Cuéntamela otra vez/XXXIX
Francotirador (American Sniper, EU, 2014), trigésimo
cuarto largometraje de Clint Eastwood, sigue en la cartelera nacional después de
seis semanas de haberse estrenado. Los cinéfilos mexicanos han sostenido la
película, tal como ha sucedido en el mundo entero: la cinta ha sido el éxito
taquillero más grande, como director, del icono convertido en cineasta Eastwood.
De hecho, al momento de escribir estas líneas, El Francotirador, cuyo presupuesto fue de menos de 60 millones de dólares,
ha recaudado ya 543 millones de billetes verdes en todo el mundo, 345 de ellos en
Estados Unidos.
Comercial y
culturalmente hablando, la recepción que ha tenido Francotirador –en especial en Norteamérica- es muy similar a la que
tuvo El Sargento York (Sergeant
York, EU, 1941), película que el mismo Eastwood vio con su padre a los 11 años
de edad, según confesó en una entrevista.
El vigésimo quinto
largometraje de Howard Hawks fue, como Francotirador, un éxito taquillero,
estuvo nominada a 11 Oscars (incluyendo Hawks como Mejor Director, la única
nominación de toda su carrera) y, al igual que el filme de Eastwood, provocó
reacciones encontradas en el público, en la crítica y hasta en la clase
política de su tiempo.
Estrenada en julio de
1941, la cinta fue atacada por un sector del público americano porque, se
argumentaba, se inflamaba la belicosidad y el orgullo patriótico, además de que
se promovía el odio hacia Alemania en un momento en el que Estados Unidos aún
era, por lo menos formalmente hablando, neutral.
Curiosamente, la cinta
más conspicua de Hawks, el mayor éxito taquillero de su ilustre carrera, es
también una de sus obras menos personales. El proyecto hagiográfico del
Sargento York del título (Gary Cooper, ganador de su primer Oscar por este
papel) fue aceptado por Hawks por la insistencia del magnate Jesse Lasky, quien
le había dado su primer trabajo dentro del cine en 1924, como supervisor de
guiones de la Famous Player, luego convertida en la Paramount.
La cinta está ubicada
en el Tennessee de 1916, poco antes del inicio de la Gran Guerra. El noble pero
desmadroso granjero borrachales Alvin York (Cooper) tiene una dramática
conversión religiosa, cual Paulo de Tarso gringo. Cierta noche en la que en
medio de una tormenta, ahogado por la
frustración y el alcohol, va en busca de venganza, un rayo lo tumba del
caballo, matando al animal pero dejándolo a él vivo. Esto es suficiente para
que York le haga caso finalmente a su anciana madre (Margaret Wycherly) y al
pastor-tendero del pueblo (el siempre bienvenido Walter Brennan) y se acerque a
Dios.
Así pues, a pesar de
sus facultades innatas para echar plomo –donde pone el ojo, pone la bala-, York
se convierte en el hombre más pacífico y devoto del lugar, de tal forma que
cuando inicie la Gran Guerra y es llamado a combatir, trata de librarse de ir a
Europa, alegando objeción de conciencia. Convencido al final de cuentas por un
juicioso y virtuoso oficial, York irá a la guerra en donde será un auténtico
héroe: él y su equipo de 8 soldados tomaron 132 prisioneros alemanes.
El Sargento York es, en muchos sentidos, lo que los detractores de Francotirador dicen de la cinta de
Eastwood: se trata de una película maniquea, patriotera y hasta simplona –la
escena del “despertar patriótico” de York, leyendo la Biblia, es francamente ridícula-
que, sin embargo, termina redimiéndose por el buen oficio de Hawks, el
insumergible carisma de Cooper y por ese formidable momento en el que York,
cual hijo pródigo salido del Nuevo Testamento, entra a la iglesia del pueblito,
ante el júbilo y los cánticos de todos los asistentes. No recuerdo otra escena más
espiritual y menos cínica en toda la obra hawksiana.
En contraste, Francotirador -con todo y que es
también la biopic de otro letal
soldado americano que, como el sargento Alvin York, donde ponía el ojo, ponía
la bala-, es mucho más compleja y menos complaciente que el filme de Hawks.
