Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXXI



La mula (The Mule, EU, 2018), de Clint Eastwood. El trigésimo-sexto largometraje de Eastwood es una suerte de continuación temática de Gran Torino (Eastwood, 2008), es decir, otra reflexión sobre su persona(je) y el papel que ha jugado y sigue jugando en el cine hollywoodense. Mi crítica in extenso, por acá.

Sin dejar huellas (Fleuve noir, Francia-Bélgica, 2018), de Erick Zonca. El regreso al cine de Zonca es con este meritorio y cochambroso polar, protagonizado por un policía que parece haber salido de una novela hard-boiled americana. Mi crítica in extenso, acá

Juan y Vanesa (México, 2017), de Ianis Alexis Guerrero. La opera prima del actor convertido en cineasta Guerrero, es una torpe road-movie en la que un camionero alcohólico se lía con una adolescente en una gasolinera en una historia cuyos personajes parecen haberse tragado un GPS, pues siempre se encuentran con una pasmosa facilidad. Entre lo peor que vi el 2018. 

Distancias cortas (México, 2015), de Alejandro Guzmán Álvarez. La opera prima del egresado del CCC, el mochiteco Alejandro Guzmán Álvarez, es la sensible historia de un trío de personajes atrapados en una cárcel de rutina y conformismo. 
Fede (el baterista y músico Luca Ortega) es un gordo buenazo cuyo sobrepeso de más de 200 kilos lo mantiene encerrado en su propia casa desde la muerte de su madre, ocurrida diez años atrás. Su vida transcurre entre las cuatro paredes de su hogar derruido, con ocasionales visitas de su mandona hermana Rosaura (espléndida Martha Claudia Moreno, mejor actriz de cuadro en el Ariel 2017) y su agradable cuñado Ramón (Mauricio Isaac).
Empujado por la necesidad de revelar unas viejas fotos contenidas en un rollo, Fede decidirá transitar la distancia corta del título (que para él es épica), que va de su casa a un estudio fotográfico. Ahí se encontrará con Paulo (Joel Figueroa), un joven empleado del lugar, con quien entablará una improbable amistad. A esta pareja/dispareja súmele al siempre optimista Ramón y ya tenemos a Los tres alegres compadres (Soler, 1952). 
Bueno, no exactamente. En realidad, los Fede, Paulo y Ramón no son exactamente muy alegres que digamos, pero no han renunciado a explorar qué existe más allá de la rutina. En el caso de Fede, más allá de su casa, pues se entiende que hace mucho tiempo que no se mueve del lugar donde vegeta. No hay grandes conflictos a resolver, pero esto no significa que el guion de la también debutante Itzel Lara y la funcional realización de Guzmán no encuentren la manera de transmitir una genuina emoción por los modestos logros de sus personajes. A veces no se necesita más que dar un primer paso.

Opus Zero (México-Alemania, 2017), de Daniel Graham. La opera prima de Daniel Graham -que, según su minibiografía en la IMDB, trabajó distribuyendo cine, ha entrevistado a grandes cineastas contemporáneos (Angelopoulos, Sokurov, Kaurismaki, Tarr...) y fue el productor en línea de Reygadas en Post Tenebras Lux (2012)- está dividida en dos partes y una breve coda.
En el primer segmento, el compositor americano Paul (Willem Dafoe) llega a Real de Catorce a lidiar con la reciente muerte de su padre. Ahí, vagando en el pueblo, busca inspirarse para terminar la adaptación de cierta sinfonía. Al convivir con la gente del lugar, Paul termina interesándose por la presencia de la una mujer de origen rumano quien vivió y murió en el mismo pueblo.
En la segunda parte, un cineasta mexicano, Daniel (Andrés Almeida), y su fotógrafo Gilles (Leonardo Ortizgris), están en el mismo sitio buscando inspiración para realizar un documental, un objetivo similar al de Paul, aunque con una actitud muy diferente a la del músico.
La infalible cámara de Matías Penachino toma ventaja de las locaciones y Dafoe es de esos actores que carga un gravitas irrebatible, por lo que el debutante Graham se beneficia enormemente de todo esto, de tal forma que la opacidad de la historia, que lidia con el sentido del arte, de la vida y de la muerte, termina pareciendo más interesante de lo que realmente es. La breve duración -apenas llega a los 80 minutos- hace más fácil lidiar con los temas filosóficos del filme.

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Comentarios

Christian dijo…

Pensé que te ibas a rifar viendo Mirreyes Contra Godinez Ernesto.

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