Cuéntamela otra vez/XXIX
Apuntar que El Gran Gatsby, la
novela de F. Scott Fitzgerald publicada en 1925, es “infilmable” es, por lo
menos, contradictorio. El hecho es que el texto –para algunos, la más grande
novela gringa de la historia- ha sido llevado a la pantalla grande, para bien o
para mal, en cinco ocasiones. Hay una versión silente de 1926, otra con Alan
Ladd en 1949, una famosa superproducción dirigida por el competente artesano inglés
Jack Clayton en 1974, una adaptación del 2002 ¿al mundo del hip-hop? que no quise
revisar, y la más reciente, El Gran
Gatsby (The Great Gatsby, EU-Australia, 2013), quinto largometraje del
desbordado cineasta australiano Baz Luhrmann.
No
he visto las dos primeras adaptaciones fílmicas –la de 1926 está perdida y la
de 1949 no la he podido conseguir-, pero tanto la versión de 1974 como la de
2013 resultan tan meritorias como frustrantes. Siempre visibles pero, al final de cuentas,
quebradas. Las dos parecen películas muy diferentes, pero más allá de la misma historia,
comparten una característica central –su fidelidad al texto literario de
Fitzgerald- y, también, un problema común: cómo lidiar con el desenlace anticlimático,
casi abstracto, en el que todos los acontecimientos que hemos conocido son “arrastrados
hacia el pasado”.
El Gran Gatsby
(The Great Gatsby, EU, 1974) contó con un guión escrito por Francis Ford
Coppola en su mejor época, una fotografía fluida y elegante de Douglas
Slocombe, la música del especialista en jazz (y arreglista de Sinatra) Nelson
Riddle, un diseño de producción impecable y un reparto que, en el papel,
parecía ideal. Sin embargo, el resultado no termina nunca de satisfacer.
Clayton
–que había logrado muchos mejores resultados en otra adaptación de un texto clásico
estadounidense: Posesión Satánica/1961,
sobre La Vuelta de Tuerca, de Henry
James- entrega aquí una típica “cinta de papá”. Bien producida, realizada con
buen gusto, con un reparto atractivo, pero sin asomo de inspiración. El respeto por el texto es
tal que se retoma el célebre íncipit de la novela (“En mis años más jóvenes y
vulnerables…”), varios diálogos y/o monólogos son trasplantados tal cual (la
reflexión de Daisy sobre la necesidad de ser bella y tonta para triunfar en la
vida, por ejemplo) y no faltan tampoco los símbolos más obvios de la novela de
Fitzgerald (la luz intermitente que proviene de la casa de los Buchanan, el
anuncio espectacular de los ojos que está frente al taller de Wilson). Incluso
Robert Redford como el Gatsby del título resulta particularmente decepcionante:
su porte no es el del nuevo rico que finge ser aristócrata, sino la de un elegante
natural. En efecto, el Gatz(by) de Redford no parece un gangster asociado al
legendario mafioso Meyer Wolfsheim (la superestrella de Bollywood, Amitabh
Bachchan) ni, mucho menos, se capaz de matar a un hombre.
En
este sentido, el Gatsby de Leonardo DiCaprio es más convincente. Su
refinamiento parece más estudiado, más falso, su muletilla “old sport” más
fuera de lugar. La mirada de DiCaprio revela la de un hombre ambicioso que está
dispuesto a todo y que ha hecho de todo para cumplir su meta: ganarse a esa
niña bonita y vacía que es la Daisy de Carey Mulligan –más bella y más frágil
que la Daisy de Mia Farrow de 1974.
Si
esta versión de 2013 no es todo lo satisfactoria que debió haber sido, no es
porque cae en la vulgaridad estrambótica que tanto le gusta a Luhrmann sino,
acaso, porque no cae lo suficiente. La película –como su antecesora de 1974- se
estaciona en un beato respeto por el texto de Fitzgerald –nuevamente el íncipit,
los diálogos y la voz en off narrativa provienen de la novela línea por línea- de
tal forma que, pasada la primera hora de excesos –música, baile, gritos y 3D-,
la cinta cambia de ritmo hace un final que literariamente puede ser devastador
pero que, cinematográficamente, sigue siendo anticlimático.
El libro de
Fitzgerald ha resultado, al final de cuentas, demasiado elusivo para convertirlo
en una película satisfactoria. ¿Será que es cierto lo que apunté al inicio? ¿El Gran Gatsby es realmente infilmable?
Comentarios
Anoche me aventé (casi, porque me quedé dormido en el último tercio... era muy tarde) la versión de Clayton y efectivamente es extremadamente fiel al texto, si bien hace los cambios de rigor en algunos diálogos y situaciones. El problema que tuve con ella es parecido al que apuntas: Redford parece haber nacido como lo vemos y, por ejemplo, no hay justificación para las sospechas de Tom en cuanto a los orígenes de Gatsby. Por otro lado, hay un solo cambio en la adaptación que me pareció fuera de lugar y que truena el centro de la novela: Daisy, en la película, le reclama a Gatsby el haberla ilusionado años atrás, mintiéndole sobre su pobreza y encima le dice que pa´ qué se le acercó si eran de diferentes clases. La razón por la que funciona en la novela la relación de Daisy y Gatsby, así como su reencuentro es que Daisy siempre cree que Gatsby es esa fachada que siempre presentó, aún cuando no tenía un cinco. En todo caso, en la película esa revelación inventada para la adaptación hace aparecer a Daisy bastante ruin desde temprano en la historia, a diferencia de la novela, en que la idea no cruza la mente de Nick sino hasta el final y aún así no tiene forma de confirmarlo y hasta lo termina entendiendo o al menos así lo veo por el encuentro final con Tom (se nota que acabo de leerla, ¿no?).
Decía que debe haber más de una manera de filmarla pero definitivamente la de Clayton no es una de ellas (sigo sin ir a ver la de Luhrmann). Chance y la versión jipjopera...
http://1.bp.blogspot.com/-BAchp2l2e58/Uatjs0WFPJI/AAAAAAAAEG0/mpu3a99BsCY/s1600/the-great-gatsby-character-map.jpg
Y en mi opinión, resultaba más "infilmable" "Revolutionary Road" y ve nomás, un inglés la hizo...
Joel: Y la nueva Jordan Baker tampoco está nada mal.