Visitantes
El primer cortometraje de
Acán Coen, El Otro Cuarto (2006),
fueron los mejores 14 minutos de cine nacional que vi en el 2007 y así lo anoté
en su momento por acá. A esta pequeña obra mayor borgiana en el que
sueño, realidad y narración se entrelazan, se funden o se desdoblan una dentro
de la otra, le siguió otro notable cortometraje, Fin de Trayecto (2007), una suerte de thriller erótico-psicológico que
bien pudo haber sido influido por algún relato de Patricia Highsmith. A estos
dos cortos le siguieron otros dos más –Una
Noche (2010) y Revelación (2012)-
que no he visto, aunque sé que por lo menos el segundo, Revelación, está en el terreno del horror y la ciencia ficción.
Va esta introducción para señalar que Visitantes, (México, 2014), la opera
prima de Coen, que se estrenó comercialmente este fin de semana, es la
continuación lógica de los anteriores esfuerzos creativos del cineasta. Se
trata de un filme de horror en el que una familia nuclear –padre, madre, hijito
de seis años- entran en contacto con otra dimensión, primero a través del mundo
de los sueños y, después, con una pequeña casa de juguete construida por el
propio papá. Estamos, pues, ante la confluencia de distintos universos, con
violencia, asesinatos y sangre regada a discreción.
Daniel (Raúl Méndez) ha estado teniendo una serie de
pesadillas en el que ve cómo una mujer asesina a su marido y a su hijito en una
enorme casa porfiriana. Los sueños de Daniel se convierten en obsesión cuando
se da cuenta que su pesadilla está conectada con otro crimen múltiple, cometido
hace poco tiempo por otra joven mamá (Sophie Alexander-Katz), quien se escabechó
también a su marido y a su hijo. Asediado por sus visiones, Daniel sufre un
grave accidente automovilístico y, al despertar, resulta que ha cambiado tanto
que sus ojos son de otro color. Por supuesto, Daniel también tiene una mujer (Kate
del Castillo) y un hijito (André Collin), por lo que ya se imaginará hacia
dónde avanza la historia.
Coen se muestra como un cineasta eficaz cuando se trata
de montar los inevitables sustos –los verdaderos y los falsos-, algunos
recursos de producción son de primer orden –en especial los efectos visuales y el diseño sonoro- y, en general, la premisa central funciona bastante
bien, más allá de que sea muy previsible o acaso por eso mismo. Es decir, el
guion escrito por Coen nos muestra que los peores peligros se encuentran en el
hogar, con una madre que puede haber perdido la razón y con un padre violento y
alienado que está dispuesto más temprano que tarde a soltar un guamazo a primera
provocación.
Por desgracia, a ese mismo guion le sobran varios clichés
–la criada indígena y religiosa, cierto personaje metiche y sacrificable- y le
falta alguna que otra justificación argumental –hacia la mitad de la cinta, el personaje interpretado por Kate del Castillo dice así nada más que no quiere terminar
igual de loca que su madre-, lo cual termina minando la efectividad de la cinta
que, a pesar de todo, aguanta el palomazo de fin de semana.
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