50 Muestra Internacional de Cine/III
Después de ser exhibida hace varios meses en el FICCO 2008 vuelve a las salas mexicanas La Soledad (España, 2007), segundo largometraje del catalán Jaime Rosales (Las Horas del Día, 2003).
Ganadora del Goya 2008 a Mejor Película, no es difícil ver por qué se impuso esta obra de Rosales al sólido pero derivativo filme de horror El Orfanato (Bayona, 2007): a diferencia de la película producida por Guillermo del Toro, en La Soledad es posible notar una voz distinta, distintiva y discutible. Rosales es un cineasta que toma riesgos y que es fiel a ellos hasta las últimas consecuencias narrativas/estilísticas.
Dividida en cuatro episodios y un epílogo, la trama escrita por el propio cineasta en colaboración con Enric Rufas, muestra la historia de dos mujeres de distinta edad que llevan vidas paralelas en el Madrid contemporáneo. Antonia (espléndida Petra Martínez) es una viuda de edad madura que, aunque goza de la compañía de un hombre amable que ve por ella, tiene que lidiar con los egoísmos, problemas y preocupaciones que le provocan sus tres hijas. Por su parte, la joven madre divorciada Adela (Sonia Almarcha) deja su pueblito provinciano para llegar a Madrid con su hijito de 13 meses. Adela comparte un amplio e iluminado piso con la hija menor de Antonia, Inés (Miriam Correa) y este será el único punto concreto en el que se unirán estas dos historias que se van desarrollando simultáneamente.
Sin embargo, aunque puede resultar arbitrario el lazo que une las dos vías narrativas de la cinta, el consistente tono emocional del filme y su estudiada puesta en imágenes justifican sin mayor problema la arriesgada propuesta de Rosales. Durante buena parte de la película la pantalla se divide por la mitad y vemos la misma escena desde dos distintos encuadres, desde dos diferentes perspectivas. La elección de Rosales se antoja artificiosa –un poco al estilo de la tragicomedia romántica Conversando con la Otra (Canosa, 2005)- pero poco a poco uno se va dando cuenta que tiene una razón de ser.
De esta manera, en pocas ocasiones hay más de un personaje en el mismo encuadre, nunca se usa el tradicional campo/contracampo y cuando dos personajes conversan uno de ellos aparece hablando de frente en una parte de la pantalla, mientras en la otra mitad el otro personaje contesta, de perfil. La desorientación que provoca Rosales en el espectador es el mismo que viven las criaturas dramáticas de esta cinta, que pueden sobrevivir al cáncer o a un atentado terrorista sólo para seguir trabajando, sonriendo, acaso hasta bromeando… pero drenadas de toda fuerza de vida. Es normal: se llama soledad.
La Soledad se exhibe hoy y hasta el viernes en la Cineteca Nacional.
Comentarios
que buen análisis
soy fan Sr. Diezmartinez...
PD. Acá a Aguascalientes no llegó una sola película mexicana en esta muestra. Una lástima.
Slds!!!