Sobre el libro
autobiográfico escrito por el marine de élite SEAL Chris Kyle –tal como El Sargento York está basado en el
diario de guerra de Alvin York-, he aquí la historia de un determinado “perro
ovejero” –porque el mundo está dividido
entre lobos y ovejas, le dice su papá en una escena clave, y hay elegidos que nacen
para ser perros ovejeros, es decir, para proteger a las ovejas de los lobos-
que se enlistó en el ejército después de haber tenido su propia revelación, su
muy personal camino a Damasco: el cruento ataque terrorista a las embajadas
gringas en Tanzania y Kenia en 1998. Así pues, Chris Kyle (un embarnecido y muy
convincente Bradley Cooper), como Alvin York hace un siglo, abandonó su vida
sin rumbo para convertirse en “La Leyenda”, el francotirador del título que,
oficialmente, abatió 160 enemigos.
Eastwood ha dirigido
una película bélica que, por un lado, no renuncia a mostrar la emoción propia
de la guerra –hay varias escenas notables, entre ellas la de un combate en
medio de una tormenta de arena y el duelo final entre Kyle y su alter ego, un
francotirador enemigo- pero, también, no olvida dejar claro que cualquier
combatiente de cualquier guerra terminará
inevitablemente dañado.
A diferencia del héroe
York, que regresa a Tennessee feliz de la vida, a casarse, tener hijos y a
brindar oportunidades educativas a la juventud rural de su estado a través de instituciones
benéficas, el héroe Kyle regresa a su casa solo para volver de nuevo a Iraq,
una y otra vez hasta llegar a cuatro viajes de ida y vuelta, sin poder
adaptarse a su vida sin un arma en la mano, sin poder vivir otra vida que no
sea la dedicada a quitarle la existencia a los “lobos” que amenazan a sus “ovejas”,
aunque él mismo no encuentre la paz nunca entre esas “ovejas”.
También a diferencia
del Hawks de El Sargento York, el
Eastwood de Francotirador ha
realizado una cinta profundamente personal, pues al igual que otras de sus
obras maestras o mayores –desde Bird
(1988) hasta Jersey Boys: Persiguiendo
la Música (2014) pasando por Los
Imperdonables, el gran díptico La
Conquista del Honor (2006) y Cartas
desde Iwo Jima (2006), Invictus
(2009) o J. Edgar (2011)-, aquí el
cineasta está interesado no solo en cómo se crea un mito –o, en este caso, “La
Leyenda”- sino cuáles son los costos que tiene que pagar ese mito y cómo
reaccionan los que están alrededor de él. El intento de Eastwood va más allá de
“humanizar” al mito: intenta aprehenderlo en toda su ambigüedad.
Esta ambigüedad es, creo,
la que ha convertido a Francotirador
en un arrollador éxito económico en
Estados Unidos, aplaudido lo mismo por Sarah Palin que por Jane Fonda y, me
temo, esa misma ambigüedad, ese rechazo a hacer una facilona cinta antibélica
es lo que provocado las reacciones encendidas en contra de quienes ven en esta
obra mayor de Eastwood una película patriotera, maniquea, belicosa. En lo
absoluto lo es, pero en el cine, como en tantas otras cosas, cada quien ve lo
que quiere ver.
Comentarios
(De esas 15, Bringing Up Baby la he visto como 10 y Rio Bravo como 7, jo)
A mi lo que me asombra es que el tipo se aviente una pelicula por año de éste nivel y encima de todo le atina.
El tipo está soberbio, yo voté para que le dieran el monito dorado pero obvio nunca la atino.
2046
Champy: Sí, impresionante el ritmo de Eastwood en estos últimos años, en efecto.
La verdad para mi American sniper está mas en la “onda ” de Black hawk down y The hurt locker, la mayor parte de la película es sobre incursiones del ejercito de Eu en aquellas tierras e incluso se da ese duelo entre francotiradores, pero ahí se parece también a Enemy at the gates. Aun asi Eastwood la filma muy entretenida la cinta, en ningún momento te aburres, es mas bien un homenaje a este personaje de la vida real que tuvo mala suerte de regreso a su casa, mejor lo mataron ahí que en tierras hostiles.