Katzelmacher
De vez en cuando reviso mi dvdteca (y vídeoteca, porque aún tengo bastantes VHS) y elijo al azar alguna cinta que ya vi anteriormente para volver a revisarla. Es un buen ejercicio para mantener el músculo crítico flexible. No sólo de la cartelera comercial vive el hombre.
Katzelmacher (Ídem, RFA, 1969), segundo largometraje de Rainer Werner Fassbinder, es uno de los filmes experimentales más representativos de su primera época. Estamos lejos aquí de la mejor obra de Fassbinder -en mi opinión, Las Amargas Lágrimas de Petra von Kant (1972), Alí, o el Miedo Devora las Almas (1974) y la teleserie Berlin Alexanderplatz (1980)- pero muy cerca de los intereses más personales del cineasta germano: el amor y el sexo, las relaciones de poder, la crítica social, la experimentación fílmica.
Sobre una obra de teatro homónima escrita por el propio Fassbinder, la trama de la cinta gira alrededor de cuatro parejas jóvenes que viven en el mismo barrio. Se reúnen, discuten, toman una cerveza, hablan mal de quien no está presente: todo dentro de la normalidad. Este equilibrio se tambaleará cuando una de las parejas aloje en su casa a un inmigrante legal griego, Jorgos (otra vez Fassbinder), quien será "un violador", "un comunista", "un delincuente", o cualquier otra cosa que estos prejuiciosos y alienados alemanes quieren que sea ese "otro".
Katzelmacher (Ídem, RFA, 1969), segundo largometraje de Rainer Werner Fassbinder, es uno de los filmes experimentales más representativos de su primera época. Estamos lejos aquí de la mejor obra de Fassbinder -en mi opinión, Las Amargas Lágrimas de Petra von Kant (1972), Alí, o el Miedo Devora las Almas (1974) y la teleserie Berlin Alexanderplatz (1980)- pero muy cerca de los intereses más personales del cineasta germano: el amor y el sexo, las relaciones de poder, la crítica social, la experimentación fílmica.
Sobre una obra de teatro homónima escrita por el propio Fassbinder, la trama de la cinta gira alrededor de cuatro parejas jóvenes que viven en el mismo barrio. Se reúnen, discuten, toman una cerveza, hablan mal de quien no está presente: todo dentro de la normalidad. Este equilibrio se tambaleará cuando una de las parejas aloje en su casa a un inmigrante legal griego, Jorgos (otra vez Fassbinder), quien será "un violador", "un comunista", "un delincuente", o cualquier otra cosa que estos prejuiciosos y alienados alemanes quieren que sea ese "otro".
Fassbinder dirige, como de costumbre en su primera época, casi de forma descuidada: la cinta se realizó en nueve días, con subactuaciones más o menos calculadas, con diálogos dichos mecánicamente, con un montaje que privilegia el corte directo. Los únicos momentos de estilización en el relato provienen de media docena de dolly-backs casi paródicos en el que distintas parejas de personajes discuten sus problemas al ritmo de una melodiosa música clasicista como banda sonora. Fassbinder permanece fiel hasta el final a este juego desdramatizado/brechtiano. La película irrita, sin duda, pero de eso se trataba todo el asunto.
Comentarios
Justo hoy termino de ver la serie Berlín Alexanderplatz, que no había visto y que desde hace tres sábados la estoy siguiendo. Es extraordinaria...
Saludos!
¿Quihubo? ¿Y El Matrimonio de Maria Braun?