Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXLI
La vida secreta de tus mascotas (The secret life of the pets, EU, 2016), de Chris Renaud y Yarrow Cheney. El más reciente largometraje animado de la casa Illumination Entertainment -responsable de Mi villano favorito y secuela, además de Minions- es una chase movie muy derivativa que le debe demasiado a la premisa original de Toy Story. Mi crítica, in extenso, el próximo martes aquí en el blog. (*)
Te amaré eternamente (La corrispondenza, Italia, 2016), de Giuseppe Tornatore. Una doble de películas de acción que, además, estudia astrofísica (la exchica Bond Olga Kurylenko) tiene un affaire con un maduro profesor de astronomía (Jeremy Irons) que cuelga los tenis. Aunque, ¿desde ultratumba?, la stunt-woman sigue recibiendo paternalistas mensajes de amor del muertito. Absurda cinta (dizque) romántica de un Tornatore en el abismo. Mi crítica en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado. (+ 1/2)
Levantamuertos (México, 2012), de Miguel Núñez. Iván (Daniel Galo) es un empleado del SEMEFO de Mexicali que, durante el transcurso de toda esta película, recoge muertitos de distinta índole (un feto abandonado en un basurero, un anciano al que se la pasó la dosis de Viagra, una viejita que muríó de golpe de calor) mientras se encama con una violenta sadomasoca (Sofía Félix) y adopta un cochi chiquito al que bautiza como "homie". Si no fuera por el puerco, la película sería un churro insoportable. Con el puerco, nomás es un churro a secas.
El problema de Levantamuertos es que una película completamente inconexa. Durante los primeros veinte minutos no sabemos por dónde va; luego, parece que se inclina hacia los terrenos de un film-noir americano con femme fatale incluida y, luego, se estanca, se pierde en el relajo, sigue con minucias inútiles para que luego aparezca... ¡un cochi! Es cierto que cualquier película se beneficia con la presencia de un pequeño cerdo haciendo marranadas, pero la actuación de "homie" no le alcanza para salvar esta cinta. Ni que el cochi fuera milagroso. (+)
Queridas hermanas (Die geliebten Schwestern, Alemania-Austria-Suiza, 2014), de Dominik Graf. Vi esta película hace año y medio, en Palm Springs 2015, cuando formé parte del jurado. Debo confesar que más allá de algunas notas sueltas que escribí y que ahora reviso, no recuerdo mucho de la cinta, a no ser que se trata de una académica y verbosa película de época que basa su atractivo en ilustrar parte de la vida del escritor y poeta romántico Friedrich Schiller (Florian Stteter) quien, supuestamente, tuvo sus quereres con dos hermanas aristócratas venidas a menos: la que sería su esposa Charlotte (Henriette Confurius) y la que sería su biógrafa Caroline (Hannah Herszprung) von Lengefeld, en la Alemania del siglo XVIII. Según mis notas, los recursos de producción son notables y las tres actuaciones más que justas, pero también leo que todo el asunto pasa, injustificadamente, de las dos horas de duración.Una auténtica monserga, con todo y el triángulo amoroso incluido. (-)
La última ola (Bolgen, Noruega, 2015), de Roar Uthaug. El cuarto largometraje del noruego próximamente hollywoodizado Roar Uthaug -dirigirá la nueva versión de Tomb Raider a estrenarse en 2018- es una sólida cinta spielbergiana de desastres.
Estamos en Geiranger, un pueblito costero noruego que básicamente vive de sus turistas que llegan de todas partes a disfrutar de los escenarios idílicos, dignos de tarjeta postal. El geólogo Kristian Eikjord (Kristoffer Joner), en su último día de trabajo -ha aceptado una nueva chamba en una compañía petrolera- ve signos ominosos que señalan que las majestuosas montañas Akerneset que rodean Geiranger sufren movimientos que podrían provocar derrumbes que, a su vez, causarían un devastador tsunami.
La bronca es que nadie le cree a Kristian, en parte porque el tipo tiene fama de obsesivo -su mujer Idun (Ane Dahl Torp) tiene la esperanza que al estar lejos de las montañas él finalmente podrá concentrarse en ella y en sus dos hijos, el adolescente Sondre (Jonas Hoff Oftebro) y la niñita Julia (Edith Haagenrud-Sande)-, en parte porque su jefe (Fridtjov Saheim) no quiere ahuyentar a los turistas en temporada alta, cual el alcalde ojete de Tiburón (Spielberg, 1975).
Uthaug construye durante 47 minutos una atmósfera de auténtico suspenso -nosotros sabemos del desastre inminente, Kristian lo intuye también, pero el resto del pueblo y sus turistas no-, de tal forma que cuando el tsunami llega y todos tienen solo 10 minutos para llegar al lugar más alto posible para evitar ser ahogado por la enorme ola de 80 metros, el espectador está suficientemente enganchado como para sentirse emocionado de verdad. A estas alturas del juego, para rizar el rizo spielbergiano, Kristian tendrá que ¿por vez primera? ser un verdadero padre, dispuesto a todo para salvar no solo a su esposa, sino a su distante hijo adolescente, quienes están atrapados en el hotel en donde ella trabaja.
Como en su no tan lejano debut, el buen slasher-film Escalofrío (2006), Uthaug demuestra aquí que sabe manejar los resortes del género, en este caso del cine de desastres. Más allá de los funcionales efectos digitales -tan efectivos como en cualquier cinta hollywoodense-, tiene emocionantes escenas de acción bajo el agua, algunos giros dramáticos inesperados y un desenlace que, por un momento, parece que irá por un camino distinto a esperado, casi herético. Al final de cuentas, no sucede así: la influencia spielbergiana termina ganando la partida. Y qué bueno que sea así. (**)
Comentarios
SPOILER:
Qué miedo la esposa del héroe (y su solución a la Tom Cruise en La Guerra de los Mundos)... aguas con ponérsele al brinco. Por cierto, ya ví que la actriz es poco menos que un sex symbol en Noruega.