Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXXXI
Me llamaban King Tiger (México, 2017), de Ángel Estrada Soto. Presentado en Guadalajara 2017, este notable documental de Estrada Soto ha merecido, finalmente, su estreno comercial -más bien, cultural y limitado. Pero estreno al final de cuentas.
Aunque la estructura del filme puede ser todo lo convencional que se quiera -cabezas parlantes, imágenes de archivo, voz en off confesional-, la realidad es que Estrada Soto ha logrado un documento invaluable, no solo por la acuciosa investigación que ha realizado, sino por la extensa entrevista que logró con el líder chicano Reies López Tijerina, quien aparece a lo largo del filme, desahuciado, abandonado y olvidado, sobreviviendo en alguna casucha de Ciudad Juárez, acompañado solamente por su tercera y última esposa.
Estrada construye expertamente, bien apoyado por su editor Ricardo Vergara, la increíble historia de López Tijerina, un líder radical chicano ("el Malcolm X de los latinos", le llama alguien en el filme) que, defendiendo los antiquísimos derechos de la tierra que ostentaban los descendientes de los habitantes de Nuevo México antes de la guerra México-USA de 1846-48, llegó a asaltar en 1967 un juzgado estatal pistola en mano, lo que provocó su cacería por todo Nuevo México, su posterior captura -aunque él jura y perjura que se entregó, que nunca lo agarraron-, su encarcelamiento en una prisión/manicomio durante dos años y su liberación bajo palabra, con la amenaza de que si volvía a las andadas, no saldría nunca jamás de la cárcel.
El López Tijera que aparece en el documental es genuinamente fascinante: un carismático mesías chicano que se creía elegido por Dios (y sus ángeles) para liderar a los aplastada "raza" mexico-americana, un irredento mujeriego que tuvo una decena de hijos con varias esposas, un luchador social más que un buen marido o un hombre de familia (como lo afirma uno de los hijos, que aún recuerda ¿con orgullo? los abusos paternos), un hablantín anciano cascarita que aparece recordando sus hazañas (o adornándolas, que es lo mismo) frente a la cámara de Estrada Soto.
Bruma (México-Alemania, 2017), de Max Zunino. Cuando el segundo largometraje de Zunino ha termino (apreciable opera prima Los bañistas/2014), aparece en la pantalla un letrero que ¿se disculpa?, afirmando que "esta película fue hecha con técnicas de improvisación". No shit, Sherlock, no nos habíamos dado cuenta.
El guion, escrito por el propio cineasta y su carismática musa/actriz Sofía Espinosa, es una retahíla de cabos sueltos narrativos. Martina (Espinosa, siempre bienvenida) es despedida del negocio familiar por su mala costumbre de robar. Uno al principio cree que la muchacha ha hecho un desfalco importante o algo por el estilo, pero luego queda claro que no: Martina es más bien cleptómana. Lo mismo hurta un salero que un adornito cualquiera, unos lentes o algún libro. Para completar el cuadro, la desempleada Martina descubre que está embarazada y como quiere salir huyendo de su novio Agustín (César Ramos), decide porque sí irse a Alemania a buscar a su padre que no conoce. Allá en Berlín descubrirá que su papá tuvo sus quereres con un travesti cantarín (Dieter Rita Scholl) y ahí mismo le caerá el novio para reclamarle por qué está huyendo de él.
La cinta avanza -es un decir: pasa de una laguna a otra, de un estancamiento a otro- al ritmo de los cambio de ánimo de Martina, varios personajes aparecen/desaparecen de la nada -que si un grupo de jóvenes tomando cerveza, que si una mesera amigable, que si el propio padre de Martina- y el filme termina dejando todo colgado, dependiente de los caprichos de la protagonista... y de la improvisación de sus hacedores.
El culpable (Den skildige, Dinamarca, 2018), de Gustav Möller. Minimalista y claustrofóbico thriller que le debe mucho, en su planteamiento y ejecución, a Hitchcock. Mi crítica, acá.
¡Shazam! (Shazam!, EU, 2019), de David F. Sandberg. La más reciente entrega del DCCU es una infantil película de súper-héroes con los lastres (visuales, narrativos) acostumbrados y algunos buenos elementos a considerar. Mi crítica, por acá.
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