Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXCIV




La Noche del Demonio 3 (Insidious: Chapter 3, Canadá-EU, 2015), de Leigh Whannell. La tercera cinta de la saga Insidious es una sosa precuela que desvela el momento en el que la psíquica Elise Rainier (Lin Shaye) conoció a sus dos chalanes cazafantasmas de las dos primeras cintas. Torpe y derivativa cinta de horror que, de todas formas, revisando la taquilla mundial, provocará la realización de una cuarta parte. Mi crítica en el Primera Fila de Reforma del viernes pasado.

Muros (México-Alemania-Irlanda-Israel-EU-Sahara Occidental, 2014), de Gregorio Rocha. Presentada en el pasado FICUNAM 2015, este documental del veterano especialista Rocha ha llegado a la Cineteca Nacional este fin de semana. 
La voz en off sobre-explicativa del propio Rocha le aclara a su "pequeño chimpance" -o sea, a su hijo- que, con el fin de huir de sus demonios, ha decidido recorrer el mundo, "muy lejos de ti, más cerca de mí". La confesión ego(t)ista se ilustra en este curioso egotrip que inicia, a saber por qué, en la capilla de Malverde en Culiacán y de ahí sigue por Sonora, Berlín, Israel, Belfast, Arizona, Argelia y los campamentos en los que sobrevive el pueblo saharauí. 
En todos estos lugares hay o ha habido muros que separan a ssitemas políticos, culturas, religiones. También hay muros fraternales -el que persiste entre Rocha y su hermano, que vive en Israel- y otros que separan a una misma población, como el muro "elástico" que hace la vida imposible de los palestinos en los territorios ocupados o la frontera que separa los territorios que son -o fueron- de los indios o'otham de Sonora y Arizona.
El documental está competentemente realizado y la edición del propio Rocha termina fusionando de forma hasta elegante los espacios más alejados -el desierto del Sahara con el desierto de Sonora, por ejemplo-, pero como dice el propio cineasta, voz en off de por medio, en algún momento de lucidez: ¿servirá de algo este documental? 
Digamos que a nivel informativo, sí. No hay mucho que Rocha pueda agregar sobre temas harto conocidos -el conflicto palestino, la tragedia saharauí- aunque debo confesar que no tenía mucha idea de que los o'otham (o pápagos) estuvieran divididos por la frontera méxico-americana. Algo es algo: viendo Muros por lo menos eso aprendí.

Pride: Orgullo y Esperanza (Pride, EU-Francia, 2014), de Matthew Warchus. Sin querer, el estreno de esta comedia social y militante no pudo haber sido más oportuno. Se trata del recuento de un episodio histórico y real cuando, en plena huelga minera de mediados de los 80, los movimientos lésbico-gays se unieron a los sindicatos mineros en la Gran Bretaña de la señora Tatcher. Mi crítica, in extenso, por acá.

Alas de Libertad (Bird People, Francia, 2014), de Pascal Ferran. El cuarto largometraje de Ferran (cinta anterior más conocida, Lady Chatterley/2006, no vista por mí) es una completa extravagancia que, aunque no es del todo lograda, es probable que se quede en la memoria más tiempo que otros filmes mucho más "redondos" o "acabados".
Divido en dos segmentos, más un prólogo y un epílogo, el guion original escrito por el propio Ferran y Guillaume Bréaud nos muestra una floja primera parte, titulada "Gary" en la que un empresario gringo llamado Gary Newman (Josh Charles) llega al aeropuerto Charles de Gaulle de París, se hospeda en el hotel Hilton del propio aeropuerto, va a una junta de trabajo y está listo para volar a Dubai al día siguiente. Sin embargo, sin que venga a cuento, acaso provocado por el desvelo por el jet-lag, decide cambiar radicalmente de vida y dejar todo atrás. No vuela a Dubai, renuncia a su trabajo, vende su parte de la empresa y, de pasada, abandona a su mujer (Rahda Mitchell), a sus hijos y a su estilo de vida.
La segunda sección, "Audrey", está centrada en la jovencita del título (Anaïs Demoustier, encantadora), una mucama del mismo hotel Hilton en el que se hospeda Gary. Conocemos a la muchacha desde el prólogo cuando, en un monólogo interno, está sacando cuentas del tiempo que pasa en el transporte público cada semana (10 horas, lo que para un chilango común y corriente no son tantas, la verdad). Luego sabemos, plática telefónica con su papá de por medio, que acaba de cortar con su novio, que finge que sigue estudiando -en realidad, dejó la Universidad- y que trabaja como camarera, acaso porque no encontró otro empleo, aunque es obvio que la chamba no le molesta: la muchacha está atenta a todo lo que pasa a su alrededor, dispuesta a atestiguar una plática comprometedora, curiosa por lo que los huéspedes dejan en cada cuarto. Sin embargo, en cierta noche que le toca limpiar un auténtico mugrero en una suite, Audrey sube a la azotea, deseando cambiar su vida. Y, en efecto, la cambia, incluso más radicalmente que Gary.
No apuntaré la manera en la que Audrey cambia su existencia porque el éxito de la cinta recae en la fuerza de la misma sorpresa y de su ejecución fílmica. Toda la película, de hecho, cambia a raíz del episodio de Audrey. No remedia los problemas de la primera parte, pero sí logra que los dejemos pasar. En esta segunda sección, Ferran cuenta, por cierto, con un extraordinario trabajo de efectos digitales que logra que olvidemos que lo que estamos viendo no es posible, por más que se vea tan real. Es un triunfo técnico de la casa francesa de efectos visuales BUF, pero también es un logro fílmico y narrativo de Ferran que, logra salvar del olvido a esta película a partir de su segunda hora. 

Comentarios

Travsam dijo…
yo vi En la mira: Gun man que si, muestra que el mismo truco de usar a un veterano actor como heroe de accion no funciona dos veces y menos con un Sean Penn que no debio salirse de las cintas dramaticas... aunque presume que su heroe puede surfear y tener jaquecas al mismo tiempo, la cinta me provoco lo ultimo... nomas la escena final medio funciona si no es por el hecho de que la filmaron en la unica ciudad de España donde estan prohibidos los toros..

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