Milk


Sin duda, Milk, un Hombre, una Revolución, una Esperanza (Milk, EU, 2008), es la película más convencional que ha dirigido el cineasta indie/hollywoodense Gus van Sant desde el amable melodrama de crecimiento juvenil Descubriendo a Forrester (2000). No hay nada en la oscareada trama escrita por Dustin Lance Black que se desvíe de cualquier biopic tradicional con héroe admirable en ristre. Es decir, somos testigos del despertar de nuestro héroe, de su terca y decidida lucha, de su apoteósico triunfo y de su fatalista martirio, que hasta él mismo esperaba.
El biografiado ejemplar es Harvey Milk, el primer ciudadano gay salido del closet que fue electo como funcionario público en Estados Unidos, en concreto, como uno de los “supervisores” –el equivalente del regidor de nuestros ayuntamientos mexicanos- de la ciudad de San Francisco. La lucha de Milk por los derechos civiles de los homosexuales lo convertiría, inevitablemente, en una figura nacional, enfrentada a “los valores familiares cristianos” que representaba, en los años 70, la cantante y activista religiosa Anita Bryant.
El previsiblemente oscareado Sean Penn nos entrega un Harvey Milk humoroso y desafiante (“Camaradas degenerados”, les dice a un grupo de homosexuales que lo escuchan; “Olvidé los zapatos de tacones altos en la casa”, les aclara a unos rudos trabajadores muy machotes), diabólicamente pragmático (no tiene problemas en negociar intercambios de favores con el sindicato de camioneros, amenaza al alcalde con retirarle el apoyo de la comunidad gay) e incapaz de quedarse quieto, pues bajar las banderas y regresar al clóset ya no es una opción, por más que su actividad pública sea una afrenta para algunos (“un gay con poder: eso da miedo”).
Es cierto, insisto, que van Sant no se desvía un ápice del género fílmico-biográfico. Sin embargo, en su puesta en imágenes, el director de Elefante (2003) demuestra su bien conocido anticonvencionalismo visual, sea montando algún insólito encuadre (la imagen, reflejada en un silbato, de un homosexual asesinado), sea editando expertamente la película (escenas reales documentales se fusionan a la perfección con la narrativa fílmica), sea optando por algunos tics estilísticos setenteros (la pantalla múltiple en la que vemos la frenética actividad de los activistas gays). Sólo así el homenaje al inconforme Milk puede estar completo.

Comentarios

Joel Meza dijo…
En la publicidad en línea que aparece en periódicos como El Universal, ya le quitaron el cuaro apellido. Ahora se llama: Milk, Un Hombre, Una Revolución.
Esos destruibuidores... ¿quitando la esperanza?
Hombre Joel... "Esperanza" en el DF tiene otras connotaciones. Por tanto, imagina: gays, políticos, esperanza, DF... Nombre, la imagiación volaría y el nombre ya no sería Milk, sería...

Jo.
Joel Meza dijo…
Precisamente eso pensé. Esos distribuidores... quitando la esperanza.

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