A los maestros con cariño.../XI
El primer libro de cine que leí con devoción no fue uno sino muchos: una colección de libros enormes y en más de un sentido: la Historia Documental del Cine Mexicano de Emilio García Riera (1931-2002), editada por ERA en los 60/70. Se trata de un libros gruesos, de pasta blanca y dura, de más de 500 páginas cada uno. Los leía en una biblioteca pública, muy cerca de la casa materna. Fichas técnicas, comentarios, testimonios, entrevistas y centenares de críticas sobre cine mexicano escritas por el propio García Riera y todos los demás, desde la legendaria Luz Alba hasta Jorge Ibargüengoitia, pasando por Villaurrutia, Ayala Blanco, José de la Colina y decenas de cinecríticos extranjeros que se ocupaban de vez en cuando del cine nacional... Un trabajo admirable, monumental, que, por desgracia, el propio García Riera mutiló en la segunda edición ultra-light, publicada por la Universidad de Guadalajara a partir de 1992.
He aquí una muestra del primer García Riera, el de esos librotes inagotables de los 60/70 que leí en mi adolescencia y que, para tragedia personal, son virtualmente imposibles de conseguir (yo sólo tengo el tomo 9: ya ni me acuerdo dónde lo compré):
El Amor No Es Pecado (El Cielo es de los Pobres) (antes, Volver a Vivir)
Dirección: Rafael Baledón
Argumento y adaptaciónb: José María Fernández Unsaín
Intérpretes: Marga López, Arturo de Córdova, David Reynoso, Evangelina Elizondo...
COMENTARIO: El destajista Fernández Unsaín urdió un argumento en verdad delirante que dio a Baledón oportunidad de lograr un melodrama antológico. Marga López pudo muy bien sentir que hacía en una sola película los papeles de una multitud de heroínas melodramáticas distintas: esposa frustrada por una supuesta esterilidad; madre feliz inesperada; madre apabullada por la muerte de un hijo a quien le pasaba lo mismo que a la niña de Rhett Buttler y Scarlett O'Hara en Lo que el Viento se Llevó; esposa abandonada por un marido médico que se iba al Brasil para olvidar su culpa; viuda suicida frustrada; salvadora involuntaria de un niño humilde; madre adoptiva; monja fundadora de un asilo y ladrona por buenas razones; regeneradora de una prostituta; ex-viuda; esposa beneficiada por una Iglesia comprensiva que le permitía colgar los hábitos y disfrutar nuevamente de su marido. A partir de ahí, podía temerse que todo volviera a empezar, pero, por fortuna, el tiempo se acababa y, con él, la posibilidad de que Unsaín siguiera afligiendo a la heroína con una avalancha de destinos.
Comentarios
¿Qué, si fue mucho lo que se rebajó?