Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCLXII
Downton Abbey (Ídem, GB, 2019), de Michael Engler. Para regocijo de la doñita que llevamos dentro, ha aparecido la continuación cinematográfica de la exitosa teleserie británica. Acá mi crítica.
El arte de defenderse (The Art of Self-Defense, EU, 2019), de Riley Stearns. Inclasificable película de la que escribí por acá.
La noche de la bruja (Witches in the Woods, EU, 2018), de Jordan Baker. Escribí del quinto largometraje del especialista en cine de horror Baker por acá.
Esa era Dania (México, 2016), de Dariela Ludlow Deloya. El segundo largometraje de Ludlow Deloya (entrañable opera prima Un día menos/2010) es más un concepto interesante que una buena película. En todo caso, por más fallida que sea la cinta -y sí lo es- no se merecía estos tres años de retraso de su estreno comercial, pues recuerdo que vi esta película en Morelia 2016.
La cámara de la propia directora sigue de cerca las tribulaciones de la madre adolescente Dania Deloya (¿prima de la cineasta?) que, por lo menos en las imágenes que vemos, resulta ser una jovencita buena para nada y, por añadidura, una pésima madre. Dania vive con su mamá, sus hermanos pequeños y una abuela que le cuida a su hijita Ximena cada vez que ella quiere darle vuelo a la hilacha, irse a probar ropa en algún centro comercial o echar la platicada con alguna amiga. ¿El papá de Ximena?: lo vemos en un par de escenas, un muchacho apenas mayor que la adolescente Dania. Para acabar de rizar el rizo, la protagonista no tiene la prepa terminada, no tiene trabajo, no busca ninguno y ni siquiera ayuda con las tareas de la casa. Para acabar pronto, es una güevona con todas las de la ley.
"Esa era Dania", dice la propia muchacha cuando ve fragmentos de esa misma película que nosotros estamos viendo. Se entiende que ella, Dania, no es así -que ya maduró, que ya entró a estudiar pedagogía, que ya es mejor madre de Ximena- pero el retrato que aparece en pantalla es no solo deprimente sino, podría alegarse, explotador y abusivo de parte de la cineasta. De hecho, en algún momento, Dania y el padre de Ximena empiezan a hacer el amor enfrente de la pobre chiquilla lloriqueante.
Por supuesto, estamos ante una docu-ficción que mezcla los obvios elementos documentales -Dania está actuando una versión de ella misma, Ximena es su verdadera hija, sus problemas personales/escolares/laborales/existenciales son reales- con otros de ficción -en un celular ¿robado? que tiene Dania, ella atisba la vida de una muchacha de su misma edad (Cassandra Ludlow, supongo que hermana de la cineasta) que tiene una vida relajada y muy diferente-, con resultados más interesantes si pensamos en el concepto mismo del filme que en la propia ejecución o el resultado final.
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