FICUNAM 2014/II
El FICUNAM ofrece en su programación de cada año retrospectivas claves de cineasta completamente desconocidos o, en el mejor de los casos, muy poco reconocidos en México. Solamente por eso vale la pena darse la vuelta por sus sedes. En esta ocasión, las retrospectivas han sido dedicadas al artista visual y cineasta germano Harun Farocki, al octogenario cineasta georgiano Otar Iosseliani, el desconocido por mí cineasta argentino Gustavo Fontán y el ascendente Alain Guiraudie, cuyo cuarto largometraje El Extraño del Lago (L'inconnu du Lac, Francia, 2013), fue nombrada por la revista Cahiers du Cinéma como la mejor película del año pasado. Hasta donde entiendo, El Extraño del Lago tendrá corrida comercial en México pero no estaría nada mal adelantarse a ella -que, por necesidad, seguramente será muy limitada- y, de pasada, revisar el resto de sus películas programadas en el festival.
El Extraño del Lago es un thriller erótico
ubicado alrededor de un lago en algún lugar de Francia. Un joven gay, Franck
(Pierre Delandnchamps), llega al lago en cuestión, lugar de fugaces encuentros
homosexuales, y hace migas con el solitario Henri (formidable Patrick
D'Assumcao), un maduro y obeso tipo recién divorciado y, por lo que se
entiende, recién salido del clóset.
No pasa nada entre Franck y Henri, en parte
porque el propio Henrie no parece muy dispuesto al sexo, en parte porque Franck
le ha echado los ojos a Michel (Christophe Paou), un tipo "de gran
cuerpo", bronceado y con un mostacho a la Tom Selleck. Cierta vez que se
queda muy noche pajareando en el lugar, Franck descubre que su deseado Michel
es un asesino, pues ve cómo ahoga a uno de sus amantes. Sin embargo, la certeza
de que su amante esquivo es un criminal, no detiene el deseo de Franck. De
alguna manera, lo extiende, lo sublima.
Guiraudie dirige con eficacia este
thriller erótico -que nos remite a otros similares, aunque heterosexuales, como
el insuperable El Carnicero (Chabrol, 1970) y el más reciente En Carne Viva
(Campion, 2003)- cuya única auténtica novedad es ubicar su previsible historia
en el ambiente de una desenfrenada y despreocupada sexualidad gay en la que a
nadie le importa realmente que haya un asesino suelto, siempre y cuando se
pueda coger libremente a quien se deje.
Por supuesto, no hay en ello una visión
acusadora moralista ni nada que se le parezca de parte de Guiraudie, pues en este mundo retratado por el cineasta importa más el goce en este
instante del sexo que la posibilidad futura de terminar asesinado o contagiado
de VIH, pues casi nadie le da demasiada importancia a eso de llevar
condón. El director no es nada tímido en su descripción de la sexualidad gay:
felaciones en primer plano, el infaltable money-shot y hasta coitos
perfectamente encuadrados que parecen -si es que no son- la mera verdad. Lástima que más allá de esta crónica idiosincrática de la sexualidad gay, el
thriller me resultó tan previsible. Esto, por cierto, no le ha molestado a muchos de mis colegas que consideran a El Extraño del Lago una obra mayor. Ese, de hecho, es el consenso. Usted véala y luego me dice.
Comentarios
Miguel: No pun intended... creo.