Mea Maxima Culpa: Silencio en la Casa de Dios
Ganador de tres Emmys 2013 –Mejor Documental, además de Mejor Guión y Mejor
Edición en la categoría de No Ficción-, Mea Maxima Culpa: Silencio en la Casa de Dios (Mea Maxima Culpa: Silence of the House of God, EU-Irlanda, 2012), décimo-segundo largometraje documental de Alex
Gibney, se ha estrenado de forma limitada este fin de semana en la Ciudad de México.
Gibney sigue una estructura narrativa idéntica a la
de su oscareado filme documental Taxi al Lado Oscuro (2007): así como el caso individual de una tortura a un
ciudadano británico sucedida en la prisión afgana de Bagram revelaba que la
violación a los derechos humanos y las torturas físicas y psicológicas no solo
eran conocidas en las altas esferas de la Administración Bush sino que, de
hecho, fueron alentadas y aplaudidas desde la Casa Blanca y el Pentágono, en Mea Maxima Culpa, los abusos sexuales
cometidos por un sacerdote estadounidense en la Escuela para Sordos St. John de
Milwaukee, destapan una cloaca de complicidad criminal y silencio mafioso en el
que estuvieron involucrados, hasta el fondo, todas las autoridades
eclesiásticas posibles: obispos, arzobispos, la Curia romana, el propio Papa.
Así pues,
el caso del sacerdote Lawrence Murphy –acusado de haber abusado más de 200
niños sordos-, es el detonante para que Gibney nos muestre no solo las abrumadoras
evidencias de ese caso en particular –es decir, documentos, fotos, películas
caseras, además de los testimonios de cuatro adultos que fueron abusados en su
infancia y adolescencia, los abogados de ellos, varios periodistas y corresponsales,
especialistas de todo tipo, incluyendo al Arzobispo retirado Weakland, que fue
quien acusó infructuosamente a Murphy en el Vaticano- , sino las similitudes
que el escándalo Murphy ha tenido con otros que han sucedido en otras partes
del mundo.
De esta manera, conocemos el caso del “cura
cantante” Tony Walsh, un atractivo sacerdote irlandés imitador de Elvis, que
fue acusado por el abuso de más de 200 niños y sentenciado, en 2010, a 123 años
de cárcel. Y, por supuesto, para vergüenza de los defensores religiosos y
laicos que nunca han salido a disculparse, el caso bien conocido en México de Marcial
Maciel, “el diablo disfrazado de ángel”, protegido desde el Vaticano, señala
Gibney en el documental, por el Cardenal Angelo Sodano –Secretario de Estado
durante el Pontificado de Karol Wojtyla- y por el propio Juan Pablo II, de tal
forma que el mismo día de la muerte del Papa polaco, su sucesor, el
exInquisidor Joseph Ratzinger, inició la investigación que llevaría al retiro
de Marcial Maciel… sin castigo alguno.
En la medida que la cinta avanza, la indignación
crece más y más. Por supuesto, repugna el crimen en sí, más aún cuando nos
damos cuentas el cálculo que hay detrás de él, pues los abusadores seleccionan
conscientemente a sus víctimas para que ellas no puedan decir nada (por
ejemplo, los niños sordos abusados por Murphy no podían comunicarse con sus padres
porque estos no habían aprendido el lenguaje de señas). Sin embargo, lo más
triste es que cuando de todas formas alguien levanta la voz, una omertà mafiosa
se impone, pues el Vaticano –eso afirma el documental de Gibney- prefiere lavar
la ropa sucia en casa. Es decir, mueve a un sacerdote pedófilo de aquí para
allá, lo invita al arrepentimiento, lo manda a algún monasterio paracleto, pero
nunca lo entrega a las autoridades.
El único “pero” a este encabronante filme es la obvia
dramatización que Gibney realizó sobre los abusos cometidos en St. John –creo que
los testimonios eran más que suficientes-, aunque este desliz se balancea con
la sabia elección de los que les prestan la voz a los cuatro valientes denunciantes
sordomudos: los actores Jamey Sheridan, Ethan Hawke, John Slattery y Chris
Cooper. Sus voces ahora son escuchadas.
Comentarios
:)
Creo que la cinta como tal, no logra sostener el acezante y absorbente ritmo inicial durante todo el metraje. Creo que hacia 3/4s de la cinta, ésta se cae un poco.
Pero bueno, eso es meramente un comentario "técnico" si ustedes gustan. Lo que verdaderamente es impesionante de este documental es la cantidad de datos e información contundente con que se demuestra que la iglesia sabe de estas cosas desde hace décadas, siglos! y aún así no hace nada. Es nauseabundo.
Otra cosa que me hizo abrir los ojos y que nunca me había puesto a pensar, es eso que dicen de que los padres, curas o sacerdotes, verdaderamente se creen seres diferentes a los humanos. Es decir, la investidura de sacerdotes y su dizque conexión con los dioses (o whatever) y su capacidad de consagrar cosas, verdaderamente se les mete en la psique y estos tipos ¡se la creen!
Yo creo que por eso (y muchas otras cosas mas) realizan estos actos tan descaradamente y con tal impunidad.
Ese momento, cuando se da uno cuenta que estos tipos se creen cuasi-angeles, es de los mas reveladores en la cinta.
Y bueno, dan ganas de llorar como magdalena cuando los protagonistas sordos narran sus experiencias. Ese momento cuando increpan al padre Murphy no se me va olvidar jamás en la vida. Ni Bela Tarr en diez millones de años podría filmar algo tan desgarrador mediante la ficción.
:'(
pd: kuddos para Chris Cooper que presta su voz a uno de los sordos. Lo hace muy bien. Con mucha seriedad pero con mucha entonación. Gran trabajo.
La iglesia es una institución generadora, aglutinadora, fomentadora, protectora y solapadora de abusadores infantiles.
Me recordó a Russell Crowe en The Insider diciendo: la industria del tabaco es una donde deliberadamente ponemos sustancias para generar mas adicción al cigarro.
Tómala...
En fin, sigo perturbado :(