56 Muestra Internacional de Cine/VI
Con dos años de retraso después de su estreno en Argentina y su exitoso paso festivalero -ganó el Premio Horizontes en San Sebastián 2012-, finalmente ha llegado a las salas de la Cineteca El Último Elvis (Argentina, 2012), opera prima de Armando Bo, el nuevo guionista de González Iñárritu (Biutiful/2010, la aún inédita Birdman/2014) después del truene de éste con Guillermo Arriaga.
Estamos en Buenos Aires. Carlos Gutiérrez (el debutante John McInerny) es un obrero cuarentón, divorciado, que apenas ve a su hijita. Vive en una casucha jodida y no tiene en qué caerse muerto. De cualquier manera, en cuanto sale del trabajo, vive su verdadera -¿su única?- vida: imitar a Elvis Presley. Gutiérrez ("llámame Elvis") tiene el cuerpo de El Rey de los años 70 -es decir, botijón, grandote, con generosa papada- y una voz idéntica. Más aún: interpreta con verdadero talento los clásicos de Elvis ("Always in My Mind", "Unchained Melody" y otras) en donde lo contratan -bodas, fiestas, presentaciones y hasta en algún asilo de ancianos- de tal forma que si uno cierra los ojos, parece escucharse la auténtica voz de El Rey.
McInerny -que realmente es un imitador de Elvis Presley y que chambea como tal en el mismo ambiente retratado por Mundo Tributo (Fares y Rosales, 2007), un documental visto en la efímera SINE 2008 y centrado en los innumerables imitadores de celebridades rockeras que venden sus servicios en Buenos Aires- interpreta de manera muy justa no solo a Elvis sino a Carlos Gutiérrez, ese pobre diablo que llega a su casa para comer sándwiches de mantequilla de cacahuate -la "comida" favorita de El Rey- y ver una y otra vez los conciertos de su admirado ídolo. Un accidente automovilístico que sufre su exesposa (Griselda Siciliani) detiene el sueño por el que ha vivido hasta el momento -viajar a Graceland, a la casa/museo de Elvis-, así que tiene que hacerse cargo de su hijita Lisa Marie (así se llama, bien interpretada por Margarita López), mientras reanuda su destino, el único, el verdadero, por el cual ha aguantado todos y cada uno de sus fracasos.
La premiada cámara de Javier Julia muestra el rostro de un Buenos Aires desteñido, corroído por la crisis, opaco, que adquiere cierta vida en las intervenciones musicales de Carlos/John -el personaje, el actor, el imitador-, poseído por la voz y los gestos del inalcanzable mito. Pero, ¿de verdad es inalcanzable? No tanto: para Carlos ("llámame Elvis") nada estará fuera de su alcance, como lo muestra la aviesa secuencia final: lo mejor de este notable debut de Armando Bo.
Comentarios
Ernesto, ¿qué opinas de la última toma? No estoy seguro si no entendí, pero la locación cambió, ¿no? Hasta donde habíamos visto, él estaba en la casa de Elvis Presley, después se toma las pastillas y la última toma es el exterior, pero ya no de la casa de Elvis, sino una fachada muy diferente. ¿Sabes qué pasó ahí? ¿Se imaginó todo? ¿De qué me perdí? Aaagggg help.