Sé lo que viste el fin de semana pasado/CLXXXIV
El Efecto Tequila (México, 2010), de León Serment. El segundo largometraje de Serment, sufrido en Guadalajara 2011, está ubicado entre dos crisis: la del fin del salinato en 1994 y la de la crisis inmobiliaria gringa de nuestros días. He aquí, pues, la fallida la historia de un arribista financiero que, por tenerle tanto amor al dinero, perdió todo -casa, mujer, hijita, papá, vergüenza- en "el error de diciembre" y ahora, dueño de una cantina llamada "El Efecto Tequila", cree poder vengarse del mefistofélico villano que arruinó su vida.
Más allá de su muy profesional puesta en imágenes -cámara de Ramón Orozco-, la película nunca decide qué ser: farsa, melodrama, comedia... En todo caso, roza con el ridículo en esas escenitas romanticoides entre la buenota pero inexpresiva esposa de nuestro protagonista y el sancho barbudo que se agencia. Un reaparecido Julián Pastor encarna a un anciano borracho tira-netas que interrumpe cada rato la película con una perorata que ningún personaje del filme entiende. Tampoco lo entendemos nosotros. De lo peor del año. Alejandro Alemán llegó a conclusiones similares por acá.
Submarino (Ídem, Dinamarca-Suecia, 2010), de Thomas Vinterberg. Azotado melodrama fraterno-familiar del cual escribí esto hace algunos meses.
PS. No vi Mi Otro Yo, pero aquí escribe de ella Gabriel Lara Villegas en EnFilme.com
Comentarios
¿Y el exigente es el Duende?