Los Paranoicos
Pensé en escribir de Los Paranoicos (Argentina, 2008), la ganadora de la sección de ficción del FICCO 2009 -ex-aqueo con Lastre (Hammer, 2008)-, cuando la cinta se estrenara comercialmente. Pero, ¿a quién quiero engañar? ¿Qué posibilidades hay de que se exhiba en la cartelera mexicana la opera prima de un joven cineasta argentino? Supongo que las mismas posibilidades de que se exhiba en los cines comerciales bonaerenses el debut de algún joven cineasta mexicano. Así que dejémonos de cosas y mejor demos cuenta, pues, de la opera prima de Gabriel Medina, una singular comedia romántica y de costumbres que se mantiene anticlimática y contenida durante buena parte de su hora y media de duración, sólo para desatarse en cierta interpretación musical ("Nada de nada", de Farmacia) en la que los dos protagonistas terminan fundiéndose tan natural como frenéticamente.
Luciano Gauna (el perpetuamente emproblemado treintañero Daniel Hendler) es un aspirante a guionista que no avanza más allá de la mera sinopsis de una historia que no puede terminar. Ocupa el departamento de la abuela muerta de su amigo Manuel (Walter Jakob), quien es el creador de una teleserie -"Los Paranoicos" del título- que está teniendo un gran éxito en España. Manuel ha regresado de la Madre Patria a Buenos Aires con todo y novia insomne, Sofía (Jazmín Stuart), para proponerle trabajo a Gauna, que sobrevive metiéndose en una botarga para amenizar patéticas fiestas infantiles a las que no van niños.
Mientras Manuel va a Chile a hacer más negocios y más tratos, Sofía se queda en el apartamento de Luciano -que, en realidad, es de Manuel- a tomarse un trago, fumar un churro de mota, ayudarle a cocinar, emborracharse juntos... Uno espera que en algún mometo suceda algo (usted sabe: "entre santa y santo, pared de cal y canto") pero no pasa nada... O, mejor dicho, pasa todo, aunque los dos no se dan cuenta de ello. O no se quieren dar.
El chiste es que, Luciano, cual schlemiel woodyallenesco (el de Sueños de un Seductor/Ross/1972) o aplastado oficinista wilderiano (el de El Apartamento/Wilder/1960) tendrá que tomar en sus manos su destino. Ya es hora de salir de la botarga. Ya es hora de que todos lo vean bailar.
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