FICUNAM 2015: Amor Loco/V
Amor Loco (Amour Fou, Austria-Alemania-Luxemburgo, 2014), cuarto largometraje de la ascendente cineasta austriaca Jessica Hausner (multipremiado filme anterior Lourdes/2009, inédito comercialmente en México), está centrado en un episodio crucial de la vida -y muerte- del poeta, dramaturgo y novelista romántico alemán Heinrich von Kleist (1777-1811).
Como en otras biopics recientes y mucho más (re)conocidas -las hollywoodenses Lincoln (Spielberg, 2012) o Selma (DuVernay, 2014)-, Hausner no está interesada en explorar toda la vida del biografiado sino un momento específico de ella. En este caso,su encuentro con Henriette, cierta privilegiada ama de casa, aparentemente desahuciada, con quien el escritor hace un pacto suicida.
El asunto es simple: el fracasado Heinrich no le encuentra sentido a la vida, así que quiere encontrárselo a la muerte. La mujer, casada con un amable funcionario estatal apellidado Vogel (Stephan Grossmann) recibe con horror la propuesta de ese excéntrico poeta pobretón. Sin embargo, la aparición de una súbita enfermedad no identificable le cambia a Henriette la percepción de su vida -y, por supuesto, de su muerte, que parecía tan lejana.
Hausner y su cinefotógrafo Martin Gschlacht nos entregan una puesta en imágenes que privilegia las tomas estáticas pero coloridas. El contraste es curioso: la atractiva puesta en imágenes, brillante y alegre, choca con el comportamiento de la estirada aristocracia alemana -que ve con horror tanto la llegada de la influencia de la Revolución francesa como de la vulgar Revolución Industrial proveniente de Inglaterra- y choca más aún con las monótonas y depresivas inclinaciones de von Kleist (Christian Friedel, idéntico al poeta, por lo menos de acuerdo con las imágenes que tenemos de él), que cuando no está hablando de la muerte, está quejándose de que cierta prima no lo pela, que su última obra no fue bien recibida o que su hermana ya le ha cortado el dinero.
Aunque por el tema no lo parece, Amor Loco funciona como una suerte de sátira insidiosa. He aquí un pobre diablo -y un gran poeta: no hay contradicción alguna- que, obnubilado por la idea romántica de alcanzar el absoluto y morir joven, provoca en una joven ama de casa (Birte Schnoeink) ese mismo deseo de muerte y, acaso, la enfermedad incurable que la aqueja. Solo que Hausner toma una distancia clínica, irónica, de lo que ve: no estamos ante el amour fou arrollador y destructivo tan caro a los futuros surrealistas sino ante una suerte de ridícula charada que fue demasiado lejos.
La paradoja central de la cinta es que Henriette tiene como marido a un tipo que puede que sea medio aburrido, pero es decente y civilizado. No es un monstruo que la oprime -de hecho, le da tanta libertad como ella quiere- y le muestra más amor e interés, buscando la cura para ella, que el pesado de von Kleist que, evidentemente, está más enamorado de él mismo y de su idea fija de morir "y ser como ese Sol que lento expira/algo muy luminoso que se pierde". Ay, los románticos.
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