Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXXXVII
Ninfomanía, Primera Parte (Nymphomaniac: Vol. 1,
Dinamarca-Alemania-Francia-Bélgica-GB, 2013), de Lars von Trier. Lo anoté en mi
breve texto crítico para el Primera Fila de Reforma del viernes pasado: la más
reciente provocación de von Trier vale mucho la pena, pero completa. Así,
mutilada a la mitad, es un crimen de lesa cinefilia similar a la que se
cometió, en su momento, contra Érase una Vez en América (Leone, 1982),
también partida en dos para su distribución comercial. Y no importa que von
Trier haya accedido a dividir en dos partes su filme. Shame-on-him.
Dame Tus Ojos (México, 2012), de José Luis Gutiérrez Arias. El tercer largometraje de José Luis Gutiérrez (Todos los Días Son Tuyos/2007, Marcelino/2010)
está lleno de buenas intenciones pero una ejecución auto-saboteadora. Hay que
aceptar que el guión escrito por Marco Tarditi tiene algunos elementos
interesantes –que incluye una vuelta de tuerca que no vi venir-, pero la puesta
en imágenes de la cinta –vía la temblorosa cámara en mano de Aram Díaz- y un
reparto poco convincente terminan echando a perder todo.
Estamos
ante una road-movie con dos jovencitas lésbicas y serial killers,
Abril y Mayo (reaparecida Miriana Moro y debutante Paula Luckie) que van
levantando hombres por los caminos de Jalisco para asesinarlos y, como sugiere
el título, sacarles los ojos. Tras ellas van un alcohólico policía (Raúl
Méndez) y una periodista carroñera española (Anouk Ogueta) que, para rizar el
rizo, es la exmujer del susodicho cuico borrachales.
Por desgracia, a Gutiérrez le falta
el vigor y el desparpajo para una historia de esta naturaleza y el reparto –con
excepción de la señorita Moro- tampoco ayuda mucho. Qué remedio.
Las Horas Muertas (México-España-Francia, 2013), de Aarón Fernández. El segundo largometraje de Fernández
(más que meritoria Partes Usadas/2007, Mejor Opera Prima en Guadalajara
2007) nos remite a un formato dramático harto conocido: la relación de un joven
que, en un corto tiempo, crece y madura, ayudado por una mujer un poco mayor y
de no malos bigotes.
Sebastián
(Kristyan Ferrer), un chamaco de 17 años, llega a administrar el pequeño motel
("10 habitaciones, bueno, 9, todas igualitas") que su tío Gerry
(Fermín Martínez) regentea en la carretera Nautla-Poza Rica. El tío va a Jalapa
por 15 días, acaso más, a hacerse unos exámenes médicos, así que deja a cargo
del changarro sexoso a este muchachito que, más pronto que tarde, aprenderá a
lidiar con cuanta bronquita se le presente: que si no hay recamarera porque no
hay mujer que quiera trabajar en ese lugar non-sancto, que si un
chamaquito de por ahí le está bajando los cocos de sus palmeras sin darle nada,
que si a veces escucha ruidos raros que parecen provenir de una habitación que
no está en uso.
Nada que
no pueda resolver tarde o temprano. Precisamente ese motel, el Palma Real, es
el favorito de la morenaza vendedora de condominios Miranda (Adriana Paz, Mejor
Actriz en Morelia 2013), quien se encuentra ahí cotidianamente con su
incumplido amante Mario (Serio Lasgón). Como el tipo siempre llega tarde a su
cita sexual, la mujer, tan guapa como independiente, empieza a platicar con
Sebastián, a quien ve como una especie de amiguito o hermanito menor aunque,
por supuesto, el chamaco desearía otra cosa muy diferente. Teniendo a Adriana
Paz a un lado, ¿quién no?
La
sencillez de la historia se compensa por la bella fotografía por Javier Morón,
la impecable dirección de actores y por el tono que Fernández le impone a su
filme. En ningún momento se subraya lo obvio -el aburrimiento de Miranda, la
confusión hormonal de Sebastián- y el propio desenlace es ejemplar en su
rigurosa economía de medios y en sus modestos resultados.
Y es que,
al final de cuentas, ¿para qué hacer tanto drama? Un capítulo se cierra para
Miranda y, también, para el más maduro Sebastián. Así es la vida.
Godzilla (Ídem, EU, 2014), de Gareth Edwards. Acabo de escribir largo y tendido
del segundo largometraje de Edwards y de la cinta original, Godzilla
(1954), por acá. Y, por cierto, después de los monstruosos resultados en taquilla -alrededor de 100
millones de dólares el primer fin de semana- Warner ha dado el visto bueno para la
secuela, con el mismo Edwards dirigiendo.
Comentarios
¿y el texto de Mizoguchi apá?
Eso de ver 'Oharu' en colosal pantallota de la Cineteca, tiene que ser el evento filmico del año Ernesto.