El Hombre de las Multitudes
Basada vagamente en el cuento homónimo de Edgar Allan Poe y dirigida a cuatro manos por el director de ficción Marcelo Gomes (Cine, Aspirinas y Buitres/2005, Érase una Vez Yo, Verónica/2012) y el documentalista Cao Guimaraes (El Fin del Sin Fin/2001, El Alma del Hueso/2004), El Hombre de las Multitudes (O homem das multidoes, Brasil, 2013), fusiona la mirada minuciosa del documentalista Guimaraes con la sensibilidad y el humor del mejor Gomes.
Juvenal (Paulo André) es un solitario operador del metro en la emblemática Belo Horizonte, ciudad natal del co-director Guimaraes. Desde las primeras imágenes, la cámara de Ivo Lopes Araújo -Mejor Fotografía en Guadalajara 2014- aísla a Juvenal en el encuadre cuadrado 3 x3: sólo él aparece en foco, rodeado de las multitudes del título. El tipo camina y observa, se detiene frente a un aparador, se sienta y ve "con minucioso interés la innumerable variedad de figuras, atuendos, portes, andares, rostros y expresiones de los semblantes", como dice el narrador del cuento original de Poe. Juvenal sonríe ante la felicidad de los demás, aunque él no es feliz. Vive en un pequeño apartamento, su refrigerador está siempre vacío y la única conversación que tiene es consigo mismo.
Pero el observador Juvenal es también observado. Margo (Silvia Lourenco), su compañera de trabajo, controladora del metro, lo ve continuamente en las cámaras de vigilancia. Ella misma, aunque tiene una personalidad mucho más abierta, tampoco es el ejemplo de una vida social muy emocionante que digamos: cuando llega del trabajo, no hace más que alimentar a sus peces de computadora. Un buen día, sin venir a cuento, Margo le pide a Juvenal que sea su testigo en su boda.
Guimaraes y Gomes -autores ellos mismos de la adaptación del relato de Poe- logran sostener con alfileres un relato construido en base de las miradas de este par de personajes pasivos y de una multitud de pequeños detalles que se van acumulando y se vuelven significativos por el emplazamiento de la cámara de Lopes Araújo o por el exacto acomodo de los actores, como esa suerte de imagen especular de Juvenal y del padre de Margo en la boda de ella, por ejemplo.
La música y el diseño sonoro de O Grivo -colaborador habitual de Guimaraes- acompañan a la perfección las soledades de Juvenal y Margo, y cierta canción, "Felicidade", interpretada en la escena de la boda, llega a transmitir un genuino pathos pues, a estas alturas del juego, nos hemos acostumbrado a nuestros dos protagonistas. Mejor aún: nos han llegado a interesar. Y, claro, queremos que todo termine bien, con boda incluida. Pero, ¿era esa boda?
Comentarios