comentarios
jo
Tyler: Cierto. En las cintas high-scooleras no falta la escena del espionaje en el baño.
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Una variante a este cliché es la confesión en la cama. Un personaje suelta la sopa de algo que no se anima a decirle a su pareja, aprovechando que ésta "duerme" de espaldas al que habla. Cuando el que se confiesa se retira o simplemente se acuesta a dormir, invariablemente la toma se queda con quien "duerme" para que podamos ver cómo pela chicos ojotes por lo que acaba de oir. Por ejemplo, Kevin Bacon confiesa así su amor a Jeniffer Aniston en Picture Perfect.
Lo extraño es que esta semana el cliché se repitió en El Gran Concierto, pero a la inversa, dos tipos se esconden para platicar en el excusado sobre hacerse pasar por la Orquesta Bolshoi y de repente entra una chica a regañarlos, aunque aquí ella no alcanza a oír de que hablan.
¿Por qué entra la chica al baño a regañarlos al baño de hombres?. Ni idea, supongo que tenía que usarse el cliché, faltaba más.
¿Alguien recuerda alguna película mexicana donde suceda el cliché?
el mismo Kevin Cabon lo hace en 'He Said She Said' cuando le dice a Elizabeth Perkins que la ama mientras ella se esta haciendo la dormida...
estupidos typos...
me encantó tu reseña del avispon verdoso Ernesto, tanto, que iré a verla no importandome todo el bad hype que se ha generado alrededor de ella
jeje
No se con que intenciones Cinépolis haya reestrenado Dejame Entrar en su versión original....pero me parece chingón para quienes no tuvieron oportunidad...antes que llegue la gringa.
Que oportunos verdad?
2046
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Tyler, a lo mejor es en esa que dices y yo me hice bolas con las morritas...