Matrimonio a la Italiana
Hoy finaliza en la Cineteca Nacional la breve pero sustanciosa retrospectiva de Sophia Loren, que estuvo en nuestro país -Carlos Slim de por medio- para celebrar sus primeros 80 años de edad. Además del huateque pagado por el hombre más rico del planeta, Slim le organizó a la Loren una
exposición –con todo y el Oscar que ganó en 1962 por Dos Mujeres (De Sica, 1960)- y la Academia de Ciencias y Artes
Cinematográficas de México le otorgó un Ariel de Oro.
El caso es que la Cineteca no se podía quedar atrás y programó una retrospectiva que termina el día de hoy con la exhibición de Matrimonio a la Italiana
(Matrimonio all’italiana, Italia-Francia, 1964), largometraje número 20 de
Vittorio de Sica.
Realizado
inmediatamente después de Ayer, Hoy y
Mañana (1963) y con los mismos protagonistas (Marcello Mastroianni y la Loren),
Matrimonio a la Italiana significó
el regreso a los primeros planos del padre del neorrealismo italiano, Vittorio
de Sica, quien a finales de los 50 había entrado en una suerte de bache
creativo.
Matrimonio a la Italiana está basado en
la obra teatral de Eduardo de Filippo “Filumena Maturano”, que describe
descarnadamente la relación entre un hombre acomodado y una prostituta a lo
largo de 22 años. Convertida en
la amante de planta, criada de confianza y administradora de los negocios de Don
Domenico Surriano (Mastroianni), Filumena (Loren) ve frustradas todas sus
esperanzas de aparecer como la señora de la casa, así que finge estar
agonizando para obligar a su egoísta macho italiano a casarse con ella.
Ágilmente
dirigida por de Sica, la cinta tiene muy poco de teatral. Los diálogos son
chispeantes, Sofía y Marcello están en plena forma, y un tono desbordado de farsa convierten a esta película en un ejemplo
superior de la comedia italiana de los años 60: crítica, provocadora, amoral,
colorida.
Los dos
personajes son variantes apenas exageradas de los protagonistas de algún
melodrama amoroso: Domenico es un conquistador, narcisista y ególatra; Filumena
es la mujer noble y abnegada convertida luego en feroz fiera vengativa. Al final, en una especie de torcido e hipócrita final feliz, otra
familia típica italiana se ha formado. Filumena puede llorar por vez primera: ahora
sí ya es feliz de verdad.
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