Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCLX
Los crímenes de Mar del Norte (México, 2017), de José Buil. Aunque el más reciente largometraje del veterano Buil está impecablemente producido y bien fotografiado en un blanco y negro muy ad hoc por Claudio Rocha, a la historia de los asesinatos cometidos en la Ciudad de México en 1942 por el célebre asesino serial Goyo Cárdenas le faltó algo fundamental: una pizca de perversidad.
Me explico: para hacer una buena película con asesino serial en ristre -y, además, estrangulador-, hay que ser capaz de imprimirle al filme un tono torcido -digamos, el de Hitchcock en Frenesí (1972)- o, por lo menos, tener una dura y severa mirada clínica -digamos, la de Fleischer en El estrangulador de Boston (1968).
Buil, por desgracia, no tiene ni lo uno ni lo otro: los tres primeros crímenes cometidos por el Goyo Cárdenas de Gabino Rodríguez son casi antisépticos. Hacia el final, cuando Goyo ultima a su noviecita santa Graciela (Sofía Espinosa, siempre bienvenida), tanto el asesino serial como el cineasta se sueltan el chongo, pero ya es demasiado tarde.
Igual, la cinta, como suele suceder con casi todo el cine de Buil, no carece de interés, aunque sea porque es la primera película que trata directamente del caso Goyo Cárdenas -aunque, claro, El profeta Mimí (Estrada, 1973) ya era una aproximación al tema. (* 3/4)
La gran fuga (Overdrive, EU-Francia-Bélgica, 2017), de Antonio Negret. Escrita por los guionistas de la segunda parte de la saga de los pelones y homoeróticos, esta derivativa cinta de carritos corriendo es, por lo menos, inocuamente entretenida. Mi crítica en la sección Primera Fila del Reforma del viernes pasado. (*)
La gran fuga (Overdrive, EU-Francia-Bélgica, 2017), de Antonio Negret. Escrita por los guionistas de la segunda parte de la saga de los pelones y homoeróticos, esta derivativa cinta de carritos corriendo es, por lo menos, inocuamente entretenida. Mi crítica en la sección Primera Fila del Reforma del viernes pasado. (*)
Comentarios
No se pasen de lanza, acabo de ver la de Van Gogh y tengo que comentar qué hay un fotograma hacia la mitad de la película que parece sacado de una película de Carl Theodor Dreyer. En blanco y negro con un gran fondo en negro y solo las caras de Vincent y Theo.
Estremecedor e impactante, tal como como lo que ocurre cuando se ve un pintura de Van Gogh por primera vez. Gran logro